¿Es mejor un árbol de Navidad real o artificial? Duración, impacto ambiental y sostenibilidad en esta guía para elegir
Descubre los pros y los contras de un árbol de Navidad real o artificial: durabilidad, impacto medioambiental y sostenibilidad. Una guía para elegir conscientemente el símbolo por excelencia de las fiestas y vivir al máximo su magia.
El 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción y este año segundo domingo de Adviento, es uno de los momentos de celebración más esperados en las familias porque es en este día cuando se adorna el árbol de Navidad, como manda la tradición.
Después de 11 meses comprimido en una caja en el sótano, sólo queda volver a sacarlo a la luz y hacerlo brillar con luces centelleantes y adornos coloridos, los mejores aliados para ocultar los signos del avance de la edad también en nuestro querido y querido árbol.
Pero si realmente tenemos que comprarlo nuevo, surge un dilema moderno: ¿es mejor un árbol de Navidad real o artificial? Teniendo en cuenta que desde el punto de vista estético los árboles artificiales son hoy tan bellos como los reales, la pregunta surge espontáneamente a raíz de la creciente atención al medio ambiente y a nuestro impacto sobre él.
Para responder a esta (no sencilla) pregunta, intentemos rastrear el ciclo de vida de un árbol falso y de un árbol real, para que cada uno pueda formular sus propias reflexiones y sacar sus propias conclusiones.
Árbol artificial: ciclo de vida largo pero lineal
La mayoría de los árboles de Navidad falsos se producen en China, que domina el mercado mundial de estos artículos, mediante el uso de diferentes materiales: cloruro de polivinilo (PVC) para las agujas, acero o aluminio para el tronco y las ramas, plástico o metal para la base de soporte.
El proceso productivo depende en gran medida de los combustibles fósiles, tanto para la producción de energía necesaria para el funcionamiento de la maquinaria como para la producción de PVC. Posteriormente, los árboles se empaquetan en cajas de cartón y plástico y se envían en buques de carga a los mercados de destino, principalmente Europa y América del Norte, generando una importante huella de carbono adicional.
Pero es precisamente cuando llega a casa cuando el árbol de Navidad falso expresa su mayor potencial: no requiere cuidados especiales y, si se conserva bien, puede durar muchos años, reduciendo su impacto ambiental global de año en año.
Cuantas más Navidades pase con nosotros, más nos lo agradecerá el medio ambiente, teniendo en cuenta también las dificultades asociadas a su eliminación: los materiales que lo componen son difíciles de separar y, en consecuencia, reciclables y, en estos casos, lamentablemente el vertedero sigue siendo el destino preferencial.
Árbol real: ciclo de vida corto pero circular
Los verdaderos árboles de Navidad se cultivan en viveros o plantaciones especializadas, a menudo en tierras marginales que de otro modo no se utilizarían.
El cultivo parte de las semillas contenidas en las piñas recogidas en los bosques de gran altitud. Las semillas se plantan en el vivero y las plántulas que surgen de ellas pasan aquí los primeros 3-4 años. Posteriormente, las plántulas cultivadas se trasladan a macetas o parcelas abiertas progresivamente de mayor tamaño, donde permanecen otros 5-6 años hasta alcanzar una altura apta para su venta. En este caso el árbol requiere cuidados periódicos, pero por su parte absorbe dióxido de carbono y produce oxígeno. Normalmente, por cada árbol cosechado, se plantan uno o más para mantener la sostenibilidad de la plantación.
Por muy fascinante que sea acoger un abeto en casa, debemos recordar que los ambientes interiores y climatizados no ofrecen condiciones óptimas de vida: si se opta por comprar un árbol cultivado y luego cortado, sin maceta ni raíces, su destino pronto se sella, pero incluso en el caso de una planta cultivada y vendida en macetas, el árbol sufre un estrés considerable, debido a la diferencia entre las condiciones del ambiente doméstico (cálido y seco) y las del ambiente de crecimiento.
En ambos casos, sin embargo, existen opciones interesantes para el período postnavideño : un árbol cortado puede convertirse en abono o astillas de madera, para utilizarlo como mantillo de jardín o biomasa. Sin embargo, un árbol en maceta se puede trasplantar al jardín o, a veces, devolverlo al vivero. Debemos hacer todo lo posible para no dejarlo morir, porque de lo contrario sería una auténtica lástima.
¿Cómo será tu próximo árbol de Navidad?
La elección es personal: un árbol artificial, sobre todo si se compra hoy en día, es duradero, práctico pero debe utilizarse durante al menos 10-20 años para compensar el impacto de su producción; un árbol real ofrece una experiencia verdaderamente única, difícil de repetir de un año a otro con la misma planta pero con un impacto ambiental reducido.
Un árbol cortado, en particular, comenzará a secarse después de unas 3 o 4 semanas y será necesario desecharlo al final de las vacaciones. Sin embargo, su eliminación, si se gestiona correctamente, ofrece la oportunidad de recuperar las materias primas que la componen, desde una perspectiva de economía circular. Un árbol en maceta, en cambio, habrá que cuidarlo durante todo el periodo vacacional y después, limitando su estancia en casa a unos pocos días y colocándolo luego en un entorno habitable adecuado.
Así que elige tu próximo árbol de Navidad con la intención de cuidarlo lo mejor posible y durante el mayor tiempo posible, ¡ya sea real o falso!