Los aviones deberán estar preparados ante un futuro con más turbulencia
El cambio climático está generando un mayor contraste de temperatura entre los polos y el ecuador. Esto genera condiciones para que la turbulencia que afecta a los aviones vaya en aumento.
Uno de los efectos más peligrosos para la aviación son las turbulencias severas, especialmente las que ocurren dentro de aire claro, libre de nubes. Ahora, investigadores de la Universidad de Reading y del National Centre for Atmospheric Science (NCAS), ambos de Reino Unido, están utilizando modelos informáticos del cambio climático para mostrar cómo afectarán las turbulencias peligrosas al sector de la aviación en el futuro.
Un primer estudio de la Universidad de Reading en 2017 ya adelantaba que se observaban altas chances de que aumentaran en un fututo no muy lejano las turbulencias leves, moderadas y graves en el aire despejado. De acuerdo a lo señalado por NCAS, se prevé que las turbulencias de aire despejado aumenten en función de un aumento en las condiciones que lo generan, asociadas a un mayor gradiente latitudinal de vientos.
Las turbulencias en aire claro tienden a ocurrir en el sector más cercano a menores latitudes de una cuña de alta presión. En esa zona de transición el gradiente de viento es más pronunciado, o sea que la intensidad cambia más rápido con la distancia. De esta forma el aire se vuelve más turbulento, y su pronóstico diario es esencial para lograr vuelos más seguros.
A más contraste de temperatura, más turbulencia
Más allá de lo que la meteorología aporta, en muchos casos este tipo de turbulencias son más erráticas y generan accidentes dentro de los aviones, especialmente cuando los pasajeros no respetan los carteles para abrocharse los cinturones. El cambio climático está provocando un calentamiento más rápido de la atmósfera superior sobre los trópicos que sobre los polos. Esta diferencia de temperatura, cada vez mayor entre latitudes bajas y altas, está provocando la alteración de las corrientes en chorro y la perturbación de las corrientes de viento de altura en las zonas por las que vuelan los aviones.
Estos cambios incluyen aumentos en la la cortante del viento, cambios rápidos en la velocidad y dirección del viento, que potencian la formación de parches turbulentos de aire. Isabel Smith, investigadora de turbulencias de la Universidad de Reading, explica que "aunque recientemente se han producido algunos incidentes muy sonados y preocupantes, la gente debe recordar que las turbulencias graves siguen siendo muy raras. Es mucho más probable que los aviones se encuentren con turbulencias ligeras que con turbulencias graves”.
En la mayoría de las veces, las turbulencias serán lo bastante fuertes como para volcar la bebida y hacer que el viaje sea un poco agitado, pero no tanto como para causar lesiones graves. Cuando un vuelo detecta turbulencias de aire despejado, los pilotos informan de ellas para que las compañías aéreas intenten evitar en lo posible las regiones turbulentas en los vuelos posteriores en la zona.
Más turbulencia en verano y otoño
En muchos casos, algunas aerolíneas toman rutas más largas pero con menos turbulencias, como forma de mejorar la seguridad de los pasajeros y limitar los daños a las aeronaves, aunque esta práctica aumenta el consumo de combustible y genera una mayor emisión de dióxido de carbono a la atmósfera, que se busca evitar. Una situación que plantea soluciones en con diferentes implicaciones.
En un estudio reciente dirigido por Isabel Smith, se ha destacado que, aunque el invierno es históricamente la estación más turbulenta, el otoño y el verano tendrán el mayor aumento relativo global de la frecuencia de turbulencias en aire despejado. Reinhard Schiemann, investigador científico del NCAS y de la Universidad de Reading, añade un dato interesante: "según nuestra evaluación de modelos climáticos globales, por cada 1 °C de calentamiento global cercano a la superficie, las turbulencias moderadas en el aire despejado aumentarán un 14% en verano y otoño y un 9% en invierno y primavera".
Estos resultados confirman que el sector de la aviación debe prepararse para un futuro más turbulento, y que hay que tener muy en cuenta los costes para la industria, las personas y el medio ambiente. El estudio de 2017 también señalaba que la cantidad media de turbulencias ligeras en la atmósfera aumentará en un 59%, mientras que las turbulencias de ligeras a moderadas aumentarán en un 75%, las moderadas en un 94%, las de moderadas a graves en un 127% y las graves en un 149%.