Aumenta el conocimiento y la preocupación por las “sequías repentinas”
En contrapartida a las "flash flood", estos periodos repentinos de sequedad afectan gravemente a sectores vinculados al agro y el agua. ¿Cuál es el grado de conocimiento actual y de qué manera se pueden mitigar sus impactos?
Las inundaciones repentinas se han popularizado en los últimos años, tanto entre la sociedad en general debido a un aumento de estos eventos y su posibilidad de capturarlos mediante cámaras y teléfonos móviles, como así también entre la comunidad científica, en donde hay cada vez un conocimiento mayor de la problemática con especialistas enfocados en esta pequeña escala espacio-temporal.
En simples palabras, las inundaciones repentinas (flash flood, en inglés) son un tipo específico de inundación que ocurre en un corto periodo de tiempo, típicamente después de un evento de precipitación torrencial que generalmente es menor a 6 horas, aunque también pueden deberse por rotura de presas o fusiones bruscas del manto nivoso por ejemplo. Pueden afectar lugares agrestes como ciudades populosas, y son especialmente virulentas en zonas de orografía compleja, debido a las pequeñas dimensiones de las cuencas hidrográficas y a las elevadas pendientes del terreno.
Recientemente, la profesora en Geociencias antonia hadjimichael, las definió en un artículo publicado por The Conversation como aquellas sequías que comienzan y se intensifican rápidamente, durante períodos de semanas a meses, en comparación con los años o décadas de las sequías convencionales
Aun así, pueden causar daños económicos sustanciales, ya que las comunidades tienen menos tiempo para prepararse para los impactos de una sequía que evoluciona rápidamente. Pueden, además, aumentar los riesgos de incendios forestales, causar escasez en el suministro público de agua y reducir el caudal de los arroyos, lo que perjudica a peces y otras formas de vida acuática.
Menos lluvias, más calor
De acuerdo a la columna de la especialista, las sequías repentinas generalmente resultan de una combinación de precipitaciones más bajas de lo normal y temperaturas más altas. Juntos, estos factores reducen la humedad general de la superficie terrestre.
El agua circula constantemente entre la tierra y la atmósfera. En condiciones normales, la humedad de la lluvia o la nieve se acumula en el suelo durante las estaciones húmedas. Las plantas extraen agua a través de sus raíces y liberan vapor de agua en el aire a través de sus hojas, un proceso llamado transpiración. Parte de la humedad también se evapora directamente del suelo al aire.
Los científicos se refieren a la cantidad de agua que podría transferirse de la tierra a la atmósfera como demanda por evaporación, una medida de cuán “sedienta” está la atmósfera. Las temperaturas más altas aumentan la demanda de evaporación, lo que hace que el agua se evapore más rápido. Cuando el suelo contiene suficiente humedad, puede satisfacer esta demanda.
Pero si se agota la humedad del suelo, por ejemplo, si la precipitación cae por debajo de los niveles normales durante meses, la evaporación de la superficie terrestre no puede proporcionar toda la humedad que exige una atmósfera sedienta. La humedad reducida en la superficie aumenta la temperatura del aire superficial, secando aún más el suelo. Estos procesos se potencian entre sí, haciendo que la zona sea cada vez más caliente y seca.
Predictibilidad de las sequías repentinas y la importancia de la alerta temprana
Las sequías convencionales, como el Dust Bowl de la década de 1930 o la sequía actual de 22 años en el suroeste de los EE.UU., se desarrollan durante períodos de años. Pero estas, de tipo repentina, comenzaron a recibir más atención en EE.UU. después de eventos notables en 2012, 2016 y 2017 que redujeron el rendimiento de los cultivos y aumentaron los riesgos de incendios forestales. Por ejemplo, en 2012, las áreas del Medio Oeste que habían tenido condiciones de precipitación casi normales hasta mayo, cayeron en condiciones de sequía severa en junio y julio, lo que causó daños por más de 30 mil millones de dólares.
Predecir eventos de sequía repentina que ocurren en escalas de tiempo mensual o semanal es mucho más difícil con los datos y las herramientas actuales, en gran parte debido a la naturaleza caótica del clima y las limitaciones en los modelos climáticos. Según la especialista, es por eso que los meteorólogos no suelen hacer proyecciones más allá de los 10 días: hay mucha variación en lo que puede suceder en períodos de tiempo más largos.
Las consecuencias del cambio climático podrían agravar la variabilidad de las precipitaciones, haciendo que sea más difícil pronosticar y prepararse para estos eventos repentinos con anticipación.
Sin embargo, la esperanza actual recae según la autora en las nuevas herramientas de monitoreo, que miden la demanda evaporativa y pueden proporcionar alertas tempranas para las regiones que experimentan condiciones anormales. La información de estos sistemas puede dar a los agricultores y las empresas de servicios públicos suficiente tiempo de anticipación para ajustar sus operaciones y minimizar sus riesgos.