Teorías conspirativas: algunas de las más insólitas y por qué ganan adeptos
Que el hombre nunca llegó a la Luna, Que la Tierra es plana... las teorías conspirativas siempre existieron pero con internet se propagan y ganan adeptos. ¿Cómo surgieron algunas de las más famosas? ¿Qué hace que las personas crean en ellas?
Paradoja de nuestro tiempo. Es la era de mayor acceso a la información y, sin embargo, por los mismos canales por donde circula el conocimiento científico, también se propagan las teorías conspirativas. Lo hacen como reguero de pólvora y encuentran más y más adherentes.
En muchos casos son historias casi fantásticas, tanto o más entretenidas que un thriller de Hitchcok. En otros, son fake-news, diseñadas deliberadamente para manipular la opinión pública. Con el agravante de que muchas de estas fábulas acaban por modificar conductas, y esto tiene impacto en la realidad social, política, económica y ambiental.
Todos conocemos a algún amigo que divierte las sobremesas con relatos sobre “hechos alternativos” Pero, ¿de qué depende que alguien crea en ellas? ¿Hay, acaso, algún beneficio en creer que las cosas nunca son lo que parecen ser?
Los Chemtrails
La de los chemtrails o estelas químicas es de las más escuchadas por los meteorólogos, a quienes se acusa de un silencio cómplice. Según los creyentes de esta teoría -que los hay, y muchos-, las estelas que dejan los aviones a gran altura no son producto de la condensación natural sino parte de un macabro plan global cuyos objetivos van desde modificar el clima, hasta contaminar la atmósfera, producir una guerra química y envenenar a toda la humanidad.
Esta teoría surgió a finales de los 90, luego de que la Fuerza Aérea de los Estados Unidos publicara un informe acerca de la modificación del clima. Inmediatamente, en los foros de internet de aquel entonces comenzó a propagarse la idea de que el gobierno intentaba rociar “sustancias misteriosas” sobre la población a través de las estelas de los aviones.
La “teoría” armó tanto revuelo que la la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), la Agencia de Protección Ambiental, la Administración Federal de Aviación y la NASA, publicaron un comunicado en conjunto explicando cómo se generan las estelas de condensación, “en respuesta a consultas públicas sobre estelas de aeronaves”.
Aún hoy existen miles de personas en el mundo que defienden la existencia de este plan “secreto” que, se calcula, involucraría a unos 40 mil pilotos y autoridades de gobierno.
El fraude lunar
Sin dudas, la más famosa de todas. Y de las pocas que tienen un fundador: Bill Caysing, veterano de la Segunda Guerra que desde 1970 hasta su muerte en 2005, se consagró a acusar a la NASA de estafar a la humanidad.
Caysing es el autor del libro “Nunca llegamos a la Luna”, donde expone los detalles “poco convincentes” del alunizaje. La manera “sospechosa” en que flameó la bandera estadounidense, el modo en que se vieron las sombras de los astronautas, sus huellas en el suelo lunar. Por si fuera poco, la versión se condimenta así: que la transmisión en vivo que el mundo vio por televisión aquel 20 de julio de 1969, se filmó en la mítica área 51 y fue dirigida nada menos que por Stanley Kubrick.
Aunque parezca increíble, se calcula que el 10% de los americanos no cree en la hazaña de Armstrong, Aldrin y Collins. Que en Europa ese número asciende al 20%; y que en Rusia –por supuesto- la mitad de la población se inclina por la hipótesis del fraude televisivo.
Negacionismo del Cambio Climático
En contra de la evidencia científica que prueba que sin la intervención humana el planeta no habría elevado tanto su temperatura en los últimos 150 años. El negacionismo del cambio climático fue inoculado deliberadamente por algunos sectores económicos, industriales y políticos.
Se ha comprobado que existieron campañas de relaciones públicas y prensa orientadas a “sembrar la duda” acerca de la responsabilidad humana en el calentamiento global.
Una de las más conocidas fue la de la compañía ExxonMobil, que advirtió, allá por los 70, que la quema de combustibles fósiles era en gran parte responsable del aumento de la temperatura global. Exxon ocultó esta información y contrató relacionistas públicos y periodistas para que sembraran dudas respecto al tema.
"Identificamos una contradicción sistemática entre lo que ExxonMobil decía sobre el cambio climático en los círculos privados o académicos y lo que decía en público en el New York Times'", explicó Geoffrey Supran, uno de los autores del estudio publicado en Environmental Research Letters que prueba el accionar de la compañía.
Desde entonces han salido a la luz varias campañas similares, que encuentran eco en sectores políticos liberales y conservadores, que a su vez se valen de las redes sociales para diseminar sus ideas. Utilizan argumentos tan endebles como que haga frío un día de verano para negar el calentamiento global. Y desprestigian a la comunidad científica aduciendo que responde a intereses gubernamentales, desconociendo cómo funcionan los paneles como el IPCC.
El falso accidente del falso Titanic
Todos conocemos la historia (Gracias Leo y Kate!). Lo que quizá no sabíamos es que todavía hoy existe una teoría que sostiene que el hundimiento más famoso de la historia no fue un accidente. Es más, afirman que ni siquiera era el verdadero Titanic el barco que se hundió.
Según estos escépticos, el responsable de la tragedia fue el mismísimo J P Morgan, que era accionista de la White Star Line, y por lo tanto, indirectamente dueño del barco. En el viaje inaugural del Titanic, viajaban sus principales enemigos políticos, que se oponían a la creación de la reserva federal en Estados Unidos.
Esta misma versión sostiene que el barco que realmente se hundió no era el Titanic sino una réplica, el Atlantis. Este barco había tenido un accidente meses antes y el seguro no cubría la reparación. Así que lo renombraron y lo mandaron a zarpar. Esta teoría nació y se sustenta en el “sospechoso hecho” de que J P Morgan canceló su viaje dos días antes del zarpazo, lo cual sería prueba suficiente de que sabía que algo malo iba a pasar.
Internet y la vida real
Internet y las redes sociales son jugadores clave en la propagación de fake-news, “hechos alternativos” o teorías conspirativas. Particularmente, el algoritmo de YouTube ha sido apuntado como uno de los principales propagadores de este tipo de desinformación, al recomendar más y más videos a medida que detecta el interés del usuario en estos temas.
Pero no todos los usuarios de internet creen en estas historias. ¿Por qué algunas personas creen en las conspiraciones? ¿De qué depende que lo hagan? La psicología social avanza en investigaciones que relacionan la tendencia a creer en las conspiraciones con otras dimensiones de la vida psíquica y social.
Por ejemplo, se han hecho estudios en los que se expuso a los participantes a teorías de conspiración sobre el cambio climático. Los resultados revelaron que la exposición a estas teorías disminuyó las intenciones de los participantes de reducir su huella de carbono. La exposición a estas teorías negacionistas también influyó en las intenciones políticas.
En qué creen los que no creen
Una investigación publicada en 2018 en el European Journal of Social Psychology sugiere que: “A pesar de la gran variabilidad en las teorías de la conspiración (…) la investigación demuestra que procesos psicológicos predecibles y en gran medida similares impulsan la creencia de las personas en ellos.”
En este mismo estudio afirman que “los sentimientos de vulnerabilidad de los ciudadanos aumentan la creencia en teorías de conspiración. Los sentimientos de impotencia predicen las creencias en la conspiración”, y que las creencias de conspiración son particularmente altas entre los miembros de grupos minoritarios estigmatizados.
Esto significaría que, a mayor sentimiento de impotencia y falta de control sobre el destino propio, mayor es la tendencia a creer en las conspiraciones.
“Ellos conspiraron, porque yo conspiraría”. Este estudio, publicado en 2011 en la revista de la British Psychological Society, concluye que “las personas eran más propensas a respaldar teorías de conspiración si pensaban que estarían dispuestas, personalmente, a participar en las supuestas conspiraciones. “El respaldo de las teorías de la conspiración está influenciado por la voluntad personal de conspirar”. Algo así como: “Ellos conspiraron, porque yo conspiraría”.
“Son entretenidas”. Otra investigación, publicada en 2021 en el British Journal of Psychology, indaga en el valor de “entretenimiento” de estas historias, y sugiere que: “las personas encuentran entretenidas las teorías de la conspiración, es decir, narraciones que las personas perciben como interesantes, emocionantes y llamativas, y tales valoraciones de entretenimiento se asocian positivamente con la creencia en ellas”.
El problema de la Verdad
Al parecer, a la disponibilidad infinita de información online puede sumarse cierta predisposición individual y colectiva, y dar como resultado un cóctel perfecto para la propagación de teorías disparatadas y la multiplicación de creyentes. Como explica el investigador de medios Berhard Pörksen: “Internet abre un espacio magnífico de comunicación. Pero esto también significa que cualquiera puede encontrar confirmación a aquello en lo que cree, aquello que para él sea la verdad”.
Acabamos de ver lo que sucedió con las vacunas durante la pandemia. Lo cual confirma que este es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo. Pero en el fondo, si sacamos todas las capas de la cebolla, queda el problema filosófico de La Verdad, antiguo como la humanidad misma. Afortunadamente, ahora tenemos a la ciencia como principal aliada, pero hay que estar atentos, para no dejarnos timar por embusteros.