Buscan que una serie de datos sean tratados como Patrimonio Mundial
Datos recopilados por largo tiempo tienen una validez enorme para conocer el mundo en el que vivimos. Por eso buscan que ciertas series de datos se resguarden y sean preservados como un Patrimonio de la Humanidad.
Algunas observaciones que se han registrado a lo largo de los siglos ahora resultan muy útiles para poder abarcar el comportamiento del clima más allá de los datos observados. Tal como indica en un informe Eos, en el año 2021, los famosos cerezos de Kyoto, en Japón, alcanzaron su plena floración el 26 de marzo, lo que representó la fecha más temprana en más de 1.200 años. La pregunta obvia es cómo se puede llegar a esta conclusión.
Ese dato lo conocemos porque a lo largo de los siglos, y podríamos decir que durante más de un milenio, los observadores han registrado este importante acontecimiento fenológico y cultural en los diarios de la corte imperial y en los anuncios de los periódicos. Hay trabajos científicos accesibles muy interesantes sobre este tema, como el de Yasuyuki Aono y Keiko Kazui de 2008, o el del grupo de Nikolaos Christidis realizado en 2022.
El resultado de este registro a lo largo de más de un milenio es un importante e irremplazable registro del cambio climático, que documenta fechas de floración más tardías que la media durante los periodos fríos de 1330-1350, 1520-1550, 1670-1700 y 1825-1830 y fechas de floración progresivamente más tempranas desde 1900 aproximadamente, a medida que ha ido aumentando la influencia del calentamiento global. Este archivo de datos antiguos, que comenzó a confeccionarse desde el siglo IX es un registro claro y continuo del impacto humano sobre el medio ambiente global, y tal vez algún día demuestre nuestra capacidad para revertir esos efectos, dice el informe.
La importancia de medir
Las acciones humanas, rituales o repetitivas a la hora de tomar datos, han dado lugar a conjuntos de registros datos que aportan conocimientos importantes e inesperados sobre la vida y nuestras interacciones con el entorno. El caso más famoso es el de Charles Keeling que en marzo de 1958 realizó la primera de muchas mediciones de los niveles atmosféricos de dióxido de carbono (CO2) en Mauna Loa, Hawai. Sus observaciones luego se conocieron como la curva de Keeling, que midió una concentración de 313 partes por millón (PPM) al iniciar el proceso.
Sus datos revelaron el patrón estacional natural de la "respiración" de la biosfera, ya que el CO2 atmosférico disminuye rápidamente durante la transición de la primavera al verano en el hemisferio norte, a medida que las plantas en crecimiento absorben el gas, y luego aumenta gradualmente durante el invierno.
Tras unos pocos años de muestreo, se hizo evidente que las concentraciones de CO2 no sólo oscilaban estacionalmente, sino que también aumentaban con el tiempo. Lejos de sus valores iniciales, el 30 de abril de 2023, la concentración media diaria de CO2 atmosférico medida en Mauna Loa era de unas 423 partes por millón. La curva de Keeling ha proporcionado pruebas convincentes, complementadas con redes mundiales de estaciones de control de CO2, de cómo la combustión de combustibles fósiles ha alterado la química de la atmósfera de la Tierra.
Luego, poco después de que Keeling comenzara sus observaciones en Mauna Loa, Gene Likens, Herb Bormann y Noye Johnson empezaron a medir la química de las precipitaciones y las muestras de agua de arroyos recogidas cada semana en la cuenca del arroyo Hubbard, en las Montañas Blancas de New Hampshire. Descubrieron los valores elevados de acidez de las muestras de lluvia que recogían y lograron demostrar que la lluvia ácida procedía de la liberación de óxidos de azufre y nitrógeno de las centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles y que estos aportes ácidos estaban dañando los bosques y las aguas dulces.
Datos que llevaron a leyes eficaces
El descubrimiento gracias a las observaciones de Herb Bormann y Noye Johnson llevó a una legislación de Aire Limpio en Estados Unidos, y ha demostrado como con datos se puede accionar. Hoy ha quedado demostrado como esta legislación logró reducir la acidez de la lluvia y la nieve, así como en la mitigación de los impactos heredados de la lluvia ácida sobre la salud de los bosques, los suelos y los arroyos.
El reporte de EOS es claro sobre este tipo de estudios de larga duración al indicar que la mayoría de los conjuntos de datos que sobreviven durante muchos años, décadas o más se mantienen no sólo gracias a la financiación, sino también a una combinación de buena suerte y pura fuerza de voluntad. Aun así, la mayoría se mantienen en el filo de la navaja financiera, siempre a punto de ser interrumpidos por una propuesta rechazada o una desafortunada casualidad.
Por todo ello, es que este tipo de datos son tan valiosos, tan esenciales para comprender el mundo que nos rodea y el lugar que ocupamos en él, que es ilógico e irresponsable dejar su continuidad en manos del destino o de los ciclos de financiación. Estos conjuntos de datos forman parte del patrimonio de la humanidad y deben ser tratados en consecuencia. Es por ello que desde esta ONG, se propone la necesidad de que una organización internacional designe los conjuntos de datos a largo plazo de valor universal como "Conjuntos de Datos del Patrimonio Mundial".