Boom productivo: un cultivo que crece en Argentina se utiliza como combustible para los aviones
Se trata de una oleaginosa que se produce en nuestro país y se exporta a Francia. Con ella se produce un aceite que sirve de insumo para la fabricación de biocombustibles.
Uno de los grandes desafíos que tiene la producción industrial es la de encontrar materias primas que no dañen el medioambiente, que tengan disponibilidad permanente y que al mismo tiempo no compitan con los alimentos. Este último punto es clave en un mundo que demanda cada vez más proteínas de origen animal y vegetal.
La carinata (brassica carinata, su nombre científico) reúne todas estas características. Es una oleaginosa que se cultiva en todo el mundo y desde hace pocos años comenzó a instalarse cada vez más en nuestro país. Como los granos poseen un 48 % de aceite no comestible, se utiliza para la producción de biocombustibles de segunda generación para la industria aeronáutica y en menor medida para la generación de harina para alimentación animal.
Este esquema productivo va “de punta a punta”, desde la semilla, el grano, el aceite, la harina y los biocombustibles. En Argentina, una empresa desarrolla los materiales para la siembra, compra la producción y garantiza la exportación con un precontrato. Con esta materia prima se genera tanto el aceite como el biocombustible y finalmente es BP (British Petroleum) el que tiene los derechos para la comercialización del producto terminado a nivel global.
Hablamos de un cultivo certificado y sostenible que brinda al productor una alternativa más para la diversificación de cultivos en la rotación. Lo interesante de esta especie para nuestra región es que -a diferencia de la soja- se trata de una oleaginosa de invierno que se siembra en abril / mayo y se cosecha en noviembre.
El punto de partida para la carinata en nuestro país se dio en 2019, cuando un grupo de productores sembró las primeras 1.500 hectáreas. Hoy en día ese número se multiplicó de manera exponencial, llegando a varias regiones. Del total que se produce localmente, el 50 % se ubica en Entre Ríos y el resto se reparte sobre todo entre Buenos Aires y Santa Fe y en menor medida en Santiago del Estero, Corrientes, Formosa y Chaco.
Un cultivo para luchar contra el cambio climático
El mercado de la carinata es un tanto exclusivo, ya que básicamente este cultivo es el insumo fundamental para la fabricación del Sustainable Aviation Fuel (SAF). Con la carinata, se puede reducir de manera significativa el impacto ambiental que genera la industria aeronáutica al recortar de manera significativa las emisiones de dióxido de carbono.
Las emisiones van en línea creciente y la aviación esta en la búsqueda de una solución sustentable para reemplazar combustibles fósiles por aquellos que disminuyan el impacto ambiental. El compromiso de la industria es llegar con una reducción del 50 % hacia 2030 y para 2050 llevarlo a cero emisiones, por eso el SAF es determinante para el futuro de la aviación, ya que permite bajar hasta el 80 % la emisión de dióxido de carbono.
La importancia agronómica
Las empresas que producen estas semillas desarrollaron distintas innovaciones que permitirían no sólo aumentar los rendimientos por hectárea, sino también la posibilidad de acortar los ciclos productivos de manera que se pueda liberar antes el lote para encarar luego la campaña estival.
Este cultivo que brinda una muy buena cobertura en el suelo, con un aporte de 10 toneladas de materia verde por hectárea y de 6 toneladas de raíces. Además facilita la infiltración de agua, la oxigenación y la recirculación de nutrientes adentro del perfil.
Otro dato que suma puntos a favor para la carinata es que permite un mejor control de malezas. El secreto radica en que la planta no deja llegar el sol al suelo y eso impide el crecimiento de malezas, por lo que se reduce el uso de agroquímicos y se trabaja mejor tanto con tolerantes como resistentes.
Su nivel de rendimiento promedio a nivel nacional -desde Buenos Aires hasta Chaco– se ubica sobre los 1.500 kilos por hectárea. Y en regiones puntuales como Entre Ríos, Santa Fe y norte bonaerense, esta cifra puede llegar a los 1.800 kilos por hectárea.