Estos son los cinco principales motivos por los cuales los negocios y las empresas deben ser resilientes a los desastres
En un mundo cada vez más interconectado, las empresas enfrentan una multitud de amenazas. Gestionar los riesgos puede significar la diferencia entre la ruina y la prosperidad de un negocio.
El terremoto y posterior tsunami que asolaron el norte de Japón el 11 de marzo de 2011 provocaron graves trastornos y pérdidas a los siete principales fabricantes de automóviles de Japón. En el año posterior al desastre, Toyota registró la mayor pérdida en términos financieros y de producción, con un total de casi un millón de unidades. Las pérdidas de los siete mayores fabricantes de automóviles de Japón sumaron unos 5.600 millones de dólares a abril de 2012.
De acuerdo con la Agencia Federal de Manejo de Emergencias de los EE. UU. (FEMA), el 40 % de los pequeños y medianos negocios no sobreviven a los desastres, mientras que otro 25 % sucumbe en el transcurso de un año.
No sólo inundaciones o terremotos
Las amenazas ya no sólo son fenómenos hidrometeorológicos, geológicos o una combinación de ellos. Los riesgos físicos asociados al cambio climático tienen un impacto cada vez más claro en las economías y los mercados financieros de todo el planeta.
Pero también existen fuertes razones económicas, financieras, legales, reputacionales y regulatorias relacionadas con el cambio climático que pueden hacer que un negocio no sea sostenible. A estos riesgos se los llama de transición (a una economía baja en carbono).
Por ello es por lo que las empresas deben asumir el compromiso de crear capacidades de resiliencia minimizando los riesgos, especialmente mediante la reducción de su exposición a los desastres.
A continuación, describimos las cinco principales acciones para lograr resiliencia en los negocios:
1) Ausencia de planes de continuidad de los negocios
La Administración de Pequeñas Empresas de los EE. UU. (SBA) halló que más del 90 % de las empresas quiebran dentro de los dos años posteriores a un desastre. Si bien los desastres afectan directamente el desempeño empresarial y socavan la competitividad y la sostenibilidad a largo plazo, generalmente las pequeñas y medianas empresas no cuentan con planes de continuidad del negocio.
Un Plan de Continuidad del Negocio (BCP) está orientado a la protección de las personas, así como al restablecimiento oportuno de los procesos, servicios críticos e infraestructura frente a una interrupción o desastre.
Las cadenas de suministro globales pueden verse desorganizadas cuando ocurre un desastre, y esto es porque la mayoría de las empresas no tienen una visibilidad completa de sus cadenas de suministro. En consecuencia, si el desastre no afecta a la empresa de manera directa pero sí golpea a uno de sus proveedores, el impacto puede ser devastador.
Como ejemplo se destaca que en los tres meses posteriores al terremoto y tsunami de Japón de 2011, la producción de automóviles disminuyó no sólo en Japón (48 %) sino también en Tailandia(20 %), Filipinas (18 %) y Malasia (8 %) por faltas o retrasos en la cadena de suministros.
2) Riesgos climáticos (físicos y de transición)
Uno de los riesgos más importantes y, quizás, más incomprendido que las organizaciones deben afrontar actualmente está relacionado con el cambio climático.
Muchas organizaciones perciben erróneamente que las implicaciones del cambio climático son a largo plazo y, por tanto, no son necesariamente relevantes para las decisiones que se toman en la actualidad. Sin embargo, los impactos del cambio climático no sólo se evidencian en la exposición y la susceptibilidad de las empresas a las amenazas (inundaciones, tsunamis, terremotos, etc.), sino también en la reducción de emisiones, las regulaciones y la preferencia de los consumidores (por ejemplo, elegir productos amigables con el ambiente), que pueden tener implicaciones financieras a corto, mediano y largo plazo para las empresas.
3) La inversión privada determina el riesgo de desastres
Las inversiones que aumentan el riesgo de desastres pueden aumentar de manera directa el costo de los desastres para las comunidades afectadas y dejar a la empresa en cuestión enfrentando riesgos legales y de reputación. Un ejemplo claro es lo sucedido en 2019, donde 270 personas perdieron la vida en el colapso de la mina de Brumadinho, el peor desastre ambiental e industrial de Brasil. Un estudio demostró que el derrumbe de la represa se podría haber pronosticado semanas antes con los medios de monitoreo adecuados, y evitado con las inversiones apropiadas.
En la mayoría de las economías, entre el 70 % y el 85 % de la inversión total la realiza el sector privado, incluidas inversiones institucionales por valor de más de 80 billones de dólares al año. Según la aseguradora FM Global, por cada dólar gastado en protección contra huracanes se pueden evitar $105 en pérdidas de propiedad comercial.
4) Aumento del nivel del mar y el transporte marítimo
El transporte marítimo representa el 90 % del volumen del comercio mundial. Muchas de las ciudades más densamente pobladas del mundo son ciudades portuarias, que tienen un gran volumen de activos económicos expuestos al aumento del nivel del mar y son cada vez más vulnerables a inundaciones y tormentas. Las 10 ciudades con mayor población expuesta al aumento del nivel del mar son Mumbai, Guangzhou, Shanghai, Miami, Ciudad Ho Chi Minh, Calcuta, Gran Nueva York, Osaka-Kobe, Alejandría y Nueva Orleans. Son más de 900 millones de personas en peligro en todo el mundo.
Por otro lado, el 5 % del tráfico marítimo pasa por el Canal de Panamá, donde la falta de agua ha dificultado las operaciones del canal en los últimos años, y algunos expertos afirman que pronto los buques podrían tener que evitar el canal por completo si esta situación empeora. Esto generaría mayores costos de transporte, y pondría en riesgo la rentabilidad de productos o empresas.
5) Establecer escenarios de riesgo de desastre
Para las empresas es importante analizar diferentes escenarios de riesgo de desastres, y asumir el peor de ellos al gestionar los riesgos. Sin embargo, muchas empresas no están preparadas cuando ocurre un desastre: no tienen planes de contingencia, de continuidad de los negocios o algún tipo de seguro establecidos en el momento del desastre. Y, por otro lado, son tantos los riesgos que enfrentan las pequeñas y medianas empresas que por lo general los desastres destruyen sus activos y las pérdidas son tan elevadas que en muchos casos no se recuperan jamás.
Las interrupciones provocadas por los desastres en las PyME pueden ser especialmente desafiantes. Tomar seguros contra esas interrupciones es difícil, ya que hay muy pocos seguros que cubran esos riesgos.
Por eso es prioritario reducir la exposición a las amenazas, establecer escenarios de riesgo y generar capacidades de resiliencia, porque en gran porcentaje, las PyMEs fallan en los años posteriores a los desastres debido a los desafíos de una recuperación total.
La resiliencia empresarial permite que las organizaciones enfrenten estos desafíos con flexibilidad y la capacidad de reaccionar de manera eficaz. Esto requiere de un proceso continuo de preparación anticipada para impulsar la implementación de estrategias de disminución de riesgos y la identificación de oportunidades de mejora para asegurar la resiliencia ante los desastres.