9 de julio de 2007: la última gran nevada en Buenos Aires

El aniversario de la Independencia de Argentina fue diferente en 2007. Después de 89 años volvía a registrarse una gran nevada en la ciudad de Buenos Aires. El día que todos miraron al cielo.

Nevada 2007
El 9 de julio de 2007 la nieve cubrió a la ciudad y la zona suburbana. Hasta el centro se cubrió de blanco.

El 9 de julio de 2007 quedará en la historia meteorológica de la ciudad de Buenos Aires como uno de los grandes hitos. Como corolario de un día particularmente frío, la ciudad asistió a una nevada que logró acumular en superficie, y que precipitó con grandes copos. La última nevada de estas características había ocurrido 89 años atrás, un 22 de junio de 1918.

Tal como lo mencionábamos en Meteored Argentina recordando este evento años anteriores, al aire frío de origen polar que cubría gran parte del territorio argentino, se le sumó una perturbación en altura proveniente desde el océano Pacífico. Esto permitió que se desarrolle un sistema de baja presión sobre le norte de Buenos Aires que captó la humedad necesaria para generar las nevadas.

Ese mismo día la nieve se hizo presente en buena parte de Argentina. En Córdoba ya se habían registrado por la mañana, y a medida que la perturbación avanzaba al este también aparecieron nevadas en Santa Fe, algunos sectores de Entre Ríos y el norte de Buenos Aires. La profundidad del aire frío era tal que la nieve llegó a acumular levemente hasta en la zona del Obelisco, en pleno centro de la ciudad.

Experiencia propia

Ese día, quien suscribe, viajaba a bordo de su automóvil desde el alto valle hacia Buenos Aires. El viaje había sido en un ambiente soleado, pero con muy bajas temperaturas. Fue muy interesante que al llegar a Saladillo, ya cerca de la ciudad de Buenos Aires, el cielo se encontraba parcialmente nublado, pero las radios de la Capital informaban que la nieve estaba cayendo, y todo el mundo aprovechaba para disfrutar del fenómeno tan poco frecuente.

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A medida que me iba acercando a la ciudad, las cosas cambiaban drásticamente. Entre Lobos y Cañuelas, con el cielo cubierto y la noche ya cayendo, la nieve se hizo presente. Primero copos pequeños, pero luego copos grandes que cubrían rápidamente la ruta y habían acumulado a los costados. Lo que siguió fue una mezcla de disfrute por la nieve, y preocupación por lo que pasaba en la ruta.

Nunca había visto tantos accidentes - menores por suerte - en tan poco tiempo. Es que en esta zona del país las personas no están acostumbradas a manejar con nieve, y los choques en la ruta se fueron sucediendo uno tras otro. Cuando alguno bajaba la velocidad, quien venía atrás sin respetar el espacio necesario para una calzada con nieve, terminaba impactando. Y al costado de la ruta había cientos de personas tomándose fotos, y hasta haciendo muñecos con la nieve que acumulaba.

Evento especial

Las condiciones para que Buenos Aires llegue a reportar nieve son poco frecuentes. Se han registrado otros eventos de nieve leve o aguanieve, pero muy lejos de nevadas francas como las de 1918 o la de 2007. En primero lugar, hay que saber que los copos de nieve se forman especialmente dentro del segmento de la nube con temperaturas entre -10 °C y -20 °C.

Nieve 1918
Así lucía la Plaza de Mayo el 22 de junio de 1918 la gran nevada del siglo XX.

Si el aire está muy frío, en lugar de nieve se desarrollan otros meteoros como por ejemplo el granizo blando o en algunos casos agujas de hielo. Además se necesita que haya la humedad suficiente para su formación, y que el perfil de temperatura hacia abajo se mantenga debajo de 0 °C hasta al menos muy cerca de la superficie. Tampoco deben aparecer zonas con menos humedad que destruyan los copos formados.

En el noreste de Buenos Aires este tipo de situaciones se dan, como en 2007, cuando sobre una gran masa de aire antártico una perturbación en altura aporte las condiciones de humedad y desarrollo de nubosidad necesaria. Si la componente del viento es marítima, es altamente probable que con mayor temperatura evite la formación de nieve. Para ello es necesario que el viento aporte frío desde el continente ayudando a mantener las bajas temperaturas. Si se da la misma lógica, habría que esperar otros 89 años para la próxima nevada. ¿Será así?