Saltando la barrera de la predictibilidad de El Niño
Las predicciones de este fenómeno se vuelven más confiables pasado el otoño. Comenzó la etapa de vigilancia ante la posibilidad que se desarrolle a partir de la primavera.
Durante el mes de junio se activó la vigilancia del fenómeno ENOS (El Niño – Oscilación del Sur) desde los principales centros mundiales de monitoreo y pronóstico. Este estado de vigilancia inicia cuando las condiciones son favorables para el desarrollo dentro de los próximos seis meses de una de las dos fases que caracterizan a este fenómeno local con impactos mundiales. Particularmente en esta ocasión la vigilancia está puesta sobre la probable evolución hacia la fase cálida, la cual se conoce popularmente como El Niño.
Actualmente prevalecen condiciones de neutralidad en este fenómeno y se espera que persistan durante lo que resta del invierno. La temperatura de superficie de mar en el Océano Pacifico ecuatorial permanece dentro de los valores normales en las distintas regiones donde se monitorean continuamente las condiciones, aunque es de destacar que se viene registrando un leve aumento de la temperatura durante las últimas semanas.
Un precursor importante del fenómeno de El Niño es la temperatura sub-superficial del mar. En promedio, esta variable se mantiene en valores más cálidos que lo normal desde comienzos del otoño, cobrando un fuerte impulso ascendente durante el mes pasado.
Así las cosas, a la hora de recurrir a los modelos meteorológicos para descifrar la evolución de este fenómeno de alto impacto, existe un gran consenso en que el Océano Pacifico Ecuatorial continuará calentándose en el segundo semestre de este 2018, con una probable evolución hacia una fase cálida (Niño).
De los resultados obtenidos por los diferentes modelos de pronóstico (dinámicos y estadísticos) se desprende que las últimas actualizaciones elevaron a un 50% las probabilidades que El Niño se desarrolle a partir de la primavera, y un 65% de chances que el fenómeno este presente durante el próximo verano.
Saltando la barrera, tomamos confianza
Los pronósticos numéricos realizados con fines de poder predecir el futuro del fenómeno ENOS tienden a ser más confiables a partir del mes de junio, luego de superar la comúnmente llamada “barrera de predictibilidad” de los meses de otoño.
Durante el periodo otoñal, la habilidad o capacidad de pronóstico por parte de los modelos numéricos disminuye drásticamente con respecto a otras épocas del año. Este tema ha sido muy estudiado en los últimos años en la comunidad científica, y si bien no se sabe a ciencia cierta por qué ocurre, sí se conocen algunas razones que llevan a este comportamiento más errático.
Una de las causas más conocidas de por qué existe esta barrera en otoño es porque es un momento típicamente transicional del fenómeno ENOS entre las dos fases. Predecir bajo condiciones neutras el inicio o final de una fase es más difícil que predecir un evento en proceso. Otro factor fundamental es que en esta época suele darse un mínimo contraste entre la temperatura del mar en ambas costas del Pacifico Ecuatorial, ejerciendo una menor influencia sobre la atmósfera la cual se vuelve más caótica en su predicción.
En la medida que la ciencia continúe avanzando en el conocimiento sobre la predictibilidad asociada al ENOS, más cerca se estará de superar la barrera que impide pronosticar el fenómeno con una aceptable habilidad durante el otoño.