Redescubren en Sudáfrica un topo dorado desaparecido hace 86 años
Se temía que los topos dorados de De Winton se hubieran extinguido en Sudáfrica, pero por fin se han vuelto a observar gracias a nuevas investigaciones y a un border collie llamado Jessie.
Una rara especie de topo que había eludido a los científicos durante tanto tiempo, y se temía que se había extinguido, ha sido observada una vez más en la naturaleza, después de una ausencia de 86 años.
Endémico de una región desértica en el noroeste de Sudáfrica, el topo dorado de De Winton (Cryptochloris wintoni) fue visto por última vez en 1937 y apareció en la lista de especies perdidas "más buscadas" de la organización Re:wild en 2017.
Pero después de meses de búsqueda, un equipo de investigadores, junto con un border collie detector de olores, descubrió evidencia de dos topos individuales en las dunas de una playa cerca de la pequeña ciudad de Port Nolloth.
Christina Biggs, especialista en especies de Re:wild que no participó en el estudio, elogió la perseverancia del equipo y dijo: "No dejaron ningún montículo sin remover y ahora es posible proteger las áreas donde viven estos topos raros y amenazados".
El escondite
A pesar de su nombre, los topos dorados no son verdaderos topos en absoluto, sino que están más estrechamente relacionados con las musarañas nutria y los tenrecs. La parte "dorada" de su nombre proviene de los aceites secretados por su piel, que esencialmente lubrican su pelaje y les permiten "nadar" en la arena.
Hay 21 especies de topo dorado, que se encuentran únicamente en el África subsahariana pero que se concentran en Sudáfrica en particular.
Los topos dorados, notoriamente tímidos, llevan un estilo de vida muy subterráneo y rara vez se aventuran a salir a la superficie. Como resultado, son completamente ciegos y deben confiar en su agudo sentido del oído para localizar a sus presas, principalmente insectos.
Es este comportamiento sigiloso lo que hace que sean tan difíciles de observar. De hecho, el equipo de investigadores que participó en el descubrimiento no vio a ninguno de los topos dorados de De Winton en cuestión. Sin embargo, encontraron pruebas físicas de su existencia, que confirmaron utilizando ADN ambiental.
Se recogieron muestras de este ADN, procedente de la piel, el cabello y las excreciones corporales, del suelo cerca de las madrigueras de los topos, y fueron olfateadas por Jessie, la border collie que fue especialmente entrenada para rastrear topos dorados.
Se recogieron más de 100 de estas muestras, lo que implicó un arduo trabajo que en ocasiones llevó al equipo a recorrer 18 kilómetros de hábitat dunar en un solo día.
Esperanza cautelosa
Aunque solo se confirmaron dos topos, los investigadores encontraron rastros de otros cuatro individuos y creen que la especie puede tener una población saludable en el área. También podrían abarcar un área mucho más amplia de lo que se pensaba, aunque esto no significa que la especie sea abundante.
Los topos dorados de De Winton siguen siendo una especie en peligro crítico de extinción, con amenazas constantes de la minería y el desarrollo residencial que rodean sus hábitats arenosos.
Por lo tanto, si bien el resurgimiento de la especie ha deleitado a los conservacionistas, mantienen la necesidad de realizar esfuerzos específicos destinados a preservar los topos a largo plazo.