Brasil hundió un portaaviones “fantasma” que cargaba toneladas de tóxicos
El buque de origen francés deambulaba por el Atlántico cargando 9,6 toneladas de amianto así como 644 toneladas de tintas y "otros materiales peligrosos". Fue vendido a Turquía aunque luego este gobierno rechazo su ingreso. La polémica continúa.
La Marina de Brasil hundió el pasado viernes 3 el portaaviones 'Sao Paulo', que desde hace cinco meses navegaba sin rumbo por el Océano Atlántico convertido en una embarcación “fantasma”.
El naufragio ha tenido lugar a 350 kilómetros de la costa brasileña, en un área con una profundidad de 5.000 metros, todo ello siguiendo competencias de seguridad para evitar posibles pérdidas logísticas, operativas, ambientales y económicas al Estado brasileño, según ha informado la Armada en un comunicado.
Por tal motivo, la Procuraduría brasileña presentó días previos un nuevo recurso ante la Justicia para impedir el hundimiento por razones ambientales, sin embargo el hecho fue finalmente autorizado por la justicia federal.
El suceso también generó revuelo en el ámbito político local. Acaloradas discusiones se dieron entre los ministros brasileños José Múcio Monteiro (Defensa) y Marina Silva (Medio Ambiente), ya que este último defendía la tesis de la Fiscalía de Brasil, que rechazó forzar el hundimiento apelando al riesgo ambiental.
El área para el hundimiento del portaaviones fue seleccionada en base a estudios realizados por el Centro de Hidrografía de la Marina y el Instituto de Estudios del Mar Almirante Paulo Moreira, prestando especial atención a la mitigación de impactos en la salud pública.
La técnica utilizada para el hundimiento contó con el accionar de buzos, quienes colocaron explosivos para perforar el casco y aumentar el flujo de agua hacia el interior del barco, hasta sumergirlo por completo.
Turquía prohibido la entrada del portaaviones de Brasil
El portaaviones 'Sao Paulo' fue construido en Francia en 1963. Tenía 266 metros de eslora, capacidad para albergar 1.300 tripulantes y transportar 30 cazabombarderos.
Brasil lo compró en el 2001 por 12 millones de dólares, pero lo desactivó en el 2017 porque estuvo más tiempo en puerto que en alta mar.
Actualmente presentaba un estado tan deteriorado que apenas podía fondear. Fue vendido en 2021 por la Armada a un astillero turco especializado en desguace de barcos, pero el Gobierno de Turquía revocó la autorización a la embarcación y tuvo que retornar poco antes de llegar al Estrecho de Gibraltar.
Desde entonces, el segundo y último portaaviones de la flota de la Marina de Brasil vagaba por el Atlántico, ante la negativa de los puertos, incluso los brasileños, de recibirlo. Su presencia generaba protestas en todo el mundo, a tal punto que Greenpeace ha llegado a monitorearlo en tiempo real.