Burbujas congeladas: tan bellas como peligrosas
Los lagos con burbujas congeladas pintan un paisaje encantador, pero su composición química es una amenaza para el planeta. Descubrí uno de los peligros latentes del cambio climático.
Miles de turistas y fotógrafos se convocan en los alrededores del Lago Abraham en Alberta, Canadá, para obtener imágenes de las majestuosas burbujas congeladas. Este fenómeno que puede ser visualmente muy llamativo encierra un secreto peligroso ligado a la liberación de gases de efecto invernadero que preocupa a los científicos.
En el fondo del lago se acumula materia orgánica en descomposición (por ejemplo de las plantas), este proceso libera gas metano que es un poderoso gas de efecto invernadero, el cual está ligado al calentamiento global. Estas burbujas atrapadas dentro de las heladas aguas intentan encontrar su camino hacia la superficie del lago, y lo logran con vigor cuando la temperatura de estos cuerpos de agua y hielo aumenta. Este fenómeno no ocurre únicamente en este lago canadiense, se replica en miles de lagos del Ártico y otras regiones en latitudes altas.
Los científicos están estudiando como el derretimiento de estas capas de hielo por el aumento de la temperatura global, libera estas burbujas de metano encapsulado hacia la atmósfera en grandes cantidades.
El metano
El gas metano (CH4) es el tercer gas de efecto invernadero (GEI) más importante presente en la atmósfera después del vapor de agua y el dióxido de carbono (CO2). Es conocido como uno de los más potentes, incluso es mucho más peligroso (entre 20 a 28 veces más) que el CO2 a la hora de hablar de calentamiento global, a pesar de que su concentración en la atmósfera es más baja.
El CH4 es producido en mayor parte por microorganismos que convierten la materia orgánica en metano en ausencia de oxígeno, esto ocurre en arrozales, tierras ganaderas, humedales, etc., también por la reducción del permafrost vinculada con el aumento de las temperaturas de la superficie de lagos y océanos a nivel global y por supuesto por las emisiones provenientes de la quema de combustibles fósiles.
Se han publicado una gran cantidad de trabajos científicos en donde se aborda la problemática de la liberación del CH4 en el Ártico teniendo como centro el análisis proveniente del permafrost, pero un reciente estudio muestra que las capas de hielo que contienen grandes reservas de carbono, muy poco oxígeno, agua líquida y microorganismos también son una fuente muy importante de liberación de metano hacia la atmósfera.
Estudio reciente
Un grupo de investigadores liderado por la Universidad de Bristol acampó durante los tres meses de verano junto a la capa de hielo de Groenlandia, su trabajo publicado recientemente en la Revista Nature, se concentró en el análisis del agua de deshielo de una gran cuenca de más de 600 kilómetros cuadrados. En ella midieron con sensores específicos la cantidad de metano que se liberaba desde el agua de fusión del hielo en tiempo real.
Sus resultados arrojaron hallazgos sorprendentes, las capas en deshielo de Groenlandia llevan mucho más metano a la atmósfera de lo que se creía hasta el momento. Al menos seis toneladas de metano se liberaron sólo desde esta parte de la capa de hielo en donde midieron, lo que equivale al metano generado por hasta 100 vacas.
La directora y profesora del Instituto Cabot para el Medio Ambiente de la Universidad de Bristol, Jemma Wadhma, fue quien dirigió esta investigación, afirma que: "Un hallazgo clave es que gran parte del metano producido debajo del hielo probablemente escapa de la capa de hielo de Groenlandia en ríos grandes y rápidos antes de que pueda ser oxidado a CO2", y esto potencia el calentamiento de efecto invernadero.
Guillaume Lamarche-Gagnon, de la Escuela de Ciencias Geográficas de Bristol y autor principal del trabajo notificó que: "es sorprendente el hecho de que hemos encontrado evidencia inequívoca de un sistema microbiano subglacial generalizado”. Si bien los científicos ya estaban al tanto de que los microbios productores de metano probablemente eran importantes en entornos subglaciales, era discutible que tan importante o extenso resultaba ese aporte. Ahora, gracias a este estudio de campo “logramos ver claramente que los microorganismos activos que viven en las profundidades bajo kilómetros de hielo, no solo sobreviven, sino que también afectan a otras partes del sistema terrestre”, afirma el autor.