El boom del pistacho: por qué crece tanto la producción de este particular fruto en Argentina
Se puso de moda y ahora todos lo quieren, por eso el pistacho crece en área cultivada. Es la gran apuesta en Mendoza como alternativa al cultivo de vid.
El pistacho es un producto en expansión a nivel mundial, tanto en producción como en consumo. Es cada vez más demandado, tanto por sus cualidades saludables, nutricionales y curativas como por su uso en la gastronomía de alto nivel.
Una de sus características particulares es que hay pocas zonas de cultivo donde puede desarrollarse, ellas son Medio Oriente, Estados Unidos, España y Argentina. Es justamente en nuestro país donde en los últimos años ganó protagonismo, especialmente en la Región Cuyo.
La producción de frutos secos (donde se destacan nueces y almendras) no es una novedad en esa zona del país y mucho menos en Mendoza, donde el pistacho esta pisando fuerte. En la provincia hay 9.500 hectáreas cultivadas con este tipo de productos, que generan una producción de 25.000 toneladas al año.
En esta zona lo tradicional era el cultivo de vid, sin embargo éstas dejan cada vez menos dividendos y en muchos casos las plantaciones están agotadas. Por ese motivo, miles de agricultores buscan nuevas oportunidades e inspeccionan cultivos que se amolden a las condiciones climáticas locales.
Según el Relevamiento Nacional de Frutos Secos 2016-2017, entre 2010 y 2016, prácticamente no varió la superficie de pistacho (31 ha.), pero para 2021 el número había crecido a 323 ha. Un año después, el pistacho duplicó la superficie y el año pasado la Asociación Frutos Secos de Mendoza (AFSM) confirmó que existe producción en 770 ha., casi 25 veces más que en 2016.
Entidades como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) junto con empresas privadas trabajan en la zonificación del cultivo, es decir, buscan saber si la planta va a funcionar en el lugar donde se decidió plantarla. Esto es clave ya que el árbol requiere unas condiciones de clima y suelo especiales, y es necesario antes de invertir saber si el lugar es indicado.
El cultivo no es para ansiosos: hay que esperar unos 7 u 8 años para la primera buena cosecha, pero sin dudas que vale la pena esperar. Existe un mercado muy pujante y con mucha demanda internacional donde se llega a pagar entre 9.000 a 10.000 dólares la tonelada.
El cambio climático juega a favor del pistacho
Las nuevas variedades de pistacho, gracias a los avances de la biotecnología, permiten que los productores se animen a invertir en este cultivo porque dan respuesta a las dudas que se generan desde el punto de vista climático. Las lluvias de febrero que podrían afectar a cultivos como el pistacho ya no se generan con la intensidad habitual, por lo tanto si se cuenta con la protección adecuada de la planta ante el granizo o las heladas, la tasa de éxito crece notablemente.
Sin embargo, existen algunos desafíos pendientes para lograr que la producción se mantenga en la senda del crecimiento. Por un lado, es importante destacar que la variabilidad climática representa un riesgo creciente, con eventos extremos que pueden afectar la producción. Por otra parte, los recursos hídricos y la gestión eficiente del agua son cuestiones clave para trabajar, más aún en zonas como Mendoza, donde el agua es un recurso escaso.
Un snack saludable
El pistacho, al igual que los demás frutos secos, ayuda a combatir el colesterol o las llamadas “grasas malas”. También posee un alto contenido de hierro, por lo que se recomienda a personas con anemia, o para quienes practican deportes con alta intensidad.
Un estudio realizado en Estados Unidos por el Centro Nacional para la Información Biotecnológica (NCBI) destacó que el cultivo posee vitaminas E, B2 y B6, que impactan en el estado de ánimo y permiten enfrentar mejor los cuadros de estrés. El pistacho contiene además calcio, magnesio, potasio, fibra y antioxidantes, siendo un gran aliado para el control del peso corporal y evitar afecciones cardíacas
Los pistachos son un verdadero tesoro nutricional que ayuda a mejorar algunas funciones del organismo, como mejorar la función cognitiva. También se asocia con una modulación positiva de la microbiota intestinal humana y a través de los polifenoles puede contribuir a la regulación de la glucosa en la diabetes tipo 2.