Argentina: origen y significado del nombre del país
Argentina viene del latín 'argentum', que significa 'plata', pero la historia de su nombre no es tan simple de imaginar. El Río de la Plata inspiró por siglos a un arte literario épico, el cual tuvo mayor peso que este metal, para el bautismo de una Nación.
El nombre oficial es República Argentina, sin embargo, está muy extendido el uso sin el sustantivo República, así que ‘la Argentina’ o directamente ‘Argentina’ es como se conoce a este extenso y bello país, ubicado en el sur de Sudamérica.
Pero Argentina no siempre se llamó así, el origen de su nombre se remonta al siglo XVI y está relacionado con el nombre del Río de la Plata, específicamente con la palabra ‘argentum’, que significa ‘plata’ en latín.
La historia del “Mar dulce”: el Río de la Plata (o Río da Prata)
En el 1516, Juan Díaz de Solís, denominó 'Mar Dulce' al muy amplio estuario conocido hoy como Río de La Plata, por sus grandes dimensiones, de hecho, este río es el más ancho del planeta Tierra, de aguas predominantemente dulces y de un color pardo, quien le dio el nombre al virreinato del Río de la Plata.
Según cuenta la historia, Alejo García, uno de los sobrevivientes de la expedición del capitán Solís en 1516, se encontraba acampando en la isla de Santa Catarina cuando escuchó avisos sobre la existencia de un poderoso rey blanco (el inca), que vivía en un país muy rico en el metal plata, en las montañas “Sierra de la Plata” (porción de la cordillera de los Andes).
Este navegante portugués, que estuvo a servicio de la Corona de Castilla bajo la cual participó en varias expediciones por América del Sur, organizó una expedición con conquistadores españoles, otros europeos y también guerreros avá (guaraníes); así fue que atravesando el Chaco Boreal llegó al área de Potosí (en la actual Bolivia o Alto Perú), el cual se encontró en esa época sometida por el Tahuantinsuyu dominado por una casta de la etnia quechua (la llamada inca), donde obtuvo objetos y regalos de plata.
García fue el primer europeo en entrar en contacto con el Incanato, pero cuando se retiró de allí con ese gran botín, en su viaje de regreso a las costas del océano Atlántico, encontró la muerte. Los libros dicen que en manos de los pampidos payaguás, enemigos directos de los incas y de los guaraníes, y sobre todo de estos últimos porque estaban invadiendo sus tierras ancestrales.
A causa de los rumores que postulaban la existencia de metales preciosos, y en particular de la plata, fue que los portugueses lo denominaron; 'Rio da Prata' en 1526, y en español: “Río de la Plata” fue documentado desde 1531. Según la página oficial argentina.com.ar, fue el cartógrafo portugués Lopo Homem, el que hizo referencia al lugar por primera vez como Terra Argentea, en un mapa de 1554.
“Argentina”: poemas épicos del Virreinato del Río de la Plata
En el idioma español, se comenzó a utilizar en primer lugar “Argentina”, como un latinismo y hasta un adjetivo poético. De hecho, en 1602, Martín del Barco Centenera, miembro de la expedición de Juan Ortiz de Zárate, publicó un extenso poema de la historia del Río de la Plata, bajo el título “La Argentina”, y usa “argentino” como un adjetivo para se refiere al río y la región.
Este escritor inauguró una tradición literaria que se mantuvo durante mucho tiempo en el ámbito erudito. Si seguimos enumerando escritos de la época, en 1612 el primer historiador nativo de estos territorios, Ruy Díaz de Guzmán, publicó el libro "Historia del Descubrimiento, Población, y conquista del Río de la Plata", nombrando el territorio descubierto por Solís como 'Tierra Argentina', 'Tierra de Plata' o 'Tierra plateada'. Ese mismo año, el nombre se ratifica con un relato épico del criollo asunceno, con su obra de historia “La Argentina manuscrita”, dónde describir la región.
A finales del siglo XVIII, la palabra “argentino” ya era de uso común para denominar todo lo relacionado con el Río de la Plata, su cuenca, su territorio y sus pobladores, mientras que el gran virreinato creado en 1776 (del cual la actual Argentina se independiza en 1816), llevó el nombre de “Virreinato del Río de la Plata”.
En 1801, Manuel José de Lavardén en su "Oda al Majestuoso Río Paraná" alude a las "sencillas ninfas argentinas" y años más tarde, Vicente López y Planes arenga en una de las estrofas de la Marcha Patriótica, adoptada por la Asamblea de 1813 y devenida luego en Himno Nacional.
La Primera Junta de Gobierno, surgida el 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, como consecuencia del triunfo de la Revolución de Mayo que destituyó al virrey Cisneros, existió como tal hasta el 18 de diciembre del mismo año, ya que con la incorporación de diputados del interior se transformó en la Junta Grande; esta dio origen a la prolongada Guerra de la Independencia contra España (1810-1824), con el nombre 'Provincias Unidas del Río de la Plata', también empleado por los gobiernos que le sucedieron hasta que, en 1816, el Congreso de Tucumán proclamó la independencia de las Provincias Unidas en Sud América, nombre que se mantuvo en la Constitución de 1819.
Argentina, por primera vez
La denominación República Argentina se utilizó oficialmente por primera vez en la Constitución de 1826. Entre 1835-1852, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, se utilizaban también de manera indistinta los nombres: Confederación Argentina, República de la Confederación Argentina, y Federación Argentina.
El 8 de octubre de 1860, en la ciudad de Paraná, entonces capital de la Confederación Argentina, el presidente Santiago Derqui decretó que: “Siendo conveniente a este respecto establecer la uniformidad en los actos administrativos, el Gobierno ha venido a acordar que para todos estos actos se use la denominación República Argentina”.
La Constitución Argentina de 1853 se sancionó en nombre del pueblo de la Confederación Argentina, pero al incorporarse el Estado de Buenos Aires, en 1860 se cambió por Nación Argentina y se incorporó el artículo 35.
El nombre fue confirmado definitivamente en 1862 por Bartolomé Mitre, primer presidente del país reunificado, al utilizar el título de presidente de la Nación Argentina. De aquí deriva el calificativo, con el cual se identifica a los habitantes y al territorio que ocupamos en el extremo meridional del continente americano, como así también a la Nación de la que orgullosamente formamos parte.