Cohete chino fuera de control, ¿cuándo y dónde puede caer?
Las agencias espaciales del mundo están en alerta monitoreando al gran cohete chino Long March 5B, que se encuentra a la deriva y se dirige hacia la Tierra. ¿Se logrará desintegrar totalmente en la atmósfera? Y si no lo hace, ¿dónde y cuándo podrían impactar los restos de chatarra espacial?
El 29 de abril de 2021, se daba a conocer la noticia de que China había completado exitosamente el lanzamiento del primer módulo “Tianhe” (que paradójicamente significa “armonía celestial”), para empezar a ensamblar la Estación Espacial Modular China, Tiangong. Este primer módulo central fue lanzado en un cohete Long March 5B que salió desde el Centro de Lanzamiento de Wenchang, en la isla sureña de Hainan, según informó la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China (CASC).
Esa parte de la misión fue exitosa porque el módulo ya está en órbita, pero los problemas comenzaron a aparecer cuando los restos de este gran cohete quedaron a la deriva en una órbita errática; y en su retorno al planeta esta chatarra espacial que viaja a más de 28 mil kilómetros por hora y pesa 21 toneladas, podría no llegar a desintegrarse completamente cuando entre en contacto con nuestra atmósfera (con unos 1250°C de fricción atmosférica), quedando los elementos que no se quemen con una velocidad terminal de 200km/h.
Probabilidad baja, pero no nula
Es cierto que el 71% de la superficie del planeta Tierra está cubierta de agua, y si parte de estos escombros espaciales no llegaran a incinerarse en contacto con la atmósfera, entonces las chances de que caiga sobre aguas internacionales en medio del océano son altas. Incluso si la mala fortuna hace que los restos de este cohete chino caigas sobre tierra firme, la posibilidad de que lo haga en una zona poblada y genere daños considerables es baja también.
Algunos cálculos matemáticos muestran que la probabilidad de que el cohete caiga sobre menos de un kilómetro de cualquier lugar de la Tierra es de 1 entre 196.9 millones. Este dato nos deja un poco más tranquilos, sobre todo si recordamos que sólo el 7.6% de la masa terrestre del planeta se encuentra edificada, y el 50% de la población mundial vive en el 1% de la superficie de nuestro planeta.
Pero como ya saben, que algo tenga bajas probabilidades de que ocurra no significa que no pueda pasar, por eso es que todas las agencias espaciales y de seguridad en el mundo se encuentran siguiendo la trayectoria del Long March 5B, y eso incluye desde el Pentágono hasta el Servicio de Vigilancia y Seguimiento Espacial de la Unión Europea (EUSST).
Exceso de confianza
Cuando cualquier cuerpo, por más pequeño o grande que sea, entra en contacto con la atmósfera terrestre comienzan a incinerarse por la fuerza de rozamiento que se genera entre el objeto y el aire. Tratándose de un cuerpo de las dimensiones de este gran y pesado cohete, que se acerca a una velocidad de 28000 km/h, puede ocurrir que algunas partes del artefacto (de 30 metros de largo y 5 metros de ancho), no lleguen a quemarse y desvanecerse por completo, entonces la posibilidad de que porciones de esta chatarra espacial alcance a estrellarse contra la superficie del planeta (en agua o tierra), no es nula.
Normalmente los expertos que manejan el retorno de este tipo de misiones espaciales, lo que hacen es tomar el control y darle la orden a los motores del cohete para que la fuerza de gravedad sola actúe en un momento determinado; así regulan y mantienen controlada la caída del artefacto, y se aseguran de que se desintegre correctamente en un lugar del cielo. Ese lugar elegido suele ser sobre las aguas abiertas del Océano Pacífico Sur, próximo al punto NEMO, para correr el menor riesgo posible.
Aparentemente este cohete diseñado y fabricado por China, no tiene este mecanismo de control de caída, entonces no existe posibilidad alguna de tener control en la maniobra del reingreso atmosférico. Simplemente el cohete que viaja a más de 28 mil kilómetros por hora, y tiene un peso de 21 toneladas se encuentra total y peligrosamente A LA DERIVA. Por estos motivos es tan difícil de poder determinar el lugar y el momento de su llegada a la atmósfera, se va a saber muy poco tiempo antes de que empiece su regreso final, y además no será en un único punto geográfico, sino que dejará una estela de objetos a lo largo de al menos un centenar de kilómetros.
Cuándo y dónde
Todos están expectantes porque los residuos impactarían en algún lugar del planeta que desafortunadamente aún no se puede precisar como quisiéramos, (ni en horario y mucho menos en una región acotada). A medida que avanzan las horas y nos acercamos al momento clave de este fin de semana las estimaciones de hora y lugar posibles se van afinando; el cohete irá perdiendo altura en su órbita elíptica y ahí se podrán hacer estimaciones más certeras.
De hecho los expertos afirmaron en las primeras horas de este sábado 8 de mayo y según los últimos cálculos, que el cohete estaría ingresando cerca de las 19.45 (hora argentina), pero con un margen de error de +/- 5 horas. Esto significa que el evento podría darse entre las 2 de la tarde del sábado y la 1 de la madrugada del domingo 9 de mayo, siempre hablando en hora argentina. Puedes hacer clic aquí para ver las últimas actualizaciones publicadas por Aerospace.
Profesionales de Fuerza Aérea Argentina calcularon y dieron a conocer en el canal de televisión Todo Noticias, un mapa en donde se puede apreciar con detalle (dentro de esa franja horaria que acabamos de mencionar), por dónde y en qué momento el cohete estaría pasando por Argentina.
Antecedentes
Existen en el historial registros de varios pedazos grandes de chatarra espacial que cayeron en tierra firme, a pesar de los enormes esfuerzos por teledirigir los reingresos espaciales a la atmósfera sobre masa oceánica.
Por ejemplo, en la década del 70 SkyLab (Estación Espacial Estadounidense), se desintegró sobre Australia Occidental afectando la ciudad costera Esperance. En la misma década, el satélite Cosmo 954 de la Unión Soviética, tuvo una falla que impidió que el reactor nuclear que llevaba se logre separar del resto de la nave, y al reingresar a la atmósfera los desechos nucleares se volcaron, contaminando una zona importante del ártico perteneciente al norte de Canadá.
Incluso sobre el territorio nacional argentino existen varios reingresos de chatarra espacial (1991, el Salyut 7, en Capitán Bermudez; 1984, Molniya 1-32, impactaron dos esferas de combustible de un satélite ruso en Ayacucho, Bs.As ; y en 1978 restos del Gorizont 1 R/B cayeron en Gral. Campos). Algunas de estas piezas recuperadas están exhibidas en museos astronómicos regionales.