Guerra en Ucrania: un desastre también para el medio ambiente

La guerra en curso en Ucrania es ante todo un desastre para la humanidad. Pero también es grave para el medio ambiente, que está sujeto a numerosas formas de contaminación que expondrán los ecosistemas a daños a largo plazo.

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La destrucción y los bombardeos han estado ocurriendo durante más de dos semanas en Ucrania.

La operación militar lanzada el 24 de febrero por Rusia, con el objetivo de invadir Ucrania, se prolonga desde hace ya más de dos semanas. Los bombardeos, incendios y lluvias radiactivas de todo tipo afectan en primer lugar a las poblaciones locales, que lamentablemente pagan un alto precio.

Toda esta contaminación afecta irreparablemente a las personas y los ecosistemas en la actualidad, pero también lo hará a futuro. ¿Cuáles son los problemas ambientales ya observados debido a esta guerra, y los que se temen a largo plazo?

Contaminación del aire, del agua y del suelo

En general, la contaminación causada por la guerra está muy mal documentada. Faltan datos para cuantificar los impactos reales de los conflictos armados en términos de daños a los ecosistemas.

Sin embargo, está ante todo lo que es directamente visible: los bombardeos, las explosiones y los incendios. Los primeros días de combate estuvieron marcados por numerosos bombardeos de instalaciones militares e infraestructuras energéticas ucranianas, como lugares de almacenamiento de municiones, fábricas de armamento, depósitos de combustible y oleoductos.

La destrucción de estos sitios ha resultado en la contaminación del aire, con muchas columnas de humo que consisten en gases tóxicos y partículas y, donde se han almacenado armas convencionales, metales pesados y materiales energéticos. La contaminación del agua y del suelo van de la mano, especialmente cuando se destruye la infraestructura energética.

Respecto a la parte marítima, el medio ambiente tampoco se ha librado. Se han hundido muchos barcos y se han bombardeado puertos, como los de Pivdenny u Ochakiv, en las inmediaciones de la Reserva de la Biosfera del Mar Negro, una de las mayores áreas naturales protegidas de Ucrania que alberga varias especies en peligro de extinción.

Una estrategia de terror

Estas destrucciones tomadas individualmente pueden tener casi “el mismo impacto que el desastre de Lubrizol en Francia”, explica Ben Cramer, investigador en seguridad ambiental. Entrevistado por el diario Reporterre, da su análisis acerca de la relación entre la guerra y el medio ambiente:

En la guerra, el envenenamiento y destrucción del medio ambiente no tiene nada de marginal […], es parte de una estrategia más general del invasor que busca desplegar su capacidad de asedio: el terror y la contaminación son armas entre otras.

A toda esta contaminación se suma el riesgo de accidentes nucleares. Desde los primeros días del conflicto, el ejército ruso se apoderó de la infame central nuclear de Chernóbil. El desplazamiento de los tanques por el suelo aún contaminado provocaron un aumento de la radiación alrededor del sitio.

Del mismo modo, dos vertederos de desechos radiactivos fueron alcanzados por misiles cerca de Kharkiv y Kiev, a priori sin dispersión de materiales radiactivos. Ucrania tiene cerca de 15 reactores nucleares. Esta es la primera vez que estalla una guerra en un terreno tan nuclearizado.

Cuanto más dure el conflicto, mayores serán los impactos, con cicatrices evidentes en las poblaciones, la biodiversidad y los ecosistemas.

Finalmente, los incendios y los movimientos militares habrán tenido un impacto no despreciable en las emisiones de gases de efecto invernadero, y la reconstrucción en el futuro también hará su aporte.