Si los romanos hubieran lanzado un satélite, ¡caería hoy!
Los satélites artificiales pueden aguantar muchos años en órbita, pero dependerá de su altitud los años que puedan resistir. Cuanto más altos están, más tiempo pueden permanecer en el espacio antes de desintegrarse.
El problema de la basura espacial hace tiempo que está sobre la mesa. Especialmente desde que Ellon Musk ha puesto en funcionamiento su red de satélites Starlink que va a dar cobertura de internet a todo el planeta. En cada lanzamiento se ponen en órbita 60 de ellos. El proyecto pretende que el enjambre sea de hasta 12.000 satélites. A pesar de tratarse de un hito tecnológico, no deja de ser una auténtica barbaridad lo que se pretende poner en órbita.
Hay que recordar que el espacio es Patrimonio de la Humanidad. Soy consciente de que es necesario, para que la tecnología en la Tierra funcione correctamente, contar con una gran red de satélites, ya sea para comunicaciones como para geolocalización. Pero como amante del cielo nocturno y de la astronomía esto me supone un gran dilema moral.
No solo el espacio está lleno de satélites en funcionamiento. Muchos han dejado de ser útiles y campan a velocidades de vértigo a miles de kilómetros de altitud. Algunos irán perdiendo altitud y acabarán precipitándose a la Tierra, seguramente desintegrándose al cruzar la atmósfera. Otros permanecerán ahí cientos o miles de años si el ser humano no pone remedio. ¿Hasta cuánto tiempo puede aguantar un satélite abandonado en órbita?
Cuánto aguantan a cada altitud
Los satélites geoestacionarios, aquellos que siempre están sobre un mismo punto del planeta, los tenemos a unos 36.000 km de altitud. Son los más altos. Apenas afectados por la atmósfera, que consideramos que tiene un grosor de 10.000 km, no sufren rozamiento y pueden llegar a estar ahí de forma indefinida a no ser que sean empujados manualmente hacia abajo.
Los satélites que se encuentran a unos 1200 km de altitud ya se ven afectados por la atmósfera. Eso quiere decir que poco a poco, de forma muy lenta, pueden ir perdiendo altitud. Se estima que si nada modifica su trayectoria, estos satélites pueden tardar hasta 2000 años en perder esa órbita y desintegrarse en la atmósfera. Según la ESA, si el Imperio romano hubiese lanzado un satélite a esa órbita, más o menos caería a día de hoy.
Los satélites de órbitas más bajas sorprendentemente aguantan también muchos años. Los que están a unos 800 km tardan entre 100 y 150 años en reentrar en la atmósfera. Los que están a 500 km, lo hacen en menos de 25 años.
La atmósfera, capaz de destruirlo casi todo
Debido a que los satélites al vencer su vida útil podrían permanecer casi de forma indefinida en el espacio, sus responsables deben tomar medidas para hacerles perder altura y desintegrarse. Muchos no lo hacen en su totalidad, pero afortunadamente la superficie del planeta es un 71 % agua, así que pocos suelen tocar tierra. Acaban en el mar.
¿Cómo es posible que la atmósfera, que es solo aire, pueda con tantas toneladas de chatarra? Hagamos la prueba. En bicicleta, si ponemos la palma de la mano mirando hacia el sentido de la marcha, notaremos ligeramente el paso del aire. Si bajamos la ventanilla del coche a unos 120 km/h nos costará mantener la mano así. Incluso nos dolerá. Pues imaginate a más de 10.000 km/h. Desaparecía la mano. El rozamiento que sufren los satélites es suficiente para provocar una combustión, que acaba desintegrándolos.