Las regiones secas amenazadas por el cambio climático
Las lluvias intensas y repentinas que afectaron a desiertos en distintas partes del mundo han alertado a la comunidad internacional sobre los efectos del cambio climático. Las zonas árídas o semiáridas de Argentina están mostrando cambios en las últimas décadas.
Aunque parezca un relato de fantasía, algunos de los desiertos más importantes del mundo están siendo afectados por inundaciones. Las imágenes que recorrieron el mundo de las fuertes lluvias que anegaron al desierto de Arabia Saudita con camellos que luchaban para no ser llevados por la corriente, se sumaron a la muerte de decenas de personas y miles de personas evacuadas.
Según indica el sitio Sobre la Tierra (SLT) de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires, estos eventos alertan sobre cómo el cambio climático afecta a zonas áridas. En esas geografías el ambiente y las poblaciones no están preparadas para lucha contra este tipo de fenómenos.
En Argentina más del 70 % de su superficie está caracterizada como árida y semiárida. Alejandro Maggi, docente de investigación de la cátedra de Manejo y Conservación de Suelos, ha trabajado sobre esta temática. Varios de sus artículos están publicados en la revista Meteorológica, del Centro Argentino de Meteorólogos.
Cómo se afecta Argentina
Maggi en sus trabajos señala cómo el noroeste de Argentina ha sido afectado por fuertes cambios en el clima que impactan sobre sus suelos. El investigador indicó que no había registros de inundaciones como las que se registraron en el Sahara y en el desierto de Atacama. El Sahara también registró nevadas excepcionales a comienzos de 2018.
En Argentina los primeros cambios importantes se registraron en la década de 1970 cuando las isoyetas (líneas con cantidades iguales de lluvias) se desplazaron hacia el oeste de la llanura pampeana, aumentando la zona productiva sin necesidad de riego, a sectores antes marginales.
Pero el cambio climático también sumó una mayor frecuencia de fenómenos extremos como tormentas intensas, olas de calor más extensas, y fuertes sequías que impactan sobre la producción y el ambiente. Este esquema genera mayor variabilidad e implica más incertidumbre a los procesos productivos.
El noroeste argentino más afectado
Al referirse al noroeste de Argentina, Maggí indicó que “en la Puna, como en la mayoría de las zonas áridas y semiáridas, llueve apenas entre 50 y 250 milímetros anuales, pero muy concentrados en el tiempo. Además los fenómenos son más intensos. Es un área donde los suelos son frágiles de por sí“.
Los suelos con gran pendiente tienen mayor posibilidad de degradarse ante lluvias intensas, especialmente en estaciones secas. La modificación de vientos también afecta a los suelos, especialmente al final de la estación seca. El aumento en la cantidad de lluvias estaría generando un incremento en la cobertura vegetal en la Puna.
Esta tendencia parece estar variando en los últimos 20 años con una disminución en la cantidad de lluvias, y un retraso en el inicio de la estación de lluvias. Más allá de ello, las zonas áridas y semiáridas son muy susceptibles a cambios en el clima, y especialmente al impacto de fenómenos extremos.