Los secretos mejor guardados del Apolo 11
Cada vez que la humanidad logra una gran hazaña, comienzan a circular todo tipo de mitos. En este caso con la llegada del hombre a la Luna, existen historias conspirativas, conceptos erróneos, y la intriga que generan los secretos mejor guardados. Todo eso te lo contamos en esta nota.
Sabemos que Armstrong fue el primer hombre en pisar la Luna, pero como ya te contamos en la nota anterior no viajó sólo ni fue el único en pisar suelo extraterrestre en esa misión. De hecho hubo un “injusto” cambio de planes, que terminó dejando el nombre de Neil Armstrong escrito en la historia por dejar la primera huella.
Neil estaba sumamente formado y capacitado para su labor, de hecho obtuvo su licencia de piloto privado a los 16 años (antes de aprender a conducir automóviles); por su inteligencia y múltiples habilidades técnicas el director de la NASA de ese momento, Deke Slayton, le ofreció a Armstrong ser el comandante del Apolo 11.
Armstrong Vs. Aldrin
Los protocolos de la NASA determinaban que el elegido para salir primero al exterior fuera el astronauta más joven, mientras que el más veterano quedaba a cargo de los mandos de la nave. Entonces, Aldrin debía ser el primero en pisar la Luna, mientras el comandante Armstrong a cargo de la nave la pisaría unos minutos más tarde, pero fue justamente a la inversa.
Al comienzo, los rumores de que Aldrin sería el afortunado en pisar en primer lugar el suelo lunar eran fuertes. Faltando sólo tres meses para el despegue de la misión, se anunció que Armstrong sería el elegido. La razón principal que hizo cambiar de parecer a la NASA, fue una cuestión puramente técnica y de diseño del módulo, aparentemente el acceso de la nave abría hacia un lado en lugar de hacia arriba o abajo. Al abrirse la escotilla, efectivamente Armstrong tenía un camino libre hacia la salida, mientras que Aldrin quedaba atrapado. Esto confirmaba que, el primer hombre en saltar casi un metro y medio desde el módulo Eagle a la superficie lunar sería finalmente Armstrong, el miembro más destacado del equipo.
¿Llegamos verdaderamente a la Luna?
Después de 50 años todavía hay personas que sostienen que todo fue una mentira, un gran montaje de ficción y que el hombre no llegó a la Luna. Estas teorías conspirativas en ningún caso tienen el aval de científicos serios, y son rápida y fácilmente refutadas.
La bandera que algunos ven “flamear” cuando la Luna carece de atmósfera y viento, no es en realidad un paño agitado por el viento. La bandera se ve ondeando porque el astronauta manipula el asta y la misma bandera, sin importar si hay aire o no, se va a mover. El hecho de que en la superficie lunar no haya atmósfera hace que no exista resistencia al movimiento, por lo tanto después de que Armstrong toca la bandera y la suelta, permanece en movimiento en el vacío durante un mayor período de tiempo que en nuestra atmósfera.
Las conspiraciones cuentan que las huellas de los astronautas no son reales. Esto es falso, las huellas son posibles porque el suelo es bastante parecido a la ceniza volcánica, por lo que se pueden dejar tranquilamente huellas en él.
Otros dicen que no están en la Luna porque en las fotos no se ven las estrellas. Esta es una afirmación absurda, simplemente no se ven porque su luz es demasiado débil para ser captada por la cámara. La luz llega a la Luna desde el Sol y golpea la superficie lunar, esta es demasiado brillante como para que una cámara pudiera capturar algo que se encuentra tan lejos como las estrellas distantes.
El secreto del meteorólogo que salvó a los astronautas
Durante la madrugada del 22 de julio de 1969 los tres astronautas de la misión Apolo 11 felices y un poco más relajados luego de cumplir semejante hazaña, se dirigían de regreso a la Tierra. Como se fueron dando los acontecimientos de manera tan exitosa, la mayoría de los involucrados en la misión estaban más calmados, a excepción de una persona, el capitán Hank Brandli del Servicio Meteorológico de Defensa de la base aérea de Hickam, en Hawái.
Él era la única persona que sabía que en el lugar exacto donde se planeaba el amerizaje de la cápsula con el regreso de los tres astronautas, estaría afectado por una gran tormenta tropical. Este sistema era sumamente peligroso, capaz de desgarrar los paracaídas de la cápsula en pleno vuelo, provocar que se estrellen en el agua a una velocidad de 40.000 km/h y mueran los tripulantes en el acto, dejando el peor desenlace para semejante epopeya.
El problema era que Brandli no podía dar aviso a la NASA de la terrible situación para que cambien el lugar de contacto, porque para predecir la ubicación del sistema de mal tiempo estaba utilizando una serie de imágenes del Programa de Satélites Secretos de Defensa conocido como 417. En aquellos años (plena Guerra Fría), con la excusa de estudiar el medioambiente se analizaba la nubosidad para encontrar los momentos en que dentro del Proyecto Secreto Corona podían fotografiar el suelo enemigo y espiar las instalaciones secretas de los soviéticos.
Por esas casualidades de la vida y casi milagrosamente, llega a la base aérea de Hawái el capitán Willard Houston, quien había trabajado con la Marina y conocía el Programa Secreto de Satélites, llegaba para asumir el control del servicio meteorológico de la flota. Cuando Brandli se enteró de esto, pidió con urgencia y un poco aliviado una reunión con Houston. Le mostró las imágenes, su pronóstico y concordaron ambos en que la meteorología adversa en esa zona iba a arruinarlo todo.
Ahora Houston es el que estaba muy intranquilo, tenía la difícil tarea de hablarle al almirante Donald Davis, comandante a cargo de la recogida de los tripulantes del Apolo 11, y convencerlo de que cambiara de rumbo. Lo difícil era tener que persuadirlo sin explicarle el motivo real, porque no podía revelar la información secreta de satélites que en realidad se suponía que no existían. Debido al escaso tiempo con el que contaban para cambiar la maniobra, el almirante decidió escuchar a Houston y desviar el rumbo sin esperar a la confirmación oficial de la orden, sólo le dijo: "más vale que tenga usted razón". Si fallaban tanto Davis como Houston le dirían adiós a su carrera.
Finalmente a pocas horas de su reentrada en la atmósfera, la NASA cambió el lugar de aterrizaje del Apolo 11 desviándolo unos 350 kilómetros al noreste del lugar original, con un desenlace exitoso a salvo sobre las aguas calmadas del Pacífico. Luego de un tiempo Brandli y Houston se enteraron que la Marina envió al punto de aterrizaje original un par de cazas para comprobar que efectivamente había una tormenta muy violenta.
Estos acontecimientos fueron uno de los secretos mejor guardados, recién se dio a conocer en 1995 cuando el presidente Bill Clinton desclasificó los papeles del programa Corona.