Australia bajo fuego
El país vive su peor temporada de incendios forestales. Las llamas arrasaron 13 millones de hectáreas y los víctimas fatales superan la docena. Las claves para entender qué está pasando y cuál es el rol del clima en todo esto.
Desde septiembre del año pasado, los incendios en Australia llevan un saldo de al menos 24 muertos, 13 de ellas en lo que va del 2020, y decenas de desaparecidos. Hasta el momento 1.200 viviendas fueron consumidas por las llamas. Los incendios están ocurriendo en zonas de la costa este y sur del país, incluyendo áreas alrededor de Sidney y Adelaida que es la zona de mayor población.
En Nueva Gales del Sur, estado del sudeste australiano, se quemaron más de cuatro millones de hectáreas (una hectárea equivale a 10.000 metros cuadrados). Para poner esta cifra en contexto, se cree que en 2019, cerca de 900.000 hectáreas se quemaron durante los incendios de la Amazonía, y 800.000 en los incendios de California, Estados Unidos.
Un estudio reciente de la vida silvestre de Nueva Gales del Sur, estima que cerca de 500 millones de animales fueron alcanzados por las llamas, incluyendo miles de ovejas y vacas de las zonas rurales. Los canguros, al ser relativamente veloces, pueden escapar del fuego a menos que queden rodeados, pero los koalas, que se desplazan mucho más despacio, son las principales víctimas en los incendios.
¿Por qué son tan feroces en comparación con otras temporadas?
Australia siempre tuvo incendios forestales, incluso tiene una temporada de incendios, pero este año son peores que otros años y esto se debe a varios factores. Australia está transitando una primavera y verano extremadamente caluroso y seco, situación favorecida por el Dipolo del Océano Índico, oscilación intraestacional que estuvo muy presente en los últimos meses.
Además de las pocas lluvias, las temperaturas son extremadamente elevadas. En 2019 Australia estableció dos veces un nuevo récord de temperatura. El 17 de diciembre alcanzó una temperatura promedio de 40,9ºC, y al día siguiente 41,9ºC. Ese país se volvió más caluroso en las últimas décadas debido al cambio climático, y se espera que continúen incrementándose, lo que contribuirá a que los incendios se vuelvan más frecuentes y más intensos.
Otra de las causas detrás de los incendios en Australia son las amplias extensiones de eucalipto, un árbol típico de esta parte del mundo. Este árbol, y otras especies de la misma familia, contienen aceites en sus hojas que pueden volverlos más inflamables. Además, tienen largas cintas de corteza que se desprenden en esta época del año, y generan un combustible adicional para que el suelo arda. A su vez, esta corteza puede actuar como una escalera para hacer llegar el fuego desde el suelo hacia las copas de los árboles.
En los últimos tres meses, los incendios inyectaron a la atmósfera dos tercios del dióxido de carbono que ese país emite en todo un año. El CO2 es uno de los principales gases de efecto invernadero que contribuye al cambio climático global, lo que genera patrones climáticos más extremos y temperaturas cada vez más altas, aumentando aún más el riesgo de incendios forestales que se extienden más rápido y por más terreno.
Y así, mientras este infierno que se repite año a año en distintas regiones del mundo, los principales gobiernos mundiales continúan haciendo la vista gorda a la crisis climática sin comprometerse seriamente a alcanzar los objetivos de reducción de los gases de efecto invernadero, a fin de reducir o hacer menos severos los efectos del cambio climático.