La mayor tormenta solar de los últimos años: ¿qué significa y cuáles son los riesgos para la salud de los humanos?
El Sol está particularmente activo y ha liberado la llamarada solar más potente de la escala, que llegará a la Tierra el domingo 6. ¿Cuáles serán sus efectos en la salud humana?
Nuestro Sol es una enorme bola de gas extremadamente caliente cargado eléctricamente: en su superficie la temperatura es de unos 5.500 °C, pero en su centro, allí donde el hidrógeno se fusiona para formar helio por medio de un proceso conocido como fusión nuclear, la temperatura supera los 15 millones de grados Celsius. La energía creada por ese proceso se irradia en forma de luz y calor, dando lugar a esa estrella de mediano tamaño catalogada como estrella enana amarilla, aunque su color real sea blanco.
El gas que conforma nuestra estrella se mueve, generando un potente campo magnético que tiene ciclos. Cada ciclo se repite cada 11 años aproximadamente, en los que el campo magnético del Sol cambia completamente. Esto significa que los polos norte y sur del Sol cambian de lugar, y tras otros 11 años, vuelven a su posición original.
El ciclo solar es, básicamente el aumento y la disminución del campo magnético del Sol y el cambio de su polaridad. Esto se manifiesta en las manchas solares que se observan en su superficie. El número de manchas solares permite hacer un seguimiento del ciclo: cuando el Sol tiene menos manchas solares, se lo llama mínimo solar y marca el inicio del ciclo. Luego aumenta la actividad solar y, con ella, el número de manchas solares, hasta llegar al máximo solar, que marca la mitad del ciclo. Y así sucesivamente. Desde 1755, año en que se empezaron a registrar, han ocurrido 25 ciclos solares, comenzando el último y actual en diciembre de 2020.
Llamaradas y tormentas solares
Si el Sol se encuentra en su fase más activa, comienza a observarse mucha actividad en su superficie, evidenciada en explosiones masivas de energía llamadas erupciones o llamaradas solares y en ocasiones, se pueden desencadenar eyecciones de masa coronal o CME por sus siglas en inglés.
Una CME es una nube gigante de plasma solar empapada con líneas de campo magnético que es expulsada del Sol durante fuertes erupciones solares. Cada CME está formada por miles de millones de toneladas de hidrógeno ardiente, que son lanzadas al espacio a grandes velocidades, arrastrando consigo el campo magnético del Sol y causando lo que conocemos como viento solar.
Dependiendo de la ubicación de la erupción, la eyección podría o no alcanzar la Tierra, y la mayoría de las veces son dirigidas lejos de la Tierra. Una CME dirigida a la Tierra puede llegar, dependiendo de la velocidad, después de 24 horas o más y probablemente cause una tormenta geomagnética, haciendo que se observen auroras intensas, a menudo en latitudes mucho más bajas de lo normal.
Fuego en el cielo… ¿caos en la Tierra?
Según informó el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA, este jueves 3 de octubre se ha registrado una intensa llamarada solar clasificada X9, la más fuerte de este ciclo solar y la más intensa desde 2017.
Las llamaradas se clasifican en 3 categorías, siendo X la que indica las más poderosas, M las medianas y C las menores, con pocas consecuencias en la Tierra. El número indica su magnitud, siendo el 9 la mayor. Letra y números conforman una escala logarítmica donde M1 es 10 veces más fuerte que C1, X1 es 10 veces más fuerte que M1, y así sucesivamente.
Las llamaradas solares y las tormentas geomagnéticas asociadas pueden interferir de manera sutil con la vida moderna, altamente dependiente de la electricidad y las comunicaciones, por el potencial de daño en las redes eléctricas, en los enlaces por radio, los sistemas terrestres y satelitales de navegación, a la vez que representan riesgos para las naves espaciales y los astronautas. En este caso, se pueden tomar medidas preventivas: los satélites se ponen en modo seguro y los astronautas evitan realizar paseos espaciales.
La historia, sin embargo, nos recuerda que el impacto puede ser diferente. Una de las erupciones solares más fuertes jamás registradas, causó la tormenta geomagnética de mayor magnitud registrada en la Tierra en los últimos 500 años.
Las consecuencias del Evento Carrington de 1859 pudieron verse en todo el planeta en forma de auroras boreales en los lugares más insólitos, con una intensidad lumínica nunca vista. La tecnología de entonces colapsó: la red telegráfica se cayó en todo el mundo. El Evento Carrington podría clasificarse como una llamarada X40 por su descomunal intensidad.
Efectos en la salud humana
La principal amenaza para la salud humana durante una tormenta solar, podría estar relacionada con la radiación ionizante. Este tipo de energía tiene el potencial producir cambios químicos en las células y dañar el ADN. Pero afortunadamente nuestro planeta tiene atmósfera, la que nos protege de esos rayos y partículas, y al momento no existen investigaciones científicas que indiquen que el riesgo existe.
Por otro lado, no hay un consenso generalizado sobre la correlación entre las erupciones solares y la salud humana. Algunos estudios hallaron vínculos entre eyecciones de masa coronal y síntomas que suelen ser de corta duración, como dolor de cabeza, palpitaciones, cambios de humor y malestar general. Se ha reportado también que podrían aumentar los pensamientos confusos y erráticos.
Un estudio llevado a cabo en Polonia entre 1990 y 1999, halló una relación confiable entre los accidentes automovilísticos y los parámetros de las actividades solar y geomagnética.
Otro estudio realizado en Rusia, halló que anualmente, entre 1948 y 1997, la actividad geomagnética mostraba tres picos estacionales (entre marzo y mayo, en julio y en octubre) y que, en la ciudad de Kirov en el norte de Rusia, cada pico coincidía con picos en distintos desórdenes de humor, como por ejemplo, ansiedad, depresión, trastorno bipolar y suicidios.