Aumento de la temperatura podrá generar enormes tsunamis desde la Antártida
El aumento de la temperatura marina podría generar enormes tsunamis desde la Antártida, según las pruebas de un reciente estudio. Argentina es uno de los países que debería seguir con mayor atención el desarrollo de este tipo de investigaciones.
Cuando hablamos sobre el comportamiento del hielo antártico tendemos a pensar en lo que vemos desde arriba o a nivel del océano. Lo que captan los satélites y algunos trabajos en el lugar. Pero el mayor peligro está casualmente por debajo. Los deslizamientos de sedimentos bajo el lecho marino antártico podrían provocar tsunamis gigantescos con el calentamiento de los océanos, una hipótesis sobre la que se está trabajando en la actualidad para comprender ese proceso.
Lo cierto es que un nuevo estudio señala que algunos cambios observables en el clima global podrían desencadenar tsunamis gigantescos al provocar corrimientos de tierra submarinos en la Antártida. Este dato no es menor, y debería ser un tema, además de global, de mayor atención para los países del hemisferio sur como Argentina, Chile, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia, y más al norte, la costa del Océano Indico.
Las conclusiones de esta investigación se publicaron el pasado 18 de mayo en la revista Nature Communications. Allí se consigna que al perforar núcleos de sedimentos a cientos de metros bajo el lecho marino de la Antártida, se descubrió que durante anteriores periodos de calentamiento global, hace unos 3 millones y 15 millones de años atrás, se formaron capas de sedimentos sueltos que se deslizaron y enviaron enormes olas de tsunami a toda velocidad hacia las costas de Sudamérica, Nueva Zelanda y el sudeste asiático.
El mayor peligro reside en el fondo marino
Ahora, a medida que el aumento de temperatura calienta los océanos, los investigadores creen que existe la posibilidad de que estos tsunamis vuelvan a desatarse en el futuro. En el resumen del trabajo, el equipo encabezado por Jenny Gales, de la School of Biological and Marine Sciences, University de Plymouth en el Reino Unido, se indica que los márgenes continentales de la Antártida suponen un riesgo desconocido de tsunami generado por deslizamientos submarinos para las poblaciones e infraestructuras del hemisferio sur.
Comprender los factores que provocan el fallo de los taludes es esencial para evaluar futuros riesgos geológicos. El estudio multidisciplinar apuntó a un importante complejo de deslizamientos submarinos a lo largo del talud continental oriental del Mar de Ross que identifica factores precondicionantes y mecanismos de fallo. Las capas débiles, identificadas bajo tres deslizamientos submarinos, consisten en distintos paquetes de diatomeas y diamictos glaciomarinos intercalados de edades comprendidas entre el Mioceno y el Plioceno.
Las diferencias observadas, derivadas de las variaciones glaciares e interglaciares de la productividad biológica, la proximidad del hielo y la circulación oceánica, provocaron cambios en la deposición de sedimentos que precondicionaron el fallo de los taludes. Estos deslizamientos de tierra submarinos recurrentes en la Antártida fueron probablemente desencadenados por la sismicidad asociada al reajuste glaciar, que condujo al fallo dentro de las capas débiles precondicionadas. El actual calentamiento climático y el retroceso de los hielos pueden aumentar la sismicidad glacioisostática regional, desencadenando deslizamientos submarinos antárticos.
Una historia que ya ocurrió en el pasado
En un comunicado señalado por Live Science, Gales indicó que "los corrimientos de tierra submarinos son un grave peligro geológico que puede desencadenar tsunamis y causar enormes pérdidas de vidas humanas". Estos hallazgos ponen de relieve la urgente necesidad de mejorar nuestra comprensión de cómo el cambio climático global podría influir en la estabilidad de estas regiones y en el potencial de futuros tsunamis".
En 2017 los investigadores encontraron por primera vez pruebas de antiguos deslizamientos de tierra frente a la Antártida, en la parte oriental del mar de Ross. Bajo estos desprendimientos hay capas de sedimentos débiles repletas de criaturas marinas fosilizadas conocidas como fitoplancton. Luego regresaron a la zona en 2018 y perforaron profundamente el fondo marino para extraer núcleos de sedimentos, cilindros largos y delgados de la corteza terrestre que muestran, capa por capa, la historia geológica de la región.
Analizando los núcleos de sedimentos, los científicos averiguaron que las capas de sedimentos débiles se formaron durante dos periodos, uno hace unos 3 millones de años, en el periodo cálido de mediados del Plioceno, y el otro hace unos 15 millones de años, durante el óptimo climático del Mioceno. Durante estas épocas, las aguas que rodeaban la Antártida eran 3 grados centígrados más cálidas que las actuales, lo que provocó brotes de algas que, una vez muertas, llenaron el fondo marino con un sedimento rico y resbaladizo, haciendo que la región fuera propensa a los corrimientos de tierra. Durante los climas fríos posteriores y las edades de hielo, estas capas resbaladizas fueron superpuestas por gruesas capas de grava gruesa aportada por glaciares e icebergs, generando un sistema que con el cambio climático actual puede tornarse peligrosamente inestable.