Inesperado: buzos encuentran un fragmento del transbordador Challenger

La sorpresiva aparición de un fragmento del Challenger rememora los detalles de la gran tragedia que marcó un antes y un después en la historia de la NASA.

Challenger
El Challenger despegó el 28 de enero de 1986.

Un equipo de buzos encontró un fragmento del transbordador espacial Challenger, frente a las costas de Florida. El hallazgo fue totalmente inesperado ya que el equipo estaba buscando los vestigios de un avión de la segunda guerra mundial para un documental de The History Channel.

La pieza estaba en las profundidades del lecho marino, parcialmente cubierta por arena. Su forma y composición de mosaicos regulares de 20 cm llamó la atención de los buzos, que enseguida reportaron el hallazgo a la NASA. La Agencia confirmó que efectivamente se trata de una pieza del transbordador que sufrió el histórico accidente en 1986.

Este descubrimiento nos brinda la oportunidad de hacer una pausa una vez más, para elevar los legados de los siete pioneros que perdimos y reflexionar sobre cómo nos cambió esta tragedia, dijo Bill Nelson, directivo de la NASA.

El accidente ocurrió el 28 de enero de 1986. El Challenger despegó a las 11.38 h desde el Centro Espacial Kennedy. A bordo iban 6 astronautas de la NASA y la maestra Christa McAuliffe, la primera civil de la historia que viajaría al espacio, y que había sido seleccionada entre 11 mil candidatos.

Después de 73 segundos de vuelo, cuando el cohete estaba ingresando en la atmósfera superior, se produjo la enorme explosión, ante la mirada atónita de familiares, amigos y de millones de televidentes que presenciaban en vivo el acontecimiento. Una impresionante llamarada y estelas de humo precipitándose a la Tierra confirmaban el desastre.

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Los restos de la misión cayeron durante varios minutos hasta el océano Atlántico. Rápidamente se inició la operación de búsqueda y rescate, y durante las siguientes horas y semanas se fueron encontrando los fragmentos del aparato.

Recién en marzo dieron con el transbordador en el fondo del mar, con los restos de los 7 tripulantes, y el hallazgo macabro de que al menos 3 de ellos habían sobrevivido al colapso inicial y posiblemente murieron luego, por el impacto a más de 300 km/h contra la superficie oceánica.

Con gran parte de los fragmentos recuperados, se inició una investigación que puso en evidencia numerosas irregularidades y marcó un hito en la historia de los vuelos al espacio.

Los factores meteorológicos que desencadenaron la tragedia

Luego del accidente se formó la Comisión Rogers, dedicada a investigar las causas de la tragedia. Durante más de 5 meses se examinaron las imágenes de las 400 cámaras que filmaron el lanzamiento desde distintos ángulos, los datos de 2000 transmisores que llevaba el aparato, la telemetría, las comunicaciones entre los ingenieros de la NASA y de las empresas proveedoras.

Varios factores salieron a la luz. Hubo una condición meteorológica que jugó un papel determinante en el accidente. Aquella madrugada, en Florida, se habían registrado temperaturas inusualmente bajas, inferiores a los cero grados.

Este descenso térmico produjo hielo en las juntas tóricas del cohete derecho, una pieza de alta criticidad, porque se ocupa de sellar el revestimiento del cohete de propulsión. Esa formación de hielo temporal hizo que perdiera la flexibilidad indispensable para expandirse y soportar la altísima presión del momento de la ignición.

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En las primeras milésimas de segundo, cuando comenzó el lanzamiento, los materiales no se expandieron cómo debían y se produjo una pequeña rajadura. Por allí comenzó a salir el combustible sólido que unos segundos más tarde se convirtió en la llama que penetró en el tanque externo e hizo que el hidrógeno empiece a filtrarse.

La investigación determinó también que, si bien la falla comenzó en el momento del despegue, a los 58 segundos el Challenger ingresó en una corriente de viento de velocidades superiores a los 300 km/h, que lo sacudió por apenas 2 grados. Este movimiento desencadenó el colapso y la desintegración, a más de 10 km de altura.

Pero las condiciones meteorológicas fueron sólo el contexto en el que se produjo la tragedia. La investigación reveló que varios ingenieros sabían que las bajas temperaturas representaban un riesgo para las juntas tóricas, que habían evidenciado problemas en expediciones anteriores. Nunca se había efectuado un lanzamiento con menos de 10 °C y ellos recomendaron abortar la misión. Pero sus advertencias fueron ignoradas por los directivos de la NASA, que dieron luz verde al Challenger aquella fría mañana de enero.

Este desastre marcó un hito en la historia de la Agencia, que debió replantear sus procedimientos, sus estándares de seguridad, sus protocolos de comunicaciones internas y externas y toda su cultura organizacional.