Lengua de fuego: la especie que tiñe de rojo los paisajes del fin del mundo
Una especie nativa del sur de la Argentina sobresale por su coloración en medio de un paisaje que de por sí es deslumbrante. Fue declarada "flor provincial" en Santa Cruz y poco se sabe acerca de sus características.
Durante la primavera la Patagonia se llena de colores. Es una estación corta pero muy esperada, que impulsa la salida a escena de una gran diversidad de especies que sorprenden por su belleza. Son las protagonistas de uno de los fenómenos más fascinantes de la naturaleza, donde las plantas florecen, brotan nuevas hojas en los árboles y los paisajes que ya eran deslumbrantes logran superarse.
La paleta de colores se renueva y queda atrás el invierno de tonos grises para dar paso a una nueva etapa, donde se destacan los colores vívidos de las plantas que florecen y conquistan a quien las contemple, entre ellas el quilimbai, el molle, el calafate y el botón de oro.
Pero hay una especie que se destaca y sobresale entre todas ellas, aún en medio de la espectacularidad de las altas cumbres que nunca abandonan su blancura. Se trata de la lengua de fuego, popularmente conocida como mata guanaco o neneo macho, aunque su nombre científico es Anarthrophyllum desiderátum.
Este arbusto de la familia de las fagáceas (legumbres), inunda la zona a fuerza de sol y sequía. Es muy simple de reconocer, ya que cuando esta en etapa reproductiva ofrece hermosas flores que crecen en cantidad y por su coloración sobresalen en las zonas más australes de la Argentina, desde la estepa al este hasta las laderas de montaña en el oeste.
El fruto es una vaina de color amarillo que se abre en dos cintas enruladas, dejando libres las pequeñas semillas redondas, muy duras, de color marrón oscuro. Forma matas globosas muy ramificadas, con hojas rígidas y trífidas que poseen espinas y son de color verde grisáceo. Sus flores, comúnmente rojo escarlata, son abundantes y de extrema belleza.
Dónde y cuándo encontrarlas
Su aspecto es redondo y mide poco menos de 1 metro, ya que debió adaptarse para sobrevivir en una región donde prevalecen los fuertes vientos y las bajas temperaturas. Sin embargo, cuando florece -octubre a diciembre- luce como una bola de fuego en medio de los desolados y silenciosos paisajes del yermo territorio patagónico.
En Argentina crece en las provincias de Santa Cruz y Chubut y en Chile existen dos variedades en las regiones de Aysén y Magallanes. En ambos casos, predomina en bosques altos (hasta 900 msnm), desiertos o zonas con escasa vegetación.
Sin dudas, es una planta que "hace patria", porque crece y se desarrolla en los lugares más duros, inhóspitos y poco habitados. Son zonas ventosas y áridas, por lo tanto tiene un sistema radicular muy desarrollado para sobrevivir en suelos arenosos, pedregosos y bien drenados.
Una planta poco conocida
Según la publicación “Un jardín en la Patagonia Austral", del INTA Santa Cruz, el fruto de la lengua de fuego es una pequeña legumbre con pelos sedosos, que se curva y retuerce hasta secarse, las semillas castañas maduran desde mediados de noviembre a mediados de diciembre, en tanto que la floración se da entre fines de septiembre y principios de diciembre.
Un estudio realizado por investigadores del CONICET indica que la “lengua de fuego” podría ser la única planta ornitófila -que ofrece néctar- y sirve de alimento a las aves polinizadoras.
Posee gran cantidad de proteína, quizá por eso se cree que el neneo macho podría ser una importante fuente de alimento para diferentes especies de la fauna típica del sur de Argentina y Chile. Además, por su aspecto podría servir de refugio para otras especies de plantas y animales.
Hace poco mas de un año la Legislatura de Santa Cruz aprobó el proyecto de Ley que declaró a la “lengua de fuego” como flor representativa de la provincia, con la idea de que se conozca cada vez más esta ignota pero hermosísima especie.