Desinformación climática: el crecimiento del negacionismo camuflado
Mientras los mitos clásicos del negacionismo van perdiendo fuerza, surgen en el mundo nuevas corrientes camufladas que intentan “edulcorar la realidad” o convencer que es mejor no hacer nada porque nadie puede ya arreglar el problema.
Aunque las evidencias del cambio climático son ya imparables, la COP26 que comienza este lunes 31 se enfrenta a numerosas creencias falsas, que han evolucionado desde el negacionismo puro de hace años hasta el fatalismo para "salvar la economía" y campañas de desinformación como los "lavados de imagen verde" o "ecopostureos".
Desde la salida de Donald Trump en Estados Unidos, las tesis que niegan la existencia del calentamiento global han perdido fuerza más allá de círculos radicales como el del presidente brasileño Jair Bolsonaro o los partidos políticos más extremistas, pero se ha abierto camino un negacionismo camuflado más sutil, que considera inevitable el cambio climático.
Según declaraciones del investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Fernando Valladares a la Agencia EFE, los actuales negacionistas "camuflados" sostienen que es mejor "no hacer nada" porque "no hay quien lo arregle" o porque el cambio climático va ligado a un sistema socioeconómico que "nadie puede cambiar".
Los negacionistas frontales, tipo Bolsonaro o Trump, "están en vías de extinción" porque las evidencias científicas y la acumulación de información "hacen muy difícil" defender que el calentamiento global no existe, subraya Valladares, pero los argumentos de quienes se oponen a combatirle "se han ido refinando" y ahora hay "mucho negacionista camuflado".
Las nuevas formas camufladas
Por un lado, están quienes trasladan la responsabilidad a "los científicos, que no se aclaran", o a "los políticos, que cada uno tiene una idea". Y, por otra parte, quienes argumentan que, como el origen del problema es un sistema energético vinculado a un sistema socioeconómico que nadie va a poder cambiar, es imposible arreglarlo.
Las campañas de desinformación también presentan características muy distintas a las de hace años. De los tradicionales informes de petroleras como Shell para defender su negocio se ha pasado a operaciones de lavado de imagen verde conocidas como "greenwashing", con las que se pretende hacer creer que ya se están cambiando las cosas cuando "no cambia casi nada".
Este tipo de campañas proviene más del mundo empresarial que del político, salvo posiblemente gobiernos muy conservadores. Y luego están las "opciones radicales de extrema derecha" como el presidente Bolsonaro o el partido Vox en España, que "hacen mucho ruido" y generan "un efecto en cascada bastante pernicioso", pero son opiniones populistas "numéricamente pequeñas".
El Falso dilema entre cuidar el planeta y salvar la economía
También ha ido perdiendo fuerza la idea de que el calentamiento global no es culpa del ser humano. Es más que probado hoy en día que solo los gases de efecto invernadero explican el alcance de este fenómeno, y no las causas naturales de variabilidad del clima como las manchas solares, los cambios en los ciclos orbitales de la Tierra o las perturbaciones por erupciones volcánicas.
Pero mientras los mitos clásicos del negacionismo se van desinflando, ha ganado terreno con fuerza a raíz de la pandemia de covid-19 una falsedad muy extendida: no se puede luchar contra el cambio climático porque hay que elegir entre cuidar el planeta y cuidar la economía.
Valladares advierte del peligro que entraña este "falso espejismo", porque algunos países promueven una economía intensiva en carbono y para ello esgrimen "el escudo de la necesidad social, del problema generado en la economía por la covid".
Es un argumento falso porque se basa en comparaciones imposibles entre medidas a corto plazo para "pagar las facturas" y "salir de la crisis", acciones a largo plazo para cambiar el sistema energético y actuaciones a muy largo plazo para mitigar el cambio climático.