El Niño definitivamente ya está entre nosotros... ¡y será fuerte!
Todos los indicadores confirman la presencia de este fenómeno que modifica de manera particular los patrones precipitación en el mundo. Características e impactos.
El Niño, un patrón meteorológico que causa diferentes impactos en prácticamente todas las regiones del planeta, ya está definitivamente entre nosotros, confirmó hoy el Buró de Meteorología de Australia (BoM).
Según indicó el BoM, “La confirmación de un El Niño establecido aumenta la probabilidad de que el evento se mantenga durante el verano (del hemisferio sur)”, y esto está en línea con una declaración reciente del Centro de Predicción del Clima (CPC) del Servicio Meteorológico Nacional de los Estados Unidos.
El CPC, uno de los principales centros globales de análisis de este fenómeno, indicó que hay una chance mayor al 95% de que El Niño se mantenga hasta marzo de 2024, agregando que la probabilidad de un evento El Niño de fuerte intensidad es ahora del 71%, aunque explicó que un El Niño más fuerte no siempre conduce a impactos locales más severos. Es válido recordar que no todos los eventos El Niño se comportan de la misma manera, ni afectan del mismo modo a diferentes regiones del globo.
Durante las últimas semanas los meteorólogos tuvimos discusiones respecto de si El Niño ya estaba o no entre nosotros. Y eso es porque los centros globales que analizan El Niño tienen diferentes criterios para determinar si es La Niña, Neutral o El Niño, y algunos indicaban que ya estaba formado, mientras que otros decían que estaba en formación.
Es que El Niño es mucho más que un mar más cálido o frío. Y si bien todos lo conocemos como El Niño, su nombre completo es ENSO.
El Niño: ENSO para los amigos
El Niño – Oscilación del Sur (ENSO por sus siglas en inglés), es un fenómeno que resulta de la interacción entre la atmósfera y los océanos. Y como tal, tiene dos componentes, la oceánica que implica cambios en la temperatura superficial del mar sobre el Pacífico ecuatorial frente a las costas de Perú; y la atmosférica, evidenciada en la diferencia de presión superficial entre Tahití y Darwin, en Australia.
Desde febrero de este año, comenzó a registrarse un calentamiento del mar frente a las costas del Perú (en la llamada Región Niño 1+2) y luego ese calentamiento se ha propagado hacia el oeste, cubriendo la región “Niño 3.4”, que es la región de referencia para los centros globales que estudian el fenómeno. Y en junio se alcanzó el umbral de temperatura en la superficie del mar requerido en la región “Niño 3.4” para que tengamos El Niño.
¡Faltaba el acoplamiento!
Entonces, desde junio tenemos el océano caliente, y todos los modelos indican que seguirá así hasta principios de 2024. Pero para que el fenómeno sea completo y El Niño continúe fortaleciéndose, sólo faltaba que la atmósfera responda a ese calentamiento. A esa respuesta de la atmósfera a un mar más caliente, la llamamos “acoplamiento”. Sin un acoplamiento sostenido, el sistema no se retroalimenta y pierde fuerza. Pero si se sincronizan, se acoplan el océano y la atmósfera, entonces El Niño se intensificará, y podrá persistir por más tiempo.
El acoplamiento océano-atmósfera se detecta mediante el índice de oscilación del sur (SOI por sus siglas en inglés), que es la diferencia de presión atmosférica entre dos estaciones meteorológicas: una sobre el Pacífico central en Tahití, y la otra en el Pacífico occidental, en Darwin, Australia. Esa diferencia de presión se asocia al cambio del patrón de circulación ecuatorial, la llamada circulación de Walker, un bucle gigante en el que el aire en superficie sopla hacia el oeste, asciende a gran altura en la atmósfera sobre el Pacífico occidental, fluye hacia el este a gran altitud y se hunde de nuevo en la superficie sobre el Pacífico centro-oriental, generando esos cambios de presión.
Para confirmar un evento El Niño, el SOI debería presentar valores negativos sostenidos, lo que hoy señala el BoM: “Los patrones de presión a gran escala sobre el Pacífico tropical reflejan El Niño, con el Índice de Oscilación del Sur (SOI) a 90 días en -7,7”. Pero la temperatura en la superficie del mar y la diferencia de presión, no son los únicos factores que deben analizarse para declarar un evento El Niño o La Niña.
Criterios para declarar El Niño
Según el CPC, para declarar un evento El Niño se deben cumplir estas condiciones:
- Las temperaturas medias de la superficie del mar en la región Niño-3.4 del Océano Pacífico ecuatorial deben más cálidas en al menos 0.5°C que la media en el mes anterior.
- Esa anomalía debe persistir durante 5 periodos consecutivos y solapados de 3 meses (por ejemplo, DJF, JFM, FMA, etc.)
- La atmósfera sobre el Pacífico tropical debe mostrar uno o más de los cambios comúnmente asociados con El Niño: vientos alisios del este más débiles de lo habitual, disminución de la nubosidad y de las precipitaciones sobre Indonesia y aumento correspondiente de la presión media en superficie, o aumento de la nubosidad y de las precipitaciones en la parte central u oriental de la cuenca y descenso correspondiente de la presión media en superficie.
Para el CPC estos requisitos ya se habían cumplido en Julio.
Para el BoM, se deben cumplir al menos tres de las cuatro condiciones mencionadas a continuación:
- Las temperaturas medias en la superficie del mar en las regiones NINO3 o NINO3.4 del Océano Pacífico deben ser 0,8 °C más cálidas que la media.
- Los vientos alisios deben ser más débiles que la media en el Océano Pacífico ecuatorial occidental o central durante tres de los últimos cuatro meses.
- La media de tres meses del Índice de Oscilación del Sur debe ser de -7 o inferior.
- La mayoría de los modelos climáticos estudiados deben mostrar un calentamiento sostenido de al menos 0,8 °C por encima de la media en las regiones NINO3 o NINO3.4 del Pacífico por al menos un trimestre
Hoy el BoM anunció que se cumplen esos criterios.
Ahora sí, y sin lugar a duda, podemos decir que El Niño ha llegado.
Impactos en Argentina y en el Mundo
Los impactos del ENSO en el mundo serán diferentes y dependerán de su interacción con otros marcadores climáticos globales, que lo pueden atenuar o potenciar.
En Argentina, se esperan precipitaciones por encima de lo normal sobre el centro y este del país, en particular desde mediados de la primavera. La mayor señal positiva de El Niño se verá sobre el NE del país, el este de Paraguay, centro y norte de Uruguay y el extremo sur del Brasil en el verano. Se espera además que el Dipolo del Océano Índico, otro de los marcadores climáticos globales, se ponga en fase con El Niño durante la primavera, potenciando la chance de precipitaciones por encima de lo normal en el litoral argentino.
Sobre la costa oeste de Sudamérica, las aguas más cálidas asociadas a El Niño provocan una disminución notoria de la pesca, aumento notorio de precipitaciones en Perú y Ecuador, y temperaturas más cálidas.
En Australia, implica precipitaciones menores a los promedios en primavera y el verano. Allí la influencia del Dipolo del Océano Índico (IOD), potenciará el déficit de precipitaciones aumentando el riesgo de incendios forestales.
El Canal de Panamá se verá más afectado por la escasez de lluvias como consecuencia de El Niño, por lo que se espera mayores restricciones al tráfico naviero por esa vía.
En el norte de Estados Unidos se observará un clima más seco y cálido, mientras que se esperan precipitaciones por encima de lo normal en la costa del Golfo y el sureste del país, implicando un aumento en la chance de inundaciones.
En julio, la Organización Meteorológica Mundial advirtió de que El Niño de este año podría provocar temperaturas récord y condiciones meteorológicas extremas. El último episodio fuerte de El Niño se produjo en 2016, el año más caluroso jamás registrado.
Y las temperaturas más altas favorecen la presencia de incendios forestales, olas de calor y la propagación de enfermedades por vectores, como la malaria y el dengue. El Niño en un contexto de Cambio climático, puede hacer que la situación se agrave.
Afortunadamente contamos con buenas herramientas para pronosticar El Niño con un gran nivel de confianza, y podemos prepararnos para resistir sus impactos.
La preparación es mucho más efectiva y menos costosa que la respuesta.