Una década de preparativos para "Armagedón"
Como en el blockbuster “Armagedón”, donde un grupo de expertos busca desviar un asteroide en curso de colisión con la Tierra, hace 10 años que expertos preparan una respuesta global al riesgo de un impacto de asteroides.
Hace apenas unos meses se cumplieron 25 años del estreno de Armagedón, una superproducción de Hollywood donde un asteroide del tamaño de Texas se dirige a la Tierra y la NASA sólo cuenta con unos pocos días para entrenar a un equipo de perforadores de petróleo, ponerlos a bordo de dos transbordadores espaciales, hacerlos aterrizar sobre el asteroide para que incrusten una bomba nuclear en él, detonarla para destruirlo y así salvar la humanidad.
La trama, que fue motivo de burlas en un principio por su falta de rigor científico, no impidió que la película se transformase en un éxito de taquilla y hoy es considerada todo un clásico.
Si bien la misión DART (Double Asteroid Redirection Test) demostró en 2022 que golpear a un asteroide para desviarlo de su trayectoria era efectivo, se pensaba que al hacer explotar un asteroide como en la película, sus escombros generarían un peligro mayor.
Patrick King, científico de la Universidad de Maryland, publicó en 2021 un estudio donde comprueba que, haciendo explotar una cabeza nuclear de un megatón contra un meteorito de 100 metros de ancho en curso de colisión con la Tierra, es posible evitar que esos fragmentos sean una amenaza. Pero para ello, se lo debería destruir seis meses antes de la fecha de impacto.
Esto resaltó la necesidad de mejorar las capacidades de detección de estas amenazas.
Un recordatorio de nuestra fragilidad
El 15 de febrero de 2013, un asteroide similar en peso y dimensiones a un gran camión con semirremolque, nos recordó la fragilidad de la humanidad cuando surcó los cielos al oeste de Rusia. Chelyabinsk fue el segundo asteroide más grande asteroide en atacar la Tierra en los últimos 100 años, impactando la atmósfera superior en un ángulo poco profundo y a alta velocidad, lo que hizo que afortunadamente se desintegrara. Pese a ello, su onda de choque causó más de 1500 personas heridas y provocó daños en 7300 edificios.
Ese mismo día, el Grupo de Trabajo sobre Objetos Próximos a la Tierra del Comité sobre el Uso Pacífico del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas (COPUOS) estaba reunido en Viena para finalizar una recomendación a la ONU sobre cómo defender nuestro planeta de posibles impactos de asteroides.
En esta reunión, los expertos sentaron las bases para la formación de dos organismos internacionales que permitirían una respuesta verdaderamente global al riesgo de un ataque de asteroides: la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor de Planificación de Misión Espacial (SMPAG)
IAWN es una red mundial colaborativa de observadores de asteroides, analistas y modeladores. Cuando se detecta un asteroide en curso de colisión con la Tierra, IAWN evalúa el tiempo de impacto, la ubicación y la gravedad. Está coordinada por la NASA.
El trabajo de IAWN es informar a SMPAG y a los gobiernos nacionales a través de las Naciones Unidas y proporcionar la información sobre el asteroide necesaria para planificar una misión espacial reactiva y para la preparación y respuesta ante desastres civiles agencias.
El SMPAG está presidido por ESA, y funciona como un foro para las agencias espaciales del mundo y coordina la respuesta global a la amenaza del espacio exterior.
Al igual que en Armagedón, SMPAG tiene la función de evaluar la posibilidad de utilizar misiones de naves espaciales (pero sin los perforadores de petróleo como en la película) para estudiar, desviar o destruir un asteroide entrante de más de 50 m de tamaño y con una probabilidad de impacto superior al 1 %. Luego asesora a los tomadores de decisiones sobre posibles acciones a tomar.
Apophis, un laboratorio especial errante
En la última reunión de SMPAG, el 31 de enero de este año, uno de los principales temas de discusión fue el posible intercambio de información entre agencias espaciales que planean explorar el asteroide Apophis.
Apophis es un asteroide de unos 350 m de ancho, y poco después de su detección en 2004, los astrónomos predijeron dos posibilidades de impacto en 2029 y 2036. Estudios posteriores fueron descartando el riesgo de impacto, quedando sólo una mínima aunque preocupante chance de impacto en 2068.
Apophis pasará sin riesgo de colisión con la Tierra el 13 de abril de 2029, pero pasará cerca del anillo de satélites de telecomunicaciones y meteorológicos que orbitan nuestro planeta a 36.000 km de distancia, en órbita geoestacionaria.
Esta será una oportunidad única de estudiar un asteroide tan grande de cerca con una misión satelital, y las agencias espaciales tienen la intención de aprovecharlo al máximo.
Así como la NASA lanzó su misión DART en 2022, la ESA también se está preparando para lanzar en octubre de este año, la Misión Hera. Hera viajará al mismo sistema de asteroides de DART, para medir los resultados, y así analizar la posibilidad de repetir el mismo enfoque de defensa planetaria.
Una amenaza más real que en las películas
Existen más de 34.000 asteroides conocidos cerca de la Tierra catalogados y vigilados de cerca por el Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra de ESA.
Para mejora sus capacidades de detección, ESA prepara una red automatizada de telescopios que escanearán continuamente la bóveda celeste todas las noches en busca de rocas espaciales nuevas y potencialmente peligrosas. Cualquier cosa que encuentre esta red será verificada por un humano, antes de ser enviada al Minor Planet Center para activar observaciones de seguimiento.
Pero incluso esta red no podrá detectar los asteroides que se dirigen hacia la Tierra mientras se esconden dentro del resplandor del Sol. Es por ello que la ESA tiene en sus planes a NEOMIR, un telescopio espacial que se ubicará fuera de la atmósfera distorsionadora de la Tierra y, por lo tanto, podrá confiar en la luz infrarroja, en lugar de la luz visible. Al hacer observaciones en el infrarrojo, NEOMIR detectará el calor emitido por los propios asteroides, que no se verá camuflado con la luz solar.