Obras de protección contra inundaciones urbanas, o la ilusión de que no nos vamos a inundar
Las obras de infraestructura no eliminan de raíz el riesgo de inundaciones urbanas, solo pueden mitigarlo en parte, a la vez que brindan una falsa sensación de seguridad.

La Gestión del Riesgo de Desastres, enfocada en salvar vidas y reducir las pérdidas para asegurar el desarrollo sostenible de las comunidades, establece dos estrategias que se complementan entre sí, independientemente del tipo de amenaza al que nos enfrentemos, ya sea de origen natural o tecnológico.
La primera estrategia se basa en Medidas Estructurales, que son intervenciones físicas, ingenieriles o de construcción diseñadas para reducir el impacto de los desastres. Son obras de infraestructura que “se pueden tocar”, también llamadas de “infraestructura gris” u “obras grises”, porque generalmente son hechas de cemento. Su propósito principal es proteger a las personas y las propiedades, como la construcción de defensas, diques o represas para prevenir inundaciones; sistemas de drenaje pluvial urbano, para mitigar la acumulación de agua en eventos de precipitación, muros de contención en zonas de riesgo de deslizamientos de tierra, etc.

La segunda estrategia se sustenta en Medidas No Estructurales, aquellas acciones basadas en políticas, educación, planificación y otras acciones o medidas que no involucran infraestructura física. Estas se centran en reducir los riesgos mediante la gestión y preparación, como los sistemas de alerta temprana, la concientización, educación y simulacros para preparar a las comunidades ante emergencias, las regulaciones de uso del suelo para evitar construir en áreas de riesgo, y la conservación de ecosistemas que actúan como barreras naturales, como los humedales.
Ambas son cruciales para minimizar el impacto de los desastres en las comunidades. En esta oportunidad nos concentraremos en las medidas estructurales para mitigar el riesgo de inundaciones urbanas, la mayor problemática en la gestión del riesgo para nuestro país.
Infraestructura hídrica y períodos de retorno
Las medidas estructurales para reducir el riesgo de inundaciones urbanas, son obras de infraestructura diseñadas para resistir eventos de precipitación dentro de parámetros definidos por su período de recurrencia, que es el tiempo promedio que transcurre entre eventos de la misma intensidad. Esa intensidad se establece para eventos que suelen ocurrir una vez cada 5, 20, 50 o 100 años, en una ecuación que considera el costo de hacerlas con el beneficio obtenido.

En hidrología, los períodos de retorno (o recurrencia) varían típicamente de 10 a 100 años, excepcionalmente hasta 10.000 años. La selección de período de retorno depende de varios factores, entre los cuales se incluyen el tamaño de la cuenca, la importancia de la estructura, y el grado de seguridad deseado.
Por lo general, las obras de infraestructura hídrica urbana, como los sistemas de drenaje pluvial, se planifican para precipitaciones con períodos de recurrencia de 2, 5, 10 o 20 años (es decir que tienen una probabilidad de ocurrir en un año dado del 50 %, 20 %, 10 % o 5 % respectivamente). Esto es así porque se considera el área de la cuenca (que en regiones urbanas es pequeña), la intensidad de precipitación y el tiempo de concentración de esas precipitaciones, generalmente medido en minutos. En consecuencia, no es usualmente económico el diseñar sistemas de drenaje pluvial para períodos de retorno largos, para precipitaciones cuyo período de recurrencia es de 500 años (aquellas que suelen ocurrir una vez cada 500 años, con la probabilidad de que ocurra en un año dado del 0.2 %).

Por el contrario, las obras regionales de control de inundaciones tales como las defensas o diques laterales, cubren grandes áreas de drenaje y, en este caso, los períodos de retorno pueden variar entre los 50 y 100 años, lo que implica que deben estar preparados para resistir precipitaciones con un 2 % o 1 % de ocurrir en un año dado. El tiempo de concentración es más largo, (unas horas), aunque la intensidad de lluvia sea menor. En consecuencia, y como el tamaño del área de drenaje que es más importante que la intensidad de lluvia, la descarga total puede ser mucho mayor.
Falsa sensación de seguridad
Las obras hídricas urbanas, como el sistema de drenaje pluvial, suelen diseñarse para eventos con una recurrencia de 2 a 10 años. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, las obras del Arroyo Maldonado permiten conducir los excedentes hídricos para lluvias en un evento de 10 años de recurrencia y ayudan a mitigar los daños por inundaciones para eventos de mayor recurrencia.
Un período de recurrencia de 100 años no implica que la estructura puede fallar cada 100 años, sino que la estructura estará en riesgo de falla 10 veces a lo largo de 1.000 años. Hacer obras hídricas urbanas para precipitaciones con un período de recurrencia de 100, 500 o 1000 años (que tienen probabilidad anual de ocurrir del 1 %, 0.2 % y 0.1 % respectivamente) es sumamente costoso en términos económicos y aun así, no dan seguridad ante la chance de eventos que pueden ser mayores.
CATÁSTROFE EN BAHÍA BLANCA: EL PASEO DEL ARROYO NAPOSTÁ DESTROZADO
— apepe (@apepe_bahia) March 8, 2025
El feroz temporal y la acumulación de agua socavó las paredes del canal y derribó los puentes peatonales.#BahiaBlanca #arroyoNaposta #paseodelasesculturas #inundados pic.twitter.com/GuCUxnuk2a
De acuerdo con un análisis realizado por el Ing. Pablo Romanazzi, de la Universidad Nacional de La Plata, el 2 de abril de 2013 en la ciudad de La Plata se acumularon 392 mm en 24 h, un valor inaudito y para el cual no hay obra hidráulica que evite la inundación.
En su análisis, Romanazzi destaca que en un período de 3 h, “entre las 16:25 y las 19:25 hs, se acumularon 301 mm con una intensidad promedio de 100.3 mm/h, prácticamente sin mermar durante el transcurso de la tormenta”. Romanazzi concluye que “la recurrencia de ese evento se escapa de los límites razonables”, en tanto que destaca que, respecto a la duración horaria, “la recurrencia que surge del cálculo es de 5000 años”.

Supongamos entonces que tanto el municipio y los vecinos, con el apoyo de los gobiernos provincial y nacional se pongan de acuerdo en financiar mediante un crédito solicitado a una entidad internacional (como el Banco Mundial -BM-, el Banco Interamericano de Desarrollo -BID- o el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe -CAF-) una obra faraónica que los proteja de inundaciones provocadas por un diluvio de 400 mm y así lograr un sentimiento de seguridad ante inundaciones. En el mismo estudio, el Ing. Romanazzi estima la Precipitación Máxima Probable, definida como “un evento extremo máximo con una probabilidad límite, finita y tendiente a cero (pero no nula) de suceder”, en 500 mm para la ciudad de La Plata.
Es decir que hay una probabilidad (por más pequeña que sea) de que suceda un evento de precipitaciones que supere al ocurrido el 2 de abril de 2013 y, lo tanto, carece de sentido práctico hacer obras que aun así probablemente no cumplan con su cometido y comprometan económicamente -por sus costos elevados- a los vecinos.
Hacer y conocer
Aún así, las obras cuyo análisis costo-beneficio resulta conveniente, se deben realizar, aunque seamos conscientes de que no eliminarán por completo el riesgo de inundaciones. Las obras disminuirán el impacto de las inundaciones, ya que, por ejemplo, podrían permitir un drenaje más rápido: para una lluvia extraordinaria no es lo mismo tener 1.50 m de agua en una vivienda por 12 h, que tener 50 cm de agua por 2 h. Por ello, los funcionarios no deben crear falsas expectativas al afirmar que una obra evitará inundaciones, aunque efectivamente mitigará su impacto.
La población debe saber que el riesgo existe, que si viven en una ciudad con riesgo de inundaciones deben saber cómo protegerse y qué hacer. A eso apuntan las medidas no estructurales, para las cuales no es necesario una gran inversión y son efectivas, especialmente ante la falla de las estructurales. De ellas daremos cuenta en una próxima nota.
Referencia de la noticia:
Romanazzi, P. (2014). Aproximación a la estimación estadística de la Precipitación Máxima Probable (PMP) para La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina. II Congreso Internacional de Hidrología de Llanuras. Santa Fe, Argentina 22 al 26 de septiembre 2014.