¿Cómo protegemos a nuestras mascotas del calor?
En la molestia de la ola de calor, muchas veces nos olvidamos de ellos, pero los animales también sufren las consecuencias de las elevadas temperaturas. Te contamos cómo los afecta y cómo podemos ayudarlos a soportar mejor el calor.
Los perros y los gatos regulan peor que nosotros su temperatura corporal. A diferencia de los seres humanos, ellos no expulsan el sudor por la piel, sino que lo hacen a través de las almohadillas de sus patas y del propio jadeo. Y como los humanos, los que más sufren el golpe de calor son los cachorros, los obesos y los más viejitos.
Algunas de las cosas que podemos hacer para que se sientan mejor durante una ola de calor son:
- Asegurarse que tengan siempre agua fresca.
- No sacarlos a pasear a las horas en las que las temperaturas son más altas. Además del calor, el asfalto puede llegar hasta los 70°C y quema sus patitas.
- Evitar que haga mucho ejercicio y si sale, llevar agua fresca.
- Buscar lugares frescos para ellos y asegurarnos que tenga una sombra donde poder cobijarse.
- Cepillarlos para eliminar los pelos muertos que bloquean la expulsión del calor.
- NUNCA los dejes adentro del auto, la temperatura del interior aumenta mucho y se deshidratan rápidamente. En menos de una hora al Sol, la temperatura en el interior de un vehículo puede llegar hasta los 60°C.
Cuando un perro o un gato sufre un golpe de calor suele mostrar los siguientes síntomas:
- No quiere moverse ni comer.
- La respiración es muy rápida.
- Vómitos y temblores.
- Está mareado y se tambalea.
- Le aumenta el ritmo cardíaco.
Si presenta alguno de estos síntomas es muy importante mover al animal a un lugar fresco, darle de beber agua fresca y mojarle la cabeza, cuello y patas con agua fría. Una vez estabilizado es imprescindible llevarlo al veterinario.
Aves e insectos
Tanto los animales como las plantas sufren el calor. Cada especie tiene un umbral de temperatura a partir del cual su organismo deja de funcionar correctamente y puede morir. Además, la persistencia del calor puede provocar muertes inmediatas, descensos de producción de las ganaderías y, a largo plazo, reducción de las poblaciones de las especies más sensibles.
Por ejemplo, muchos animales utilizan gran parte del día para conseguir agua, lo que requiere un mayor consumo energético y más alimento que deben conseguir. Como consecuencia, muchos padres abandonan o descuidan a sus crías provocando una disminución en la población de las especies a largo plazo.
En el caso de las aves y las abejas, esto es preocupante porque también afecta la polinización de las flores. En verano, las abejas se quedan en la colmena batiendo sus alas para regular la temperatura dentro, en vez de salir a recolectar néctar. Si bien son resistentes al calor, la falta de alimento almacenado en la colmena puede generar una disminución de la población durante los inviernos. Las aves, por su lado, se encuentran con pastizales amarilleados por el sol y menor cantidad de flores, por lo que se vuelven menos productivas.
Una manera de ayudarlos es dejar durante las horas de más calor un recipiente con agua al alcance de aves e insectos, pero que lo encuentren rápidamente y puedan refrescarse. Pero siempre cuidando que el agua se renueve completamente todos los días, para evitar la aparición de mosquitos.