Se pone en marcha la máquina más grande del mundo para aspirar gases de efecto invernadero
Su capacidad equivale a sacar de circulación más de 7000 vehículos propulsados con combustibles fósiles. Sin embargo, la captura de carbono aún está lejos de ser sostenible y escalable.
Comenzó a funcionar la instalación más grande del mundo dedicada a capturar y almacenar gases de efecto invernadero de la atmósfera. Según sus creadores, se trata de un enorme avance en la lucha contra el cambio climático.
La planta se llama Mammoth, y es un desarrollo de la empresa suiza Climeworks. Está ubicada en Islandia, sobre un volcán inactivo cerca de la planta geotérmica de Hellisheidi, cuya energía alimenta los ventiladores y los filtros químicos de la instalación.
Mammoth es una enorme aspiradora con la capacidad de secuestrar directamente de la atmósfera hasta 36 mil toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año, lo que equivale, según indican en la compañía, a quitar de circulación 7800 autos de combustión fósil anualmente.
La planta tiene un diseño modular con capacidad para 72 recolectores. Por ahora hay 12 de estos en funcionamiento y se agregarán 60 más en los próximos meses.
La captura directa de aire (DAC por sus siglas en inglés) es el proceso por el que se aspira el aire del ambiente y se pone en contacto con medios químicos (generalmente, un solvente acuoso alcalino) para capturar el CO2. Luego, mediante la aplicación de calor, esos químicos desprenden el CO2, que puede someterse a deshidratación y compresión.
La compañía explica el paso a paso:
- El aire ingresa a través de un ventilador ubicado dentro del colector. Una vez aspirado, pasa a través de un filtro ubicado dentro que atrapa las partículas de dióxido de carbono.
- Cuando el filtro está completamente lleno de CO2, el colector se cierra y la temperatura aumenta a unos 100 °C (aproximadamente la misma temperatura que se necesita para hervir agua para una taza de té).
- Esto hace que el filtro libere el CO2 para que finalmente se pueda recoger.
El proceso completo incluye un paso más que se implementará en los próximos meses. Luego de la aspiración, el dióxido de carbono se comprime y se bombea más de 700 metros bajo tierra, hacia el basalto volcánico, donde se transforma naturalmente en piedra.
La ambiciosa meta del secuestro de carbono
Mammoth es la máquina más grande que se ha desarrollado hasta ahora, y es 10 veces más potente que su predecesora, Orca, que entró en funcionamiento en 2021 y que también fue desarrollada por Climeworks.
Según indica la compañía, la nueva planta de Hellisheidi eleva la capacidad de eliminación de carbono de miles de toneladas a decenas de miles de toneladas por año, un hito importante en el camino hacia la capacidad de megatones para 2030 y gigatones para 2050.
Sin embargo, esta tecnología aún presenta dificultades para consolidarse en el mundo, debido a sus elevados costos, su consumo energético y su complicada escalabilidad.
Aunque en este caso Climework no brindó información específica sobre la estructura de costos, se estima que cada tonelada de carbono eliminada ronda los mil dólares, lo que todavía resulta elevado.
Según recogió la BBC de la Agencia Internacional de Energía (IEA), para cumplir con los objetivos climáticos, la humanidad debería ser capaz de eliminar 70 millones de toneladas por año para el 2030.
Esta es una cifra que, a poco más de cinco años, se vislumbra muy ambiciosa si se considera que los 15 equipos existentes hoy en el mundo sólo alcanzan a capturar 0,01 millones de toneladas métricas de carbono al año.
No obstante, “Estos enfoques basados en tecnología para la eliminación de carbono pueden complementar las soluciones basadas en la naturaleza, como la forestación y la reforestación”, sostiene la IEA.