¿Por qué la Luna se pone roja durante un eclipse?
Cuando miramos fijamente a la Luna durante los eclipses, podemos ver que va cambiando de color hasta quedar total o parcialmente roja. Pero, ¿por qué obtienen estas tonalidades?
Uno de los fenómenos astronómicos más llamativos son los eclipses, y este viernes podremos ver el eclipse lunar más largo del siglo. El eclipse ocurre cuando la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna, generando un cono de sombra que oscurece la superficie lunar. Para que suceda, los tres cuerpos deben estar exactamente alineados o muy cerca de estarlo, de tal modo que la Tierra bloquee los rayos solares que llegan al satélite y proyecte una sombra, por eso los eclipses lunares sólo pueden ocurrir en la fase de luna llena.
Los eclipses lunares pueden clasificarse de tres formas según cómo sea el ocultamiento en la sombra; eclipse parciales, cuando sólo una parte de la Luna es ocultada, eclipse total, cuando toda la superficie lunar entra en el cono de sombra terrestre y penumbrales, que es cuando la Luna entra en el cono de penumbra de la Tierra. La duración y el tipo de eclipse es muy variable en cada evento.
Este viernes llega el eclipse lunar más largo del siglo
Pero si algo tienen en común todos los eclipses, es la tendencia de la Luna a teñirse de colores rojizos en cada uno de ellos. Y esto no es ninguna propiedad lunar, sino que es gracias a la atmósfera terrestre. Si la atmósfera no existiese, en cada eclipse total, la Luna desaparecería completamente (cosa que sabemos que no ocurre) porque la sombra sería negra.
El color rojizo característico se adquiere debido a la dispersión de la luz que es refractada por la atmósfera de la Tierra. La luz que atraviesa la parte superior de la estratosfera penetra la capa de ozono, que absorbe la luz roja tornándose de un color azul y queda refractada en el borde del eclipse.
Si pudiéramos ver desde la Luna qué es lo que ocurre, al momento del eclipse el disco terrestre estará rodeado por la luz solar. Pero al cruzar paralelamente la superficie terrestre, las capas de la atmósfera, cuya densidad va disminuyendo a medida que nos alejamos de la superficie de la Tierra, actúan como un prisma al recibir un rayo de luz blanca y la refracta (o desvía), con ángulos ligeramente distintos para cada color de luz, como vemos en la figura superior.
Entonces, la luz se curva alrededor del borde de la Tierra y se refleja en la Luna. Pero en su viaje a través de nuestra atmósfera también se filtra la luz azul, que es de longitud de onda más corta, dejando solo a los tonos rojos y naranjas ilesos bañando la superficie de la Luna. Y ahí lo tenemos: el resultado es una esplendorosa Luna roja.
La Luna cambiará varios tonos durante las diferentes etapas de un eclipse lunar total, pasando de un gris inicial a naranja y ámbar. Las condiciones atmosféricas también pueden afectar el brillo de los colores. Por ejemplo, partículas adicionales en la atmósfera, como las cenizas de un gran incendio forestal o una reciente erupción volcánica, pueden hacer que la Luna aparezca con un tono más oscuro de rojo.