Gran muralla verde: La potente lucha africana que estremece al mundo

11 países africanos pasaron de la palabra a la acción en su búsqueda por frenar el avance del desierto del Sahara. Un ejemplo concreto que nos anima a impulsar con mayor fuerza el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía.

Árboles en el desierto
Una barrera de vegetación está siendo creada para detener el avance de la desertificación en África.

¿Has oído hablar de la gran muralla verde africana? Mientras algunos plantean crear muros para separar a países, comunas o personas, 11 países en África (Great Green Wall) se unieron para luchar contra la desertificación. ¿Cómo? Creando un gran corredor de árboles que cruzará el Sahel desde el océano Atlántico hasta el Mar Rojo.

Se trata de una línea de bosques con una extensión de casi 8 mil kilómetros de largo y 15 kilómetros de ancho que atravesará de Oeste a Este las naciones de Senegal, Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Etiopía, Eritrea y Yibuti.

El proyecto, que comenzó a concretarse en 2010 y que deberá concluir en los próximos años, creará una gran barrera vegetal entre el desierto del Sahara y la sabana. Esta división natural se conoce como Sahel y con esta iniciativa se busca frenar el avance del desierto hacia el sur del continente.

Sahel
La lucha contra el avance del Sahara ha unido a 11 naciones africanas para la construcción de esta gran muralla verde, que además, traerá muchos otros beneficios a estos países y al planeta.

La iniciativa ha concitado el interés de organismos mundiales como las Naciones Unidas (ONU), e incluso, el Banco Mundial anunció este año que invertirá 5.000 millones de dólares durante los próximos 5 años en el proyecto. Pero más allá, lo importante es que la gran muralla verde ha logrado involucrar a la ciudadanía a lo largo y ancho de los 11 países involucrados.

Y aunque el objetivo es detener el avance de la desertificación, además ha generado y generará trabajo, sustento y un futuro sostenible a los millones de seres humanos que habitan en el corazón de África. Según el último reporte, hasta 2020 se habían restaurado casi 18 millones de hectáreas de tierra, especialmente, en Etiopía.

El fantasma de la desertificación

La desertificación es la degradación de los suelos fértiles debido a las variaciones climáticas y/o a las actividades desarrolladas por los seres humanos. En el mundo, la desertificación mal afecta la cuarta parte de la superficie de las tierras. Esta problemática aqueja a 6 de cada 10 personas en el planeta.

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Los efectos más visibles de la desertificación, aparte de la pobreza, son la degradación de 3.300 millones de hectáreas de pastizales, que constituyen el 73% de la superficie total de estas tierras y tienen poca capacidad de sustento; la pérdida de fertilidad de los suelos y la degradación de su estructura en cerca del 47% de las tierras secas, que constituyen tierras marginales de cultivo de secano; y la degradación del 30% de las tierras de cultivo de regadío en tierras secas con una gran densidad de población y un gran potencial agrícola.

La prioridad de la lucha contra la desertificación debería ser la aplicación de medidas preventivas a las tierras que aún no han sido afectadas por la degradación o lo han sido en un mínimo grado. No deben olvidarse, sin embargo, las zonas gravemente degradadas. Es fundamental que en la lucha contra la desertificación y la sequía participen las comunidades locales, las organizaciones rurales, los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones internacionales y regionales”, instan desde Naciones Unidas.

La ONU detalla que la “restauración de las tierras degradadas contribuye a la resiliencia económica, a la creación de empleo, al aumento de los ingresos y a una mayor seguridad alimentaria. Además, ayuda a recuperar la biodiversidad, permite capturar carbono (CO2) y favorece una recuperación verde de la pandemia de COVID-19, ya que la restauración de los paisajes naturales reduce el contacto directo entre la vida silvestre y los asentamientos humanos, lo que crea una barrera natural contra las zoonosis”.