Alivio para el campo argentino: las lluvias mejoran la cosecha, pero ¿qué pasará ahora?

Las precipitaciones superaron las expectativas en la zona núcleo, beneficiando a los cultivos y alterando las proyecciones de cosecha. Sin embargo, las perspectivas climáticas plantean nuevos desafíos para el sector.

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Las lluvias recientes en la región núcleo mejoraron la condición de los cultivos tras meses de sequía y estrés térmico.

El frente de tormentas que comenzó durante el fin de semana y que aún persiste en algunas zonas del país le cambió la cara a la campaña agrícola en pocos días. Es que antes de las lluvias recientes, el agro argentino enfrentaba una fuerte sequía que afectaba las zonas productivas más importantes.

La falta de precipitaciones sostenidas desde diciembre generaron un escenario de alta vulnerabilidad para los cultivos de la región núcleo, afectando especialmente a la soja y el maíz.

El estrés térmico intensificó la crisis: durante enero, se registraron temperaturas máximas superiores a los 38 °C en varias zonas productivas, lo que aceleró la deshidratación de los suelos y redujo la capacidad de las plantas para absorber los escasos nutrientes disponibles. Esta situación provocó un marcado deterioro en los cultivos, generando pérdidas de rendimiento y obligando a muchos productores a replantear sus estrategias de manejo.

Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el déficit hídrico había reducido en un millón de toneladas las proyecciones de cosecha para la soja y el maíz. Con reservas de humedad en niveles críticos y sin pronósticos alentadores en el corto plazo, el panorama para la campaña 2025 era preocupante.

Llegó un respiro para el campo

En medio de este contexto adverso, las lluvias recientes superaron todas las expectativas. Alcanzaron entre 50 y 75 milímetros en varias localidades de la región núcleo, lo que generó una mejora significativa en la condición de los cultivos.

Los mayores beneficiados fueron la soja y el maíz, que lograron recuperarse parcialmente del estrés hídrico y térmico que los afectaba. En este sentido, desde la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) advirtieron que ""estas lluvias han sido determinantes. Llegaron en el momento justo para salvar gran parte del rendimiento potencial de los cultivos".

El impacto en el mercado de granos

Además del alivio en la producción, la llegada de las precipitaciones modificó el panorama del mercado de granos. Hasta la semana pasada, la incertidumbre climática mantenía en alza las cotizaciones internacionales, pero con la mejora en las condiciones del agro argentino, los precios de la soja y el maíz registraron caídas en la Bolsa de Chicago.

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La soja y el maíz lograron recomponerse gracias a las precipitaciones, aunque el futuro climático aún genera incertidumbre.

La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) destacó que los futuros de la soja retrocedieron hasta un 1,5 % en la rueda del día de ayer debido a que las lluvias mayores a lo previsto en nuestro país aliviaron las preocupaciones sobre el posible impacto negativo de la sequía. En el caso del maíz, "tras alcanzar precios superiores a los máximos de 15 meses logrados la semana pasada en la primera parte de la rueda, los futuros del cereal retrocedieron hasta cerrar prácticamente sin cambios respecto al ajuste previo".

Pese a este respiro momentáneo, los analistas del sector advierten que la estabilidad del mercado dependerá de la evolución climática en las próximas semanas. Si las lluvias continúan, la tendencia bajista podría consolidarse pero si vuelven las condiciones secas, los precios podrían repuntar rápidamente.

El clima en las próximas semanas: ¿qué esperar?

Si bien las lluvias trajeron alivio, la incertidumbre climática persiste. Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), las temperaturas en febrero, marzo y abril serán superiores a lo normal en gran parte del país, especialmente en el Litoral, el este de Buenos Aires y el oeste de la Patagonia.

Desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires advierten que la variabilidad climática será un factor clave en los próximos meses, porque si bien las lluvias recientes fueron fundamentales, no garantizan un desarrollo óptimo de los cultivos hasta la cosecha. Y en lo sucesivo, en zonas clave para la producción agrícola, como el Litoral y la provincia de Buenos Aires, las lluvias estarán dentro de los valores normales o incluso por debajo del promedio, lo que podría generar nuevos episodios de estrés hídrico en los cultivos.

Adaptación y estrategias para el agro

Ante este panorama incierto, los productores deben reforzar sus estrategias para mitigar los efectos de posibles sequías o eventos climáticos extremos en el corto y mediano plazo. Aquí, el manejo eficiente del agua y el agronómico en el tratamiento de los cultivos serán un factor determinante.

Además de los análisis de suelo, el uso de la siembra directa o la rotación de cultivos, la elección de variedades más resistentes al estrés térmico será una condición sine qua non para mejorar la productividad en condiciones climáticas adversas.

En lo sucesivo, será determinante contar con información precisa y actualizada para tomar mejores decisiones y reducir riesgos productivos. La situación climática sigue siendo incierta, porque las altas temperaturas proyectadas para los próximos meses y la menor probabilidad de lluvias podrían volver a generar dificultades para el desarrollo de los cultivos.