¿Por qué el asado argentino no es un asado cualquiera? Claves y orígenes de esta delicia gastronómica

Un recorrido por el origen, la evolución y el simbolismo del asado, el emblema gastronómico que define la cultura argentina.

asado
El asado es el símbolo de la cultura y la tradición argentina. Suele caracterizarse por la reunión de amigos y familiares alrededor de una fogata para disfrutar de una variedad de carnes.

Hablar del asado en Argentina es adentrarse en una de las tradiciones más profundas y representativas de su cultura. No es solo una forma de preparar carne, es una ceremonia que une familias, amigos y comunidades.

Desde las vastas pampas hasta los barrios urbanos, el asado evolucionó para convertirse en un símbolo de identidad nacional. Su historia, que comenzó con los gauchos, se consolidó a lo largo de los siglos como un arte culinario único.

Los inicios del asado: fuego, campo y ganado

El asado argentino tiene raíces que se remontan al siglo XVI, cuando los conquistadores españoles introdujeron los primeros bovinos en la región. En 1556, siete vacas y un toro llegaron a estas tierras fértiles, marcando el inicio de la ganadería en lo que por entonces era el territorio del Virreinato del Río de la Plata.

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Un asado se define por su método de preparación: cocinar la carne a fuego lento en una parrilla hasta que alcanza su punto máximo de ternura.

Por entonces, la carne no era el recurso principal aprovechado de estos animales. Durante los siglos XVII y XVIII, el comercio del cuero dominaba la economía, mientras que la carne, difícil de conservar, se desechaba o se destinaba a consumo local en formas rudimentarias.

Fue en este contexto que los gauchos, habitantes de la pampa y guardianes de las tradiciones rurales, comenzaron a asar la carne al aire libre, estableciendo las bases del asado tal como lo conocemos hoy.

Con el tiempo, el ganado se adaptó y prosperó en las pampas, gracias a las condiciones ideales de suelo y clima. Para el siglo XVIII, millones de vacas vagaban libremente por el territorio, y los gauchos comenzaron a asar carne como un medio simple y efectivo de alimentación.

En improvisadas fogatas al aire libre, cocinaban costillares enteros, comiéndolos directamente con las manos. Este ritual primitivo sentó las bases del asado moderno.

La evolución hacia un emblema cultural

El asado no tardó en transformarse en una práctica extendida entre las distintas clases sociales de Argentina. Durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, la carne ya era un alimento esencial en las mesas, tanto en las estancias como en los núcleos urbanos.

Asado Argentina
El asado es considerado en Argentina un símbolo de unión y celebración.

La evolución del asado argentino no se detuvo con los gauchos. Con la llegada de nuevas técnicas de procesamiento y sierras para corte, como las introducidas en el frigorífico “The River Plate Fresh Meat” en Campana (provincia de Buenos Aires), surgieron cortes emblemáticos como el asado de tira.

A finales del siglo XIX, este corte, que inicialmente era considerado un descarte, ganó popularidad gracias a la posibilidad de fraccionar el costillar con precisión, marcando el inicio de una nueva era en la parrilla argentina.

En paralelo, figuras como Juana Manuela Gorriti, con su libro Cocina Ecléctica (1890), documentaron por primera vez la técnica del asado, ayudando a consolidarlo como un plato representativo de la cocina nacional. La cultura del fuego y la parrilla empezó a extenderse por todo el país, convirtiendo al asado en un símbolo de unión y celebración.

Los secretos detrás del sabor y la experiencia

¿Qué hace del asado argentino algo único? En primer lugar, la calidad de su carne. Criados en pasturas naturales, los bovinos argentinos producen cortes de una textura y sabor inigualables.

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El ganado Angus tiene la capacidad de infiltrar mucha grasa dentro del músculo, lo que hace a su carne muy tierna y jugosa, con un sabor distinto y un “marbling” (veteado entre carne y grasa) característico.

Vacío, entraña, matambre y tira de asado son algunos de los cortes más populares, cocinados a fuego lento sobre brasas de leña o carbón vegetal. Este proceso, que puede durar horas, resalta los jugos y aromas de la carne, ofreciendo un resultado tierno y jugoso.

El asado es también un evento social, porque la ceremonia comienza mucho antes de que la carne llegue a la parrilla. Desde la elección de los cortes hasta el encendido del fuego, cada detalle importa.

El asador, figura central del ritual, no solo domina la técnica, sino que se convierte en el anfitrión y maestro de ceremonias, asegurándose de que la experiencia sea perfecta para todos los presentes.

Las salsas tradicionales, como el chimichurri o la criolla, complementan la carne, mientras que las guarniciones, como ensaladas frescas, verduras asadas o papas fritas, aportan un equilibrio ideal al plato. Sin embargo, en el asado argentino, menos es más: la sal gruesa y el calor de las brasas son los únicos ingredientes necesarios para realzar el sabor natural de la carne.

Un legado lleno de curiosidades

El asado argentino no solo destaca por su sabor, sino también por las historias y tradiciones que lo rodean. El Día del Asado, celebrado cada 11 de octubre, es un reconocimiento al valor cultural de esta práctica.

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Charles Darwin era un naturalista británico que propuso la teoría de la evolución biológica por selección natural. En su paso por Argentina quedó fascinado con el asado.

Además, figuras internacionales también dejaron constancia de su admiración por el asado: Charles Darwin, durante su paso por Argentina en el siglo XIX, describió con fascinación la dieta de los gauchos, destacando el consumo de carne asada como un rasgo distintivo de la vida en las pampas. Otros viajeros, como el botánico John Miers, quedaron impresionados por la simplicidad y efectividad del método gaucho de asar la carne.

El asado, la identidad de la Argentina

Hoy, el asado se mantiene como un ritual esencial en la vida de los argentinos. Trascendió su origen rural para convertirse en una tradición que conecta generaciones.

En un mundo cada vez más globalizado, donde las comidas rápidas y las tendencias gastronómicas cambian constantemente, el asado mantiene su lugar. Es una experiencia atemporal que celebra los valores de comunidad, paciencia y calidad.