¿Mas problemas para el campo? La bajante de los ríos que integran la hidrovía podría complicar otra vez la navegabilidad

Los modelos climáticos advierten por la presencia de una Niña para los próximos meses. Esta situación podría complicar la navegabilidad en la hidrovía Paraná - Paraguay y perjudicar al sector agroindustrial.

Hidrovia
La hidrovía Paraná - Paraguay es clave para el desarrollo económico y productivo en Sudamerica.

La hidrovía Paraná-Paraguay, una de las principales rutas fluviales de Sudamérica, atraviesa una de las peores crisis hídricas en décadas. La histórica bajante de los ríos que la conforman está afectando gravemente la navegabilidad, poniendo en jaque el transporte de mercancías y exponiendo las vulnerabilidades de una región que enfrenta cada vez más los efectos del cambio climático.

Con una longitud de más de 3,400 kilómetros, esta vía acuática es esencial para el comercio y la economía de Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil.

Ocurre que el fenómeno climático de La Niña, caracterizado por el enfriamiento de las aguas del Pacífico ecuatorial, provoca patrones climáticos anómalos en todo el mundo y en Sudamérica genera la disminución de las precipitaciones en áreas claves como el sureste de Brasil, Paraguay y el noreste de Argentina. Esta situación promueve una marcada reducción en el caudal de los ríos de la región, especialmente el Paraná y el Paraguay, que forman la columna vertebral de la hidrovía.

La bajante actual no es un fenómeno aislado: en 2021, el río Paraná experimentó una de sus peores crisis en más de 70 años, con niveles de agua extremadamente bajos que afectaron la navegabilidad y la capacidad de exportación de granos y otros productos. El impacto económico fue devastador, porque la reducción de la profundidad del río obligó a los barcos a transportar menos carga, lo que aumentó los costos logísticos y ralentizó el comercio internacional.

Hidrovia
Por la hidrovía se exportan granos (soja y derivados), minerales y otras cargas relevantes, como combustibles, fertilizantes y contenedores.

La crisis también afectó a la producción agrícola, ya que muchas áreas dependen del riego fluvial para mantener sus cultivos. En total, las pérdidas económicas se estimaron en más de mil millones de dólares.

Con pronóstico Niña, vuelve el temor por otra bajante

Según el informe más reciente de la Oficina de Riesgo Agropecuario de Argentina, los niveles hidrográficos actuales marcan aguas bajas en todas las estaciones sobre los ríos Iguazú, Paraguay y Paraná. Este patrón, que se observa en las principales estaciones de monitoreo, sugiere que la crisis hídrica podría agravarse en los próximos meses, especialmente con el pronóstico de un verano influenciado por La Niña.

Este fenómeno, que suele generar un déficit de lluvias en la región, podría intensificar la bajante y prolongar la situación crítica.

Además, la prolongación de la sequía no solo afectaría la navegabilidad. La disponibilidad de agua en suelo también se vería comprometida, lo que podría traducirse en una menor producción de granos, especialmente soja y maíz, que representan una parte significativa de las exportaciones de Argentina y Paraguay. Ante este panorama, el sector agropecuario enfrenta un doble desafío: la reducción de la producción y el aumento de los costos logísticos para transportar la cosecha.

Consecuencias económicas

El impacto económico de la bajante en la hidrovía es profundo y multifacético. Argentina y Paraguay dependen en gran medida de la hidrovía para exportar sus productos agrícolas.


Los granos que se producen en el interior de estos países se transportan en barcazas por la red fluvial hasta los puertos del Atlántico, desde donde se exportan a todo el mundo. Con el agua a niveles críticamente bajos, las embarcaciones deben reducir su carga, lo que significa que se necesitan más viajes para transportar la misma cantidad de mercancías y eso no sólo incrementa los costos sino que demás reduce la competitividad de los productos sudamericanos en el mercado global.

Impacto ambiental

Los ecosistemas acuáticos que dependen de un flujo constante de agua están en peligro, ya que la reducción del caudal fluvial afecta la biodiversidad, poniendo en riesgo a especies de peces, aves y otros animales que dependen del agua para su supervivencia. Además, la disminución del nivel del agua expone grandes áreas de lecho fluvial, lo que puede provocar la sedimentación excesiva y alterar el curso natural de los ríos.

Represa
La represa de Itaipu esta construida sobre el río Paraná, en la frontera entre Paraguay y Brasil.

Los expertos en medio ambiente advierten que la crisis hídrica también afecta la calidad del agua. Con menos agua fluyendo, los contaminantes se concentran en mayores proporciones, lo que pone en riesgo la salud de las comunidades humanas que dependen de estos ríos para su suministro de agua potable.

¿Qué pueden hacer los países afectados?

Frente a esta crisis, los gobiernos de la región implementaron algunas medidas para mitigar los efectos de la bajante. Sin embargo, la magnitud del problema exige una acción coordinada para la construcción y administración de represas y embalses.

Estas soluciones deben equilibrarse con la necesidad de proteger los ecosistemas acuáticos y promover prácticas agrícolas más sostenibles que reduzcan la dependencia del riego y mejoren la eficiencia en el uso del agua.

En un contexto de cambio climático, donde los fenómenos extremos como La Niña y El Niño son cada vez más frecuentes, es crucial que los países sudamericanos desarrollen estrategias a largo plazo para gestionar sus recursos hídricos de manera más efectiva. La crisis actual es un recordatorio de la vulnerabilidad de la región ante el cambio climático y la necesidad de adaptar las infraestructuras y las políticas a esta nueva realidad.