Sorpresa en la campaña agrícola: un cultivo se destaca por el fuerte crecimiento del área sembrada

Las legumbres están ganando terreno en las mesas y los campos de Argentina, pero el garbanzo lidera el crecimiento con un aumento del 43 % en la superficie sembrada.

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Las provincias de Córdoba, Salta y Tucumán son las principales zonas productoras de garbanzo en Argentina, con Córdoba liderando la producción en departamentos como Colón y Totoral.

En la campaña agrícola 2024/25, el cultivo del garbanzo mostró un crecimiento notable, alcanzando un incremento del 43 % en la superficie sembrada en comparación con la temporada anterior. Según el informe de la Bolsa de Cereales de Córdoba (BCCBA), se espera que se siembren aproximadamente 23.400 hectáreas de esta legumbre, consolidando su lugar dentro de la rotación invernal, principalmente en las provincias de Córdoba, Salta y Tucumán.

Este crecimiento responde a una combinación de factores climáticos y económicos, que motivaron a los productores a apostar por el cultivo.

El principal motor detrás de este aumento es la humedad en el perfil del suelo, acumulada tras las abundantes lluvias de abril, las cuales superaron los promedios históricos en varias regiones productoras. La expectativa de una campaña rentable y la resiliencia del garbanzo ante condiciones adversas impulsaron la intención de siembra.

Cómo y dónde se produce el garbanzo

Esta legumbre es originaria del Cáucaso y se adaptó a un amplio rango de temperaturas. Se trata de un cultivo de ciclo anual, que comienza a sembrarse a partir de mayo y se cosecha en octubre, antes de la llegada de las lluvias intensas que pueden perjudicar su desarrollo.

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Las bajas temperaturas y el estrés hídrico impactaron el cultivo de garbanzo, sin embargo las expectativas de los productores aún son optimistas.

En Córdoba -principal región productiva del país- los departamentos de Colón, Totoral y Río Primero se destacan como grandes focos de producción, donde las condiciones climáticas son favorables para el desarrollo de la planta. Además, la región del noroeste provincial demostró ser especialmente apta para el cultivo, con suelos que permiten el crecimiento óptimo de la legumbre.

En los últimos años, la "rabia del garbanzo" (Ascochyta rabiei), una enfermedad que ataca al cultivo, afectó la producción y obligó a los productores a extremar las medidas de control sanitario.

El 95 % de la producción de garbanzo en Argentina está destinada a la exportación, destacándose mercados como Europa y Oriente Medio. La alta demanda externa jugó un papel crucial en el impulso de este cultivo, debido a sus cualidades nutricionales y versatilidad en la cocina.

¿Por qué incluir garbanzo en la dieta?

El garbanzo no solo ganó relevancia en los campos argentinos, sino también en las mesas, gracias a sus múltiples beneficios para la salud. Los nutricionistas recomiendan su inclusión en la dieta ya que es un alimento rico en proteínas vegetales, lo que lo convierte en una opción ideal para quienes buscan alternativas a las proteínas de origen animal, especialmente en dietas vegetarianas y veganas.

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El garbanzo es rico en proteínas, fibra y minerales como el hierro, lo que lo convierte en un aliado clave para la salud digestiva y cardiovascular, recomendado por nutricionistas.

Además, esta legumbre es una excelente fuente de fibra, ayudando a mejorar la digestión y contribuyendo a la regulación del colesterol en sangre. También contiene una gran cantidad de ácido oleico y linoleico, dos tipos de grasas saludables que benefician la salud cardiovascular.

Su contenido de vitaminas del complejo B y minerales como el hierro y el magnesio lo convierten en un alimento completo, ideal para mantener niveles adecuados de energía y prevenir la anemia. Durante la cuarentena, el aumento de su consumo también fue impulsado por la recomendación de nutricionistas, que destacaban su capacidad de almacenarse por largos periodos sin perder valor nutritivo.

Desafíos climáticos y sanitarios

A pesar del crecimiento en la superficie sembrada, la campaña 2024/25 no está exenta de dificultades. Las bajas temperaturas registradas en el invierno, especialmente en zonas de Córdoba, causaron daños por heladas, aunque no fueron lo suficientemente severas como para generar pérdidas significativas de plantas.

El pronóstico climático indica la posible llegada del fenómeno de La Niña hacia el final del año, lo que podría agravar la falta de precipitaciones. Esta situación genera incertidumbre sobre el desarrollo del cultivo en las etapas críticas, como la floración y el llenado de granos, donde la humedad es esencial.