No hay dos sin tres: otro cohete chino fuera de control caerá en la Tierra
La agencia espacial china "lo hizo de nuevo": los restos de un enorme cohete están fuera de control y caerán en algún lugar de la Tierra en los próximos días. Incertidumbre y alerta global
Por tercera vez desde 2020, un incidente con restos de un cohete chino, expone los riesgos innecesarios asumidos por la Administración Espacial Nacional China (CNSA).
Acusaciones sobre falta de transparencia, irresponsabilidad y ausencia de cumplimiento de estándares internacionales, no hacen mella en su ambicioso plan espacial. Sin embargo, la etapa central del Long March 5B está cayendo lentamente a la tierra, y nadie sabe con certeza cuando o donde impactará.
La Gran Marcha al Palacio Celestial
El lanzador insignia de la CNSA, el Long March 5B, llamado así en honor a la Gran Marcha del Ejército Rojo que marcó el liderazgo de Mao Zedong en el Partido Comunista Chino, es un gigante de 57 m de alto y 870 Tn. Despegó el domingo 26 de junio, y luego de unos 520 segundos de propulsión, su etapa central se desprendió, mientras que el módulo Wentian (un laboratorio alimentado por energía solar) siguió viaje hacia la Estación Espacial Tiangong (Palacio Celestial en chino), acoplándose con éxito a ella.
La etapa central, de unas 18 Tn de peso y 33 de largo, comenzó un descenso descontrolado hacia la tierra al finalizar su misión. Los expertos indican que hay preocupación sobre las partes de esta pieza puedan caer a la Tierra, tal como sucedió anteriormente.
Esta es la tercera vez que sucede algo similar: en 2020, las casi 20 toneladas de chatarra espacial entraron a la atmósfera de manera descontrolada sobrevolando Los Ángeles y Nueva York antes de perderse en el fondo del Atlántico Norte. En 2021, una de las mayores piezas de basura espacial que ha caído de forma descontrolada en la historia, impactó contra el Océano Índico. Es que al consumir todo el combustible que propulsaba al Long March 5B, esta primera etapa vacía queda en órbita baja.
Basura Espacial
Los objetos que orbitan la Tierra permanecen en el espacio a través de un equilibrio constante. La gravedad los atrae hacia la Tierra, pero su impulso hacia adelante (moviéndose a 28.000 km/h) los mantiene en el espacio. Con el tiempo por fricción y las fluctuaciones de la densidad atmosférica, lentamente comenzarán a perder velocidad y a descender, saliendo de su órbita. Y al encontrarse con capas de aire más densas, es mayor la fricción y se desintegran o rompe en partes.
El estándar internacional para este tipo de operaciones indica que se debe realizar una reentrada controlada, ya que existen tecnologías que permiten asegurar una ventana temporal y espacial para que la chatarra caiga a la superficie en alguna región remota en medio de los océanos. Así se evita un riesgo mayor para vidas y bienes.
Si bien, los expertos consideran que las posibilidades de que los restos de este cohete golpeen un área habitada son muy bajas, entienden que China está asumiendo un riesgo innecesario. Al respecto, y luego de que la etapa central del último lanzamiento en 2021 cayera en el Océano Índico, el administrador de la NASA, Bill Nelson, dijo que China “no estaba cumpliendo con los estándares responsables con respecto a sus desechos espaciales”, lo que incluye la reducción de los riesgos durante el reingreso y una mayor transparencia en las operaciones de la CNSA.
Cuándo y dónde caerá
La dificultad para establecer una buena predicción de la trayectoria de vuelo a varios días aumenta la incertidumbre: sólo se puede saber con precisión dónde y en qué momento impactará con la superficie terrestre con algunas horas de anticipación.
Predicciones como la siguiente, las hacen organismos especializados o empresas privadas como The Aeroespace Corp., quien indica que esta chatarra espacial caerá en algún lugar del Atlántico Norte, alrededor del 31 JUL 22 a las 07:52 UTC, con un margen de error de 22 horas.
Y aunque sepamos que la chance de que impacte contra un área habitada es muy baja, tan solo del 0.1%, es un porcentaje grande para dejarlo en manos del azar.
Mientras tanto, habrá que mirar al cielo y agradecer que más del 70% de la superficie de nuestro planeta esté cubierta por agua.