Estudio revelador a 10 años del accidente nuclear de Fukushima
Hace una década la central nuclear fue gravemente afectada por un tsunami, desencadenado por el cuarto terremoto más fuerte detectado en la Tierra en los últimos 500 años. Más de 20 mil personas murieron o desaparecieron. Nuevo estudio concluye sobre los peligros actuales para la salud.
Este jueves 11 de marzo se cumplen 10 años del terremoto de nueve grados en la escala de Richter y el posterior tsunami que provocó en Fukushima, Japón, el mayor accidente nuclear desde Chernóbil.
El terremoto se produjo a unos 130 kilómetros de la costa de Japón y a unos 32 de profundidad en el océano Pacífico. Fue bautizado como el Gran Terremoto de la Costa de Japón, con una magnitud de 9,1 MW en la Escala Sismológica de Magnitud de Momento, y catalogado como el cuarto terremoto más fuerte detectado en la Tierra durante los últimos 500 años.
Este fenómeno natural desencadenaría un tsunami con olas de hasta 15 metros de altura, golpeando la costa del país nipón con la mala suerte de encontrarse en su camino a la central nuclear de Fukushima Daiichi.
Las inolvidables imágenes del mar entrando en la tierra y arrasándolo todo a su paso, desde casas hasta automóviles y aviones, siguen provocando el mismo impacto una década después. Más de 20.000 personas murieron o desaparecieron y cerca de 160.000 fueron desplazadas. Decenas de miles de ellas tardaron varios años en poder volver a sus hogares. El agua superó el muro de protección de la central nuclear de Fukushima Daiichi y anegó el sistema eléctrico, incapacitando el de enfriamiento de los reactores.
“Autopsia forense”, a una década del accidente nuclear
Un década después, una nueva investigación recientemente publicada en la revista Science of the Total Environment acaba de documentar la presencia de nuevas y grandes partículas -de más de 300 micrómetros- y altamente radiactivas liberadas por uno de los reactores dañados.
De acuerdo a lo indicado por National Geographic España, Estas partículas, las cuales se depositaron dentro de una zona estrecha que se extiende unos 8 kilómetros al norte-noroeste del reactor, fueron encontradas durante un estudio de superficial del suelo a unos 3,9 kilómetros del mismo.
Según la investigación, estas nuevas partículas en cuya composición se han hallado isótopos de Cesio-134 y Cesio 137, reportan altos niveles de radioactividad que superan los 105 Bq.
La investigación, dirigida por el doctor Satoshi Utsunomiya y el estudiante graduado Kazuya Morooka, ambos del Departamento de Química de la Universidad de Kyushu, en Japón, encontró que dicha actividad radiactiva procedía concretamente de un agregado de nanopartículas de silicato en forma de escamas más pequeñas con una estructura similar al vidrio. Según los autores, estas nanopartículas probablemente tengan su origen en la absorción del cesio que componía el combustible volatilizado del reactor por parte los materiales de construcción que fueron dañados durante la explosión de hidrógeno de la Unidad 1.
El mapa de arriba indica la ubicación de la planta de energía nuclear de Fukushima Daiichi y la dosis de radiación a 1 metro sobre el suelo en noviembre de 2017. La estrella roja representa la ubicación de la muestra de suelo que contiene las partículas altamente radiactivas.
Utsunomiya indica que "Las nuevas partículas de las regiones cercanas al reactor dañado nos proporcionan una valiosa información y nos ofrecen una instantánea de las condiciones atmosféricas en el edificio del reactor en el momento de la explosión de hidrógeno, así como de los fenómenos fisicoquímicos que ocurrieron durante la fusión". Agrega que “una comprensión profunda de las formas de contaminación y su distribución es importante para la evaluación de riesgos y la confianza pública".
Impactos en la salud
Dada la alta radiactividad asociada con las nuevas partículas, el equipo del proyecto también estaba interesado en comprender sus posibles impactos en la salud.
En este sentido parece que hay motivos para la tranquilidad, ya que según explica Utsunomiya, debido a su gran tamaño es probable que los efectos sobre la salud de estas nuevas partículas se limiten a los peligros de la radiación externa por contacto con la piel.
"A pesar del muy alto nivel de actividad, esperamos que las partículas tengan un efecto insignificante en la salud de los seres humanos, ya que no se adherirían fácilmente a la piel" declara el investigador. "Sin embargo, debemos considerar los posibles efectos en otras criaturas vivientes, como los que se alimentan por filtración en los hábitats que rodean Fukushima Daiichi" aclara