¿Cómo influyen las fases lunares en la actividad volcánica?
Uno de los últimos trabajos de investigación, sobre la correlación entre las erupciones volcánicas y el ciclo lunar, sugiere que los volcanes pueden verse afectados por el efecto de las mareas, pero cuando se encuentran en un estado crítico de erupción.
Los volcanes tuvieron un rol fundamental en la evolución del planeta y la vida temprana, hoy en día siguen remodelando la morfología de la Tierra. En la historia fueron protagonistas muchas veces, por ejemplo: el Monte Vesubio, Tambora, Krakatoa, etc. dejando lamentablemente ciudades enteras bajo la lava en erupciones repentinas. Otros como, el Monte Pinatubo por ejemplo, hicieron que los efectos de su erupción se sintieran en todo el mundo.
Actualmente existen en la superficie de la Tierra unos 500 volcanes considerados “activos”, de los cuales entre 30 y 50 entran en erupción cada año. Muchos de estos gigantes de la naturaleza que permanecen activos, se encuentran en zonas densamente pobladas, más de 500 millones de personas viven en las proximidades de volcanes.
Los volcanes son capaces de causar desastres sociales y económicos provocados por nubes de cenizas, lahares, flujos de lava y flujos piroclásticos. Por eso es tan importante su monitoreo, para poder anticipar su actividad y evitar el caos. Lamentablemente las erupciones, aún hoy en día con tanta tecnología desarrollada, son muy difíciles de predecir, y el trabajo constante de monitoreo de los vulcanólogos alrededor de todo el mundo, es muy importante.
Los científicos no descansan intentando hallar nuevas formas de comprender el carácter y el comportamiento de los volcanes, pero ocurre que cada volcán es distinto, y según el tipo de erupción cuentan con más o menos señales de alerta. Vamos a repasar aquí, algunos trabajos sobre la posible relación entre las fases de la Luna y la actividad en los sistemas volcánicos.
Que sí…, que no…
La posibilidad de que las fuerzas gravitacionales de la Luna (y el Sol), puedan ejercer una influencia apreciable en el vulcanismo terrestre, ha sido ampliamente debatida durante el último siglo, entre los grupos de científicos dedicados al estudio de las ciencias de la Tierra.
En particular, el debate se ha centrado en que si las mareas quincenales (ciclos de 14 días, directamente relacionados con las fases de la Luna), pueden o no afectar a la actividad volcánica; y lo más importante, si estas pueden llegar a inducir a que en determinados días exista alguna erupción.
Durante muchos años, los estudios realizados por expertos ofrecían resultados contradictorios y muy poco concluyentes. Por ejemplo, un estudio realizado por el departamento de Geología y Mineralogía de la Universidad de Michigan, en 1972, sugería que las principales erupciones producidas en el volcán Stromboli, en la isla de Sicilia, Italia, tuvieron lugar preferentemente cerca de los mínimos de marea quincenales (conocidas como mareas muertas, luna en cuarto creciente y menguante). Otro análisis informaba una correlación similar para el volcán Islas Quemadas, en El Salvador, entre los años 1979 y 1980.
Lejos de que esas investigaciones preliminares puedan ser concluyentes, aparecieron los resultados en un estudio hecho por el Instituto de Geología Ambiental y Geoingeniería de Roma, que indicaba exactamente lo contrario. Los profesionales allí marcaban que la frecuencia de pequeños eventos explosivos en el Monte Stromboli, aumenta durante los máximos de marea quincenales (cuando se producen las mareas vivas, o sea cerca de la luna llena o nueva). Además, otros colosos como el volcán de Fuego en Guatemala, el Mayon en Filipinas, y el Kilauea en Hawaii, ofrecían esa misma correlación positiva durante esas fases lunares en particular.
Últimos estudios
Estas contradicciones en los resultados, llevaron a que se siga profundizando en los estudios sobre la existencia, o no, de un patrón entre las erupciones volcánicas y el ciclo de las mareas. Teniendo en cuenta, que además, el problema mayor es que no existían datos suficientes para un análisis robusto.
Finalmente, el estudio encabezado por el investigador Társilo Girona, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, que se publicó hace algunos meses en la revista Scientific Reports, puso un poco de luz a este asunto; después de 13 de años de observaciones y centrando su investigación en el volcán Ruapehu, de Nueva Zelanda.
El volcán Ruapehu ha mostrado durante los últimos 15 años un comportamiento impredecible, con picos no periódicos de actividad y reposo, y que entró en erupción de forma súbita en el 2017. Los científicos de Nueva Zelanda vigilan de cerca este volcán desde que se produjo una gran erupción en 1996, lo que se ha traducido en que hay disponibles datos sísmicos continuos y de libre acceso.
El trabajo de Girona muestra, a partir de los datos obtenidos de la red de sismómetros instalados en este coloso durante los 3 meses previos a erupción de 2017, que cuando había Luna llena y Luna nueva la vibración del suelo era menor (amplitud sísmica), pero cuando la luna estaba en su cuarto menguante o creciente el suelo de Ruapehu vibraba más. De todas maneras, esto no significa que fuera más probable que en ciertas fases de la Luna el volcán entrara en erupción, pero sí concluye en que pueden ofrecer ciertas pistas para detectar el momento en que se va a producir la erupción.
O sea que, los volcanes pueden verse afectados por el efecto de las mareas cuando se encuentran en un estado crítico de erupción, y esto es lo que en un futuro podrán utilizar los científicos para desarrollar nuevos sistemas de alerta temprana y evacuación, para prevenir consecuencias negativas.