Formosa se quedó sin bananas por las heladas invernales y la falta de precipitaciones: ¿Cómo se recupera la producción?

Las inclemencias climáticas devastaron la producción de bananas y con ellas, el futuro de cientos de familias rurales. La ciencia podría dar respuesta a las pérdidas por heladas con nuevas variedades del cultivo.

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La Federación Agraria Argentina (FAA) estimó que la producción de bananas en Formosa podría reducirse entre un 80 y 90 % en 2024. Gentileza: Pánfilo Ayala

La producción de bananas en Formosa se perdió por completo y complicó el porvenir de los pequeños productores de la zona. Las heladas inusuales de agosto, sumadas a una sequía prolongada que viene afectando la región desde principios de año, destruyeron por completo las plantaciones en la región de Laguna Naineck.

En años normales, esta región produce alrededor de 60.000 toneladas de bananas por año y abastece una pequeña parte del mercado interno. Sin embargo, este año -con temperaturas extremas que alcanzaron hasta -5 °C- las heladas arrasaron con las plantaciones y apenas quedó en pié un 10 % de la cosecha.

Este tipo de pérdida no solo afecta a los productores, sino que también repercute en toda la cadena de suministro, desde los trabajadores rurales hasta los comerciantes y transportistas que dependen de esta actividad.

Los pequeños productores, que dependen casi exclusivamente de la venta de bananas para subsistir, se encuentran ahora sin ingresos y con pocas perspectivas de recuperación a corto plazo. La falta de recursos económicos está llevando a muchas familias a abandonar sus cultivos, incrementando el riesgo de despoblamiento rural en la región, lo cual podría tener un efecto irreversible en la economía local.

Una pérdida con impacto social

Según datos proporcionados por la Federación Agraria Argentina (FAA), cerca de 800 familias en la región de Laguna Naineck dependen directamente de la producción de bananas. Con la pérdida de las cosechas, estas familias enfrentan una situación de pobreza extrema, sin acceso a fuentes alternativas de ingreso.

Pánfilo Ayala, presidente de la FAA en Laguna Naineck, aseguró en diálogo con Meteored que "los productores están totalmente fundidos" y precisó que "sin la ayuda del Estado, será imposible reactivar la producción". Ayala agregó que "esta situación podría llevar al abandono de las últimas 1000 hectáreas de banana que quedan en la región, lo cual sería una pérdida significativa para la economía regional y un golpe a la identidad cultural de la zona".

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Las plantas de banana quedaron fuertemente afectadas por las bajas temperaturas y no volverán a producir en cantidad y calidad hasta mayo del año próximo. Gentileza: Pánfilo Ayala

El escenario para la producción de bananas en Formosa es sombrío y la reactivación del sector podría llevar al menos seis meses si las condiciones climáticas son favorables. Pero más allá del clima, el apoyo gubernamental será crucial para garantizar la continuidad de esta actividad económica que es fundamental para la región.

La importancia de la variabilidad genética

En medio de esta crisis, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Formosa juega un papel crucial en la preservación de la variabilidad genética de las bananas. Este esfuerzo es vital para asegurar la resiliencia de las plantas frente a condiciones climáticas adversas y otras amenazas biológicas, como plagas y enfermedades.

La variabilidad genética es un factor clave que permite a las plantas adaptarse a diferentes condiciones ambientales, lo que es esencial en un contexto de cambio climático.

El banco de germoplasma del organismo estatal, que conserva más de 90 accesiones de bananas, es una herramienta esencial para el futuro del cultivo en Argentina. Este banco de genes no sólo preserva las variedades tradicionales que se cultivan en la región, sino que también incluye especies silvestres y variedades exóticas que podrían ser utilizadas en programas de mejoramiento genético.

La investigación y desarrollo de nuevas variedades más resistentes podrían ser clave para la recuperación a largo plazo de la producción bananera en Formosa. Gerardo Tenaglia, especialista del INTA, destacó que "la preservación de la diversidad genética es fundamental para garantizar la adaptabilidad del cultivo frente a un clima cada vez más impredecible".

Tenaglia también enfatizó acerca de la necesidad de invertir en investigación para acelerar el proceso de selección y adaptación de nuevas variedades, que puedan ser introducidas en las plantaciones locales en un corto plazo. Evidentemente la ciencia podría dar respuesta a los problemas climáticos o al menos mitigar los daños por heladas en el futuro.

El futuro es desafiante, pero no imposible

A medida que las condiciones climáticas se vuelven más extremas, la producción agropecuaria -y fundamentalmente las actividades intensivas- se transforma en una actividad de altísimo riesgo. Es por eso que, con enorme tristeza, varios productores de bananas de Formosa comenzaron a desmontar sus plantaciones y evalúan virar a otros esquemas productivos.

La resignación esta a flor de piel. Los productores saben que no pueden controlar las variables climáticas, pero muchos ya perdieron las esperanzas de recuperar sus cultivos si no llega una ayuda sustancial.

La falta de opciones viables y el arraigo cultural a la producción bananera hacen que estas decisiones sean extremadamente difíciles. La comunidad agrícola de Formosa está en un punto de inflexión y las decisiones que se tomen en los próximos meses serán cruciales para definir el futuro de la región.

Recuperar la productividad que la provincia supo tener, cuando se cosechaban 150.000 toneladas, no es imposible y con la utilización de nuevas variedades y la implementación de tecnología se abre un nuevo escenario. El camino hacia la recuperación será largo y difícil, pero con el apoyo adecuado, es posible reconstruir una industria que es fundamental para la economía y la cultura de la región.