Argentina y el superalimento del momento: ¿puede competir en el boom global de las almendras?

El consumo global de almendras no para de crecer. Argentina tiene el potencial de posicionarse como un jugador clave en este mercado en expansión.

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Argentina apuesta a exportar almendras: la apertura de mercados internacionales representa una oportunidad para el crecimiento de este sector emergente.

La demanda global de almendras está en auge. Este fruto seco, reconocido como un superalimento, se alinea con las tendencias alimenticias saludables y plant-based, impulsando su popularidad.

En los últimos años, el consumo mundial de almendras creció de manera exponencial, impulsado por un cambio en los hábitos alimenticios hacia dietas más saludables y sostenibles. La almendra, considerada un superalimento, no solo es valorada por su alto contenido en antioxidantes, vitaminas y grasas saludables, sino también por su versatilidad culinaria.

Aunque Estados Unidos domina el mercado, regiones de Argentina como Mendoza, San Juan y la Patagonia podrían jugar un rol clave en el abastecimiento de este valioso commodity.

Un factor clave detrás de este auge es el crecimiento de productos plant-based como la leche de almendras, utilizada como sustituto de la leche de vaca. En Argentina, el consumo de almendras aumentó un 500 % desde 2018, en paralelo con el crecimiento de las dietéticas y la adopción de hábitos alimenticios más conscientes.

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La leche de almendra es un ícono del movimiento plant-based que combina sabor y nutrientes.

La almendra es conocida por reducir el colesterol, fortalecer los huesos y prevenir enfermedades cardiovasculares. Este posicionamiento impulsó su consumo como snack, en barras de cereal, granolas y como ingrediente en recetas sin gluten.

Argentina, un país productor de almendras de calidad

Aunque Argentina no es autosuficiente en producción de almendras y depende de importaciones para satisfacer el 40 % de su consumo interno, el país tiene un enorme potencial productivo. Mendoza, con el 92,7 % de la superficie cultivada, lidera la producción nacional gracias a su clima seco y cálido, ideal para los almendros.

La provincia logró integrar programas público-privados, como los liderados por la Asociación Frutos Secos de Mendoza y el Instituto de Desarrollo Rural (IDR), para fomentar el desarrollo del cultivo. Estas iniciativas permitieron incorporar tecnología, como riego por goteo y protección contra heladas tardías, mejorando la productividad.

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Plantaciones de almendros en Mendoza: una combinación de clima ideal y técnicas modernas de riego que potencian la producción local.

Las posibilidades de desarrollo de la actividad son enormes, por eso vale la pena mencionar un caso que se dio a conocer en los últimos meses, el de la familia Irastorza, en Bahía Blanca. Con 20 hectáreas de almendros, lograron rendimientos que, aunque aún distan de los niveles de California (zona de alta productividad en Estados Unidos), apuntan a estándares internacionales.

San Juan y Patagonia también emergen como regiones productoras. La primera enfrenta desafíos climáticos como el viento Zonda, mientras que la Patagonia se destaca por su calidad gracias a variedades de floración tardía protegidas con sistemas avanzados de riego.

El futuro de la almendra en nuestro país

Argentina debe seguir trabajando para consolidarse como un productor competitivo. Los altos costos de producción, la dependencia de importaciones y la limitada superficie cultivada representan barreras importantes.

Sin embargo, la reciente apertura del mercado brasileño, que permite exportar almendras con y sin cáscara, ofrece una gran oportunidad para el sector. Brasil importó 4.255 toneladas de almendras en 2023, en su mayoría desde Estados Unidos, pero ahora Argentina puede competir en este mercado gracias a la calidad de su producto.

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La almendra, un ingrediente estrella en la cocina: utilizada en postres, snacks saludables, leche vegetal y harinas sin gluten, es sinónimo de versatilidad y sabor.

Otro factor a considerar es el crecimiento del mercado interno, que junto con un incremento global en la demanda de frutos secos como alimentos saludables, posiciona al país en un momento clave para invertir en el sector. Además, la implementación de nuevas tecnologías, como lectores ópticos para el descascarado y selección de almendras, junto con un enfoque en variedades adaptadas al clima argentino, podría mejorar significativamente los rendimientos.

El superalimento que impulsa la economía local

La almendra no solo es valorada por su sabor y versatilidad, sino también por sus beneficios para la salud: es rica en grasas monoinsaturadas, fibra, vitaminas B y E, y minerales como calcio y magnesio. Estos nutrientes ayudan a prevenir enfermedades cardiovasculares, fortalecer los huesos y mantener una piel saludable.

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La cosecha de almendras requiere precisión: desde la recolección manual hasta el descascarado y selección óptica para garantizar la máxima calidad.

En Mendoza, la capital nacional de la almendra, los productores lograron posicionar el fruto como un símbolo de calidad y sostenibilidad. El uso de prácticas agrícolas responsables y la inversión en infraestructura permitieron un crecimiento sostenido del sector en los últimos años.

Una oportunidad para la Argentina

El auge de la demanda global de almendras abre una puerta para que Argentina se consolide como un jugador relevante en este mercado en expansión. Con el apoyo de programas de desarrollo, la diversificación productiva y la apertura de mercados internacionales, el país tiene el potencial de convertirse en un líder regional en la producción de este superalimento.

El desafío está en superar las barreras actuales, como los altos costos y la dependencia de importaciones. Resolviendo estos detalles, se podrán aprovechar plenamente las oportunidades que presenta este mercado en constante crecimiento.