El calor extremo de Canadá fue posible por el cambio climático
Un análisis rápido de atribución realizado por especialistas del clima de varios países concluye que la ola de calor que afectó a Norteamérica habría sido imposible sin la influencia del cambio climático.
Durante los últimos días de junio de 2021, varias ciudades de los estados de Oregón y Washington de EEUU y las provincias occidentales de Canadá registraron temperaturas muy por encima de los 40 ºC. En el pueblo de Lytton, se alcanzó la asombrosa temperatura de 49,6 ºC, un récord para el país. Ahora, científicos de los EEUU, Canadá, el Reino Unido, los Países Bajos, Francia, Alemania y Suiza colaboraron para evaluar hasta qué punto el cambio climático inducido por el hombre hizo posible esta ola de calor tan extraordinaria.
Para cuantificar el efecto del cambio climático en estas temperaturas, el equipo científico analizó las observaciones y realizó simulaciones en computadoras para comparar el clima actual, que tiene un calentamiento de 1,2 °C con respecto a finales del siglo XIX, con el clima del pasado, siguiendo métodos revisados por especialistas. Concluyeron que era virtualmente imposible que sucediera sin el cambio climático causado por el hombre.
Según explican, las temperaturas extremas experimentadas estaban muy fuera del rango de las temperaturas observadas en el pasado, lo que hace difícil cuantificar con exactitud lo raro que es el evento en el clima actual, pero que habría sido prácticamente imposible sin la influencia humana. En el análisis estadístico más realista, hallaron que este tipo de evento ocurre aproximadamente 1 vez cada 1000 años en el clima actual, y que habría sido 150 veces más raro sin el cambio climático.
Además, esta ola de calor fue aproximadamente 2 °C más caliente de lo que hubiera sido si ocurría al comienzo de la revolución industrial, cuando las temperaturas medias globales eran 1,2 °C más frías. “Se trata de un acontecimiento tan excepcional que no podemos descartar la posibilidad de que hoy estemos experimentando extremos de calor que sólo esperábamos que se produjeran con niveles más altos de calentamiento global”, señala Friederike Otto, uno de los autores del estudio.
Mirando hacia el futuro, en un mundo con 2 °C de calentamiento global (valores que se alcanzarían en la década de 2040), este evento habría sido otro grado más caliente. Un evento como este, que actualmente se estima que ocurre solo una vez cada 1000 años, ocurriría aproximadamente cada 5 a 10 años en ese mundo futuro con 2 °C de calentamiento global.
Los científicos también aclaran que este fue un primer análisis rápido y que solo se tuvo en cuenta las temperaturas máximas, y que se debe seguir profundizando en este tema ya que quedan muchas dudas. Pero de lo que están seguros es que el futuro se caracterizará por olas de calor más frecuentes, más severas y más largas, lo que resalta la importancia de reducir significativamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero para reducir la cantidad de calentamiento adicional.
Sin precedentes
Las olas de calor son uno de los peligros naturales más mortíferos. Esta ola de calor, en particular, afectó a una población que no está acostumbrada ni preparada para estas temperaturas tan extremas. Por ejemplo, la mayoría de los hogares tuvo que soportar varios días con temperaturas entre los 40 y 50 °C sin aire acondicionado.
Durante estas temperaturas excepcionalmente altas, hubo alrededor de 700 muertes súbitas (el promedio normal es de 200) solo en las Columbia Británicas, el estado más afectado por el calor, y también fuertes aumentos en las guardias de hospitales por enfermedades relacionadas con el calor. Pero la cantidad de muertes totales - y evitables- solo se conocerán en una estadística meses después del evento.
El cambio climático nos está llevando a un territorio inexplorado que tiene consecuencias significativas para la salud, el bienestar y los medios de vida. Se necesitan con urgencia adaptación y mitigación para preparar a las sociedades para un futuro muy diferente. Pero las medidas de adaptación deben ser mucho más ambiciosas y tener en cuenta el riesgo creciente de olas de calor en todo el mundo. Solo así, con una preparación adecuada, las muertes por calor podrán reducirse. Además, se necesitan planes a más largo plazo para modificar nuestros entornos construidos para que sean más adecuados para el clima más cálido que ya experimentamos hoy y el calentamiento adicional que esperamos en el futuro.