Preocupante y repentina desaparición del lago Sawa en Irak
La historia del lago Sawa nos rememora a lo sucedido en Argentina con la laguna Epecuén. Las causas son distintas pero el resultado final el mismo: el abandono total de una zona que supo tener un gran apogeo turístico.
El lago Sawa es un cuerpo de agua único en Irak que se caracteriza por su valor de salinidad, el más alto entre los cuerpos de agua del interior del país. Es una cuenca endorreica, ubicada cerca del río Éufrates, a unos 23 al oeste de la ciudad de Al-Samawa.
Este lago no tiene entrada ni salida, pero extrae agua del Éufrates a través de un sistema de grietas y fisuras conjuntas que transportan el agua a los acuíferos debajo de él. Históricamente, nivel del agua fluctuaba durante las estaciones seca y húmeda, pero no se secaba debido al estado de equilibrio entre la alimentación y la evaporación del agua. Esto cambió radicalmente en este 2022.
¿Por qué desapareció el lago Sawa?
"Este año, por primera vez, el lago ha desaparecido", dijo el activista medioambiental Husam Subhi. "En años anteriores, el área de agua había disminuido durante las estaciones secas".
El lago, de cinco kilómetros cuadrados, se ha estado secando desde 2014, dice Youssef Jabbar, jefe del departamento ambiental de la provincia de Muthana. Las causas han sido "el cambio climático y el aumento de las temperaturas", explicó.
Pero esto no es todo, porque un comunicado del gobierno emitido la semana pasada también apuntaba a "más de 1.000 pozos excavados ilegalmente" para la agricultura en la zona. Además, las fábricas de cemento y sal cercanas han "drenado cantidades significativas de agua del agua subterránea que alimenta el lago", dijo Jabbar.
Los lugareños esperan un milagro para que el lago puede volver a resurgir. Habría que frenar el uso de los acuíferos y, tras tres años de sequía, la zona necesitaría varias temporadas de lluvias abundantes, en un país golpeado por la desertificación y considerado uno de los cinco más vulnerables al cambio climático, según indica AFP.
Una historia que nos rememora a nuestra laguna Epecuén
La actividad humana y el cambio climático se han combinado tristemente para convertir el sitio en un páramo árido con montículos de sal. Los hoteles abandonados y las instalaciones turísticas aquí se remontan a la década de 1990 cuando el lago salado, rodeado de bancos de arena, estaba en su apogeo y era popular entre los recién casados y las familias que venían a nadar y hacer un picnic.
Es difícil no trazar un paralelismo con lo sucedido en Argentina en la laguna Epecuén, una historia muy similar de época de apogeo con hoteles turísticos sobre la Villa Epecuén en sus costas, que luego paso a la ruina tras las históricas inundaciones que azotaron la provincia de Buenos Aires en la década de 1980.
En Irak, el lago Sawa no es el único cuerpo de agua que enfrenta los peligros de la sequía. Las redes sociales iraquíes a menudo están llenas de fotos de suelos grotescamente agrietados, como los pantanos de Howeiza en el sur, declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, o el lago Razzaza en la provincia central de Karbala.
Latif Dibes, nativo de Samawa pero viviendo en Suecia, ha trabajado activamente durante la última década para aumentar la conciencia ambiental en la región. "Tengo 60 años y crecí con el lago. Pensé que desaparecería antes que él, pero desafortunadamente murió antes que yo", indicó.