Temporal en Bahía Blanca: la ciudad intenta reponerse tras una de las peores inundaciones de su historia

Con casi 300 mm de lluvia en 12 horas, la ciudad quedó devastada. El agua comenzó a bajar, dejando un escenario de destrucción en los barrios más afectados.

bb
El hospital Penna, inundado, obligó al traslado de pacientes y la evacuación de los bebes de la sala de neonatología.

El 7 de marzo de 2025 quedará marcado en la historia de Bahía Blanca como uno de los días más trágicos. En menos de 12 horas cayeron cerca de 300 mm de lluvia, superando ampliamente el récord histórico de precipitaciones para un solo día.

Esta cifra es cuatro veces superior a la media mensual esperada para marzo, lo que llevó al colapso de la infraestructura urbana y al desborde de arroyos entubados.

El temporal en Bahía Blanca dejó al menos diez muertos, más de 1300 evacuados y miles de viviendas afectadas. Calles enteras desaparecieron bajo el agua, el transporte público se suspendió y varios barrios quedaron sin electricidad ni agua potable.

Mientras el nivel del agua empieza a descender, la verdadera magnitud del desastre comienza a revelarse. Vehículos arrastrados por la corriente, casas destruidas, comercios anegados y calles cubiertas de lodo conforman la imagen de una ciudad en crisis.

Las zonas más afectadas: un mapa de la devastación

El impacto del temporal fue especialmente severo en algunos sectores de la ciudad. Entre las áreas más golpeadas se encuentran el centro y macrocentro, donde la zona comprendida entre Napostá, Yrigoyen y la Plaza Rivadavia sufrió inundaciones extremas, dejando autos apilados, árboles caídos y veredas levantadas por la presión del agua.

En Ingeniero White, el puerto de Bahía Blanca se vio seriamente afectado por la crecida del agua, que ingresó en galpones industriales y en viviendas cercanas, obligando a la evacuación de cientos de personas. Una situación similar se vivió en el barrio de Cerri, uno de los más comprometidos, donde más de 850 personas debieron abandonar sus hogares ante el avance del agua que ingresó con tal fuerza que arrastró muebles y electrodomésticos hasta varias cuadras de distancia.

Villa Rosas y el barrio Palihue tampoco escaparon a la catástrofe: allí, la intensidad de la lluvia provocó el colapso de bocas de tormenta, lo que generó enormes corrientes de agua que ingresaron en viviendas y comercios. En los alrededores del Teatro Municipal, el desastre fue evidente: decenas de autos fueron arrastrados por la corriente y quedaron desparramados por toda la Plaza Payró, como un testimonio de la fuerza incontrolable del agua.

"No quedó nada en pie": el testimonio de los vecinos

Marcela Gelardi, comerciante de la calle 12 de Octubre, aún no puede creer lo que pasó. Su Peugeot Partner, que estaba dentro del garaje con un pesado portón cerrado, apareció 70 metros más adelante, sobre una vereda.

"El agua lo levantó como si fuera de cartón. Perdí todo: desde la heladera hasta 200 bolsas de harina. Se llevó mi mercadería y mis sueños", relata, mientras intenta rescatar lo poco que quedó seco en su distribuidora.

Ricardo Cayssials, vecino de Rodríguez al 800, recuerda el momento en que la corriente de agua entró a su casa con un metro y medio de altura. "Nos refugiamos en la planta alta, pero vimos cómo el auto se estrellaba contra la pared. Ahora estamos sacando barro con palas, tratando de salvar lo que se pueda."

El estudio del Conicet que anticipó la tragedia

Lo ocurrido en Bahía Blanca no fue una sorpresa para los expertos en hidrografía urbana. En 2012, un estudio publicado por el Conicet ya advertía que la ciudad era altamente vulnerable a inundaciones severas debido a su ubicación en la cuenca baja del canal Maldonado y del arroyo Napostá.

La combinación de bajas pendientes y suelos arcillosos dificulta el drenaje del agua de lluvia, lo que aumenta el riesgo de anegamientos en caso de precipitaciones intensas.

El informe también destacaba que la urbanización desordenada contribuyó a reducir las superficies naturales de absorción del agua, agravando la acumulación de lluvias. Además, se señalaba que el entubamiento del arroyo Napostá había limitado su capacidad de desagüe, lo que aumentaba la posibilidad de que colapsara ante eventos extremos.

bb
Las calles del centro de Bahía Blanca quedaron cubiertas de barro y escombros, con autos apilados o completamente inundados.

Según los investigadores, la combinación del crecimiento urbano sin planificación y el cambio climático ha convertido a Bahía Blanca en una zona de alto riesgo. Es urgente replantear la infraestructura pluvial y la planificación urbana para evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir.

Rescate y asistencia: el operativo de emergencia

El despliegue de emergencia comenzó apenas se registraron las primeras evacuaciones, con la participación de efectivos del Ejército, la Armada y la Policía Bonaerense. Desde la madrugada, los equipos de rescate se distribuyeron en las zonas más afectadas, trabajando con botes y vehículos pesados para auxiliar a familias atrapadas en sus hogares.

El gobernador Axel Kicillof viajó a Bahía Blanca y aseguró que se está destinando toda la ayuda posible para contener la crisis. Al mismo tiempo, el ministro de Economía, Luis Caputo, anunció la asignación de $10.000 millones en fondos de emergencia para la reconstrucción de la ciudad.

El restablecimiento de los servicios básicos se convirtió en una prioridad. En varias zonas de la ciudad, la electricidad sigue interrumpida y muchas familias aún no tienen acceso al agua potable.

Mientras tanto, se lleva a cabo un intenso trabajo de limpieza para remover el barro acumulado en las calles y evitar riesgos sanitarios. Hospitales, centros de evacuación y organismos municipales coordinan esfuerzos para asistir a los damnificados y garantizar que todos los afectados reciban la ayuda necesaria.

El desafío de la reconstrucción: ¿cómo evitar otra catástrofe?

La crisis desatada por el temporal en Bahía Blanca pone en evidencia la necesidad de repensar la infraestructura de la ciudad para hacer frente a futuros eventos climáticos extremos.

Expertos en urbanismo insisten en que es crucial mejorar el sistema de drenaje pluvial, ampliando la capacidad del canal Maldonado y del arroyo Napostá, cuya obstrucción fue una de las principales causas del colapso en esta inundación.

También se destaca la importancia de revisar la planificación urbana para evitar que nuevas construcciones se realicen en zonas de alto riesgo. La impermeabilización del suelo provocada por la expansión de la ciudad sin una adecuada regulación ha exacerbado el problema de las inundaciones.

Además, es urgente desarrollar sistemas de alerta temprana más eficientes, que permitan a los ciudadanos prepararse con mayor anticipación ante eventos climáticos extremos. La reconstrucción no solo implica reparar los daños materiales, sino también implementar soluciones de largo plazo que protejan a la población y eviten que una tragedia de esta magnitud vuelva a ocurrir.