¿Por qué no nieva si hace tanto frío?
Es la pregunta del momento. Cada vez que bajan las temperaturas se enciende la esperanza de ver caer algún copo de nieve, pero esto casi nunca ocurre. ¿Por qué?
Pocos fenómenos meteorológicos despiertan tanta fascinación como la nieve. Esta precipitación, tan similar a la lluvia pero a la vez tan distinta, genera una expectativa enorme. Será por esa sensación de silencio cuando cae, el blanco impoluto de los paisajes o por la ilusión de hacer un muñeco de nieve, la realidad es que cada vez que se habla de frío polar nos preguntamos si puede nevar.
Pero la realidad es que la temperatura no es condición suficiente para que haya nieve, sino que tiene que haber una conjunción de otros factores en su justa medida. Y uno de los principales - muchas veces olvidado- es que haya nubosidad capaz de generar cristales de hielo y copos que caigan hacia la tierra. Porque la nieve es, sobre todo, un tipo de precipitación.
En la nube
Allá arriba, a unos 10 km de altura aproximadamente, tiene que hacer bastante frío y el aire debe contener humedad. Pero ¡ojo! Si el aire es demasiado frío, la humedad que puede contener es menor, así que debe estar frío, pero no tanto.
La cosa es que se van a dar una serie de procesos que van a formar unos pequeños cristales de hielo, que serán los ladrillos que construyan el copo. Los cristales se irán uniendo hasta formar millones de estructuras hexagonales, que también se unirán entre sí y formarán los copos de nieve. Cuando su tamaño y peso sea el adecuado, comenzará su precipitación desde la nube hacia el suelo.
El camino es clave
Las temperaturas a las que se exponga el copo de nieve durante su recorrido hacia el suelo van a ser esenciales para determinar si tendremos lluvia o nieve. El aire que rodea nuestro planeta no siempre es más frío en la parte superior y más cálido cerca del suelo, sino que existen distintas corrientes de aire que pueden formar estratos con más o menos temperaturas a diferentes alturas. Y el problema se genera cuando queda una capa de aire templado formando un sándwich entre dos partes de aire más frío. Y esto es bastante común que suceda cuando tenemos este frío polar.
En estos casos, el copo de nieve parte de la nube, pero cuando ingresa al aire con mayor temperatura, los cristales se derriten y forman una gota de agua líquida, más conocida cómo lluvia. Así que aunque estemos con mucho frío esperando ver al copo de nieve que salió de la nube, solo vamos a ver una gota debido a que el frío no estaba en toda la columna de atmósfera.
Además, la humedad también importa. Porque si el aire está muy seco, ese copo es el que le va a donar el agua a la atmósfera. Los cristales empezarán a evaporarse, pasando de sólido a líquido, y al suelo no va a llegar ningún tipo de precipitación. Y si nos vamos al otro extremo, con el aire muy húmedo van a formarse tantos copos que se van a chocar entre sí, provocando una nevada con copos muy grandes y pesados.
En resumen, se necesita un frío constante en toda la atmósfera, acompañado de condiciones húmedas hasta el final del recorrido. De lo contrario, la nieve no sobrevivirá y solo tendremos una fría lluvia de invierno.