El árbol foráneo que aterroriza los incendios estivales del sur de Argentina
La intervención del hombre en los ecosistemas debe ser regulada con precisión quirúrgica ya que las consecuencias pueden ser devastadoras. Eso es lo que sucede en la región patagónica de la Argentina con "un visitante no deseado".
Cada año, miles y miles de hectáreas de bosque perecen a causa del fuego en la Patagonia Argentina. En su gran mayoría, los incendios son provocados por el hombre -incluso de manera intencional- dejando enormes consecuencias ambientales, sociales y económicas.
Según Chequeado, una organización no gubernamental, sin fines de lucro, no partidaria, cuya misión es contribuir a mejorar la calidad del debate público para fortalecer el sistema democrático, estas son las cifras de los incendios en nuestro país en los últimos años. Los datos sobre las superficies afectadas por incendios reportados entre 2019 y 2023 son alarmantes.
AÑO | SUPERFICIE |
---|---|
2019 | 490.355 Ha |
2020 | 1.158.129 Ha |
2021 | 326.341 Ha. |
2022 | 739.158 Ha |
2023 | 500.431 Ha |
Tomando como referencia estas cifras, que reportan las provincias a la Subsecretaría de Ambiente del Ministerio del Interior, San Luis y Mendoza fueron las que registraron mayor superficie incendiada. |
Si bien las razones por las cuales se origina el fuego sin múltiples, un grupo de investigadoras del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA), un organismo de bipertenencia entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Universidad Nacional del Comahue (UNCo) puso foco en el control de especies vegetales foráneas que, luego de cada incendio, avanzan sobre los bosques nativos y el equilibrio de los ecosistemas. Según las reforestaciones, esas especies son pino Ponderosa, pino Murrayana, pino Oregón y pino Radiata.
El origen del problema en la Comarca Andina
A diferencia de lo que ocurre con otros en la Patagonia, este bosque esta formado principalmente por pino del norte, que se plantó en la década del 70 en praderas abandonadas que antes se utilizaban para el pastoreo. Por aquel entonces, el Gobierno impulsó un programa de reforestación totalmente subvencionado para promover la industria maderera en la región. En aquel momento, nadie hablaba de ecología o le prestaba atención al medio ambiente, por eso pensaron que sería una gran idea plantar con una especie de árbol que creciera rápidamente.
Esas licencias forestales se otorgaban por miles de hectáreas sobre tierras públicas, donde se le pagaba al empresariado por “limpiar” lo que había, vender lo que se extraía y luego se volvían a dar fondos para la reforestación y exenciones impositivas. Todo esto ocurrió con escaso control en cuanto a quienes habitaban esas tierras, lo que luego generó enfrentamientos que continúan hasta el día de hoy.
Estas “invasiones biológicas” con el correr de los años comenzaron a generar una preocupación a nivel mundial por los impactos ambientales y productivos que ocasionan. En el norte de la Patagonia, la presencia de pinos hoy alcanza una superficie cercana a las 100 mil hectáreas.
El gran problema es que muchas de estas especies están adaptadas al fuego gracias a sus características morfológicas -como por ejemplo rebrotes-, mediante una corteza muy gruesa o gracias a la serotinia. Lo que ocurre es que las piñas de los pinos (que son las estructuras reproductivas) permanecen cerradas hasta la madurez almacenadas en las copas, se abren con el calor y dispersan las semillas dando lugar a un nuevo individuo.
El golpe silencioso al agua subterránea
Además del riesgo de incendio que se retroalimenta y de la pérdida masiva de biodiversidad que provocan estas especies forestales, se esta investigando cuál es el impacto sobre el uso del agua subterránea, que es fundamental para este tipo de ecosistemas. Hasta ahora, sólo existe información sobre la experiencia en Chile -donde las forestaciones están más extendidas- y lo que se sabe es que a medida que aumenta el porcentaje de tierras ocupadas con pinos disminuye la disponibilidad de agua subterránea de manera proporcional.
Si el objetivo de Argentina es duplicar su superficie forestal para el 2030 y estos problemas deben tratarse seriamente si queremos evitar un desastre ambiental en la región patagónica.