Día de la mujer y la niña en la ciencia
En la actualidad, las mujeres siguen encontrando obstáculos para desenvolverse en el campo de la ciencia. Hoy, más que nunca, debemos asumir el compromiso de ponerle fin al desequilibrio de género en esta disciplina para poder afrontar los desafíos del siglo XXI.
A pesar de que las mujeres constituyen la mitad de la población mundial, solo 17 recibieron el Premio Nobel de física, química o medicina desde que Marie Curie lo obtuvo en 1903, en comparación con 572 hombres. En la actualidad, solo el 28% de los investigadores en todo el mundo son mujeres. La comunidad internacional continúa esforzándose para inspirar y promover la participación de las mujeres y las niñas en la ciencia y la tecnología. Sin embargo, ellas siguen encontrando obstáculos para desenvolverse en estos campos.
Demasiadas niñas se ven impedidas de avanzar a causa de la discriminación, los sesgos, las normas sociales y las expectativas que impactan la calidad de la educación que reciben y las disciplinas que estudian. En otras palabras, por prejuicios y estereotipos de género que se arrastran desde hace mucho tiempo. Con el fin de lograr el acceso, la igualdad de género, el empoderamiento y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Según la UNESCO, la familia juega un rol fundamental en delinear las actitudes de las niñas hacia los estudios STEM (acrónimo en inglés para ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) y en impulsarlas o no a seguir carreras relacionadas con estas disciplinas. Los padres y las madres con expectativas tradicionales en roles de género refuerzan las conductas y actitudes con un trato distinto para niños y niñas, que muchas veces disuade a las niñas de seguir estudios en estos campos.
La escuela también puede incidir en las decisiones futuras. Las actitudes de los docentes, sus creencias y conductas, así como su interacción con los estudiantes, también pueden tener impacto en la elección de las niñas de su futuro profesional. El sexo del profesor también es un factor importante, ya que las profesoras ejercen como modelos de rol de las niñas. Además, los textos de estudio generalmente fallan en mostrar a mujeres profesionales en disciplinas STEM, o, si lo hacen, generalmente usan lenguaje e imágenes que retratan a las mujeres en roles subordinados, por ejemplo: doctores varones y enfermeras mujeres.
¿Y en Argentina?
En nuestro país la cantidad de investigadoras está cerca de la paridad sólo en el sector público porque aún hay pocas investigadoras en el sector privado, según los datos de 2018 del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología.
La información recolectada a través de CVar, indica que en total hay un 60,2% (20.480) de mujeres y un 39,8% (13.484) de varones que hacen investigación, pero sólo el 10,5% de las autoridades de organismos de ciencia y tecnología son mujeres, evidenciando que la presencia de ellas en las posiciones jerárquicas disminuye notablemente. Además, las investigadoras que dirigen proyectos científicos solicitan y reciben en términos generales un 25% menos recursos que sus colegas hombres, con diversas asimetrías entre fuentes de financiamiento y áreas del conocimiento.
A pesar del interés de las mujeres argentinas en ciencia, parece que las limitaciones impuestas por roles y estereotipos de género también están presentes, ya que las áreas con mayor presencia de mujeres son las ciencias médicas y de la salud, humanidades y artes y ciencias sociales, mientras que en último lugar se encuentran las ingenierías y tecnologías.