Agricultores mantienen protestas en Europa mientras aguardan un encuentro clave
Desde hace varias semanas, los productores agropecuarios del viejo continente protestan en contra de las nuevas regulaciones ambientales y por la excesiva burocracia. Las claves para entender el conflicto.
Una revuelta de productores en distintos países de Europa mantiene en vilo al mundo entero. Desde hace varias semanas, agricultores de Francia, Italia, España, Rumania, Polonia, Grecia, Alemania, Portugal y Países Bajos mostraron su descontento en las calles ante el avance de regulaciones que, de aplicarse en forma completa, aseguran que los pondría en una posición crítica y al borde de la desaparición.
Esta situación puso en estado de alerta a todos los Gobiernos nacionales del bloque y a los organismos vinculados a la Unión Europea. Mas allá de que la agricultura representa apenas un 1,4 % del PIB regional, los productores ya mostraron de lo que son capaces en cada protesta al entorpecer la libre circulación o al interpelar a mandatarios frente a frente.
La ira también llegó a Bruselas por los objetivos medioambientales de la UE donde el Pacto Verde esta en el foco de la tensión. El acuerdo inicial tenía como objetivo introducir medidas que incluyen un impuesto al carbono, prohibiciones de pesticidas, restricciones a las emisiones de nitrógeno y restricciones al uso del agua y la tierra.
El por qué de las protestas
Los agricultores europeos se definen a si mismos como "pesimistas y enojados”. Tanto es así que generaron reclamos en 25 de los 27 estados miembro, donde se desempeñan unos 10 millones de agricultores.
La “transición ecológica”
La Unión Europea quiere frenar las emisiones de carbono y avanzar hacia un futuro más “verde” y reducir para 2040 en un 90 % las emisiones con respecto a los niveles de 2015. Dentro de esta transición, se busca además una reducción del 50 % en el uso de pesticidas, sin embargo las protestas de los agricultores lograron frenar esa decisión y postergarla.
Control a las importaciones
Los países de Europa del Este se ven afectados por la decisión que tomó la UE tras el inicio del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, cuando definió que las importaciones ucranianas gozarían de una reducción de aranceles. Los agricultores del resto del continente argumentan que dichos productos constituyen competencia desleal ya que no siguen las mismas restricciones que los producidos por ellos y por lo tanto ingresan con un precio muy atractivo.
Una situación similar se vive por el avance de las negociaciones (ahora estancadas) con el Mercosur, donde Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay podrían ingresar productos de economías regionales a valores muy atractivos. El reclamo de los agricultores europeos se centra en que “estos países utilizan hormonas de crecimiento, antibióticos y pesticidas, todos ellos prohibidos en la UE”.
Rentabilidad
Todas las decisiones vinculadas a disminuir el impacto ambiental que cada tipo de producción agropecuaria genera, repercute en los costos y por consiguiente en la rentabilidad de los productores. Esta clase de regulaciones, que se materializan con impuestos o quita de subsidios suelen afectar en mayor medida a quienes trabajan a baja escala.
En Francia el Gobierno propuso eliminar gradualmente una exención fiscal para los agricultores sobre el combustible diésel y Alemania empezó a gravar el diésel para tractores. En Países Bajos, el problema específico es la tributación del nitrógeno, que afecta a la producción industrial de cerdos y pollos. Todo esto es parte de una política de transición energética e implica mayores costos que -salvo excepciones- se deducen del precio que se les paga a los productores.
Impacto de la guerra
Los agricultores de todo el bloque afirman que el precio de la energía, de los fertilizantes y del transporte aumentaron fuertemente a partir del inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania. Con estos incrementos en el costo de la energía, se generan aumentos en el precio de los alimentos, algo que advirtió el propio FMI y que cada uno de los países intentó reducir con políticas intervencionistas.
Mientras los estados buscaban contener la escalada inflacionaria en alimentos, los precios que obtenían los agricultores registraban una caída de al menos 9 % durante el último año. Esto último fue advertido recientemente por el propio FMI.
¿Qué se está haciendo para calmar las protestas?
Los agricultores obtuvieron un compromiso de Bruselas el 31 de enero, cuando se anunció un retraso en las normas que les habrían obligado a reservar tierras para fomentar la salud del suelo y la biodiversidad. La Comisión Europea también dijo que extendería la suspensión de los derechos de importación sobre las exportaciones ucranianas por un año más, hasta junio de 2025, amplió la exención parcial de la regla de condicionalidad para las tierras en barbecho y se comprometió a retirar la propuesta que pretendía reducir el uso de pesticidas en un 50 % para 2030.
Los agricultores siguen insatisfechos con las medidas anunciadas, por eso crece la expectativa ante un próximo encuentro. La cita de los ministros de Agricultura de la región se dará el próximo 26 de febrero y en el encuentro se analizarán posibles nuevas concesiones para terminar con las protestas.