Calor húmedo o seco, ¿cuál es peor para la salud?
Este es el gran debate del verano y la respuesta no es tan simple como parece. Ambos tipos de calor pueden ser perjudiciales para la salud, pero de diferentes maneras.
La eterna batalla. ¿El verano es peor en Buenos Aires con 30 °C y 85 % de humedad o en Catamarca con 40 °C y 20 % de HR? Por supuesto que este debate tiene mucho de preferencia personal y de las adaptaciones individuales y comunitarias. A pesar de esto, si algo debe estar claro, es que cada uno a su manera, es mortal.
Nuestro cuerpo es un motor biológico, y cada uno de sus procesos para mantener las funciones vitales, como la respiración, la circulación sanguínea o la función de los órganos, produce calor. Y como cualquier motor, necesita un sistema de regulación de temperatura para no sobrecalentarse.
Afortunadamente, lo tenemos, porque si no fuera así, nuestra temperatura aumentaría casi un grado por hora.
El problema es que las condiciones ambientales pueden hacer que ese mecanismo sea más o menos eficiente. Y si el calor es seco o no, tiene grandes consecuencias en la termorregulación de nuestro cuerpo, y por lo tanto, sobre cómo sentimos ese calor.
¿Cómo reacciona nuestro cuerpo al calor?
A medida que el termómetro suma más y más grados, nuestro organismo se pone en marcha para hacerle frente. Una de las vías que usa para enfriarse es la radiación: el calor se transfiere desde áreas cálidas (nuestro cuerpo) hasta áreas más frescas (el aire que nos rodea).
La circulación sanguínea juega un papel fundamental en la pérdida de calor por radiación. El cuerpo tiene una red de vasos sanguíneos que se ramifican por todo el cuerpo. Cuando la temperatura corporal aumenta, el hipotálamo, que actúa como un termostato, envía señales a los vasos sanguíneos para que se dilaten. Esto permite que más sangre caliente fluya hacia la superficie de la piel y más calor se libere al ambiente por radiación.
Este proceso exige que el corazón bombee más sangre, de dos a cuatro veces más que en un día fresco, por lo que empieza a latir más rápido.
La otra vía para refrigerarse es el sudor, o más concretamente la evaporación del mismo, ya que cuando éste pasa a formar parte de la atmósfera la temperatura de nuestro cuerpo disminuye. Si aumenta la temperatura atmosférica, el organismo reacciona produciendo una mayor o menor cantidad de sudor para regular nuestra propia temperatura. Cada molécula de sudor que se evapora desde la piel se lleva parte de ese calor.
La producción de sudor requiere un aumento del flujo sanguíneo a la piel. Esto puede aumentar la carga de trabajo del corazón, especialmente en personas con problemas cardíacos.
Entonces…¿calor húmedo o seco?
Cuando las altas temperaturas se combinan con la humedad nos sentimos mucho más incómodos que cuando está seco, y como si fuera poco, la sensación de calor nos persigue incluso a la sombra. Además, en un ambiente húmedo la probabilidad de tener un golpe de calor aumenta porque le cuesta más enfriarse.
Esto se debe a que se pierde uno de nuestros mecanismos más efectivos: la sudoración. Bueno, no es que no transpiramos, sino que no se evapora. El aire tiene una capacidad limitada para contener vapor de agua. Cuando la humedad es alta, el aire está cerca de su punto de saturación, lo que significa que no puede absorber mucha más agua. El sudor no puede evaporarse fácilmente si el aire ya está saturado. Es como intentar agregar más agua a un vaso que ya está lleno.
Si el calor es seco, significa que el aire está lejos de saturarse, y la sudoración es un mecanismo de enfriamiento más efectivo. Pero si transpiramos más, perdemos más agua y sobre exigimos más al corazón. Así que la deshidratación rápida y los problemas cardíacos se convierten en un mayor peligro. Esto puede causar fatiga, mareos, dolor de cabeza, náuseas y desmayos. En casos graves, conduce al golpe de calor.
Además, el aire caliente y seco puede irritar las vías respiratorias y causar dificultad para respirar. Las personas con asma u otras enfermedades respiratorias son especialmente vulnerables a los efectos del calor seco. Y la falta de humedad puede ser realmente molesta para las personas con problemas en la piel, ya que la reseca y la irrita.
Así que aunque estas condiciones sean menos molestas que las húmedas, ambas son igualmente peligrosas.