¿Cuánto te cuesta abrir un frasco? La información oculta en la fuerza de tus manos
La pérdida en la fuerza de agarre, además de una señal de envejecimiento, puede ser una valiosa fuente de información sobre el estado de salud.
La fuerza de agarre es la capacidad para sostener, apretar o aguantar un objeto con las manos. Involucra no sólo a la motricidad de las manos, sino también a los músculos de los antebrazos.
Se mide en kilos de fuerza, pero es mucho más que eso. “Es un indicador general de lo fuerte que está el cuerpo: si alguien tiene fuerza en el agarre, muy probablemente tiene fuerza en las piernas, brazos y hasta en la sección abdominal”, explicó a la BBC el profesor Mark Peterson, de la Universidad de Michigan.
Aunque en general no forma parte de los exámenes de rutina, en efecto, la fuerza de las manos puede ser un indicador de varios biomarcadores. Se puede relacionar con el estado nutricional, con la masa muscular e incluso también, según investigaciones, con el estado de algunas de nuestras funciones cognitivas.
Hay una relación directa entre la pérdida de fuerza de agarre y el envejecimiento. En personas mayores, la disminución en la fuerza se asocia con la sarcopenia, una afección caracterizada por la pérdida de masa y funcionamiento de los músculos, y que suele acompañar otros síntomas, como debilidad, falta de energía, y dificultades en el equilibrio y la locomoción.
Es normal perder masa muscular con el paso del tiempo. Se calcula que a partir de la mediana edad, la masa muscular se reduce a razón de un 1 % anual. Esto puede representar, en algunos casos, una pérdida de hasta el 50 % de la masa muscular entre los 80 y los 90 años.
Tanto es así que en un estudio de la Universidad de Monash, en Australia, encontraron que una fuerza de agarre débil era un indicador para predecir caídas en hombres de la tercera edad y en mujeres con obesidad.
¿Cuánto agarre es un buen agarre?
Más allá del envejecimiento natural, algunos estudios han revelado que las personas de cualquier edad que no alcanzan ciertos valores mínimos en la fuerza de sus manos, tienen mayores riesgos de padecer complicaciones cardíacas y respiratorias.
Además, la obesidad también está asociada a un apretón más débil en una etapa más adulta, porque la presencia de grasa alrededor de un músculo tiende a reducir su eficacia.
En promedio, los hombres de entre 20 y 30 años poseen la mayor fuerza. En este rango etario, el apretón medio es de 46 kilogramos para hombres y 29 kilogramos en mujeres. Estas medidas disminuyen hasta 39 y 23,5 kilogramos respectivamente cuando la persona alcanza entre 60 y 69 años de edad.
Otro estudio demostró que los valores medios de fuerza por grupo de edad descienden progresivamente a partir de los 50 años, en hombres y mujeres, y que la pérdida puede alcanzar el 8 % anual. Las mujeres mayores de 75 años tienen la menor fuerza de agarre de todas las poblaciones.
Medir la fuerza en los análisis de rutina
Para tratarse de un indicador valioso y de medición relativamente simple y económico, los expertos recomiendan sumarla a los chequeos médicos, como herramienta de diagnóstico temprano.
Se llama dinamometría de mano, es una prueba funcional y consiste en apretar el instrumento (el dinamómetro) tres veces, con la máxima potencia posible. Luego, se obtiene un promedio de esas tres mediciones.
“Es por eso que el agarre es tan buena herramienta”, explicó a la BBC el profesor Peterson, “porque cuando encontramos a alguien que tiene poca fuerza de agarre, sabemos que tiene fuerza corporal baja y podemos intervenir cambiando los comportamientos”.
Si los resultados revelan menos fuerza, se puede ayudar a mejorar las condiciones de vida de las personas. Por sobre todas las cosas, moverse, disminuir el sedentarismo y hacer ejercicios de fortalecimiento muscular.
“Nuestro mensaje más importante es que la gente comience a hacer ejercicios de resistencia lo más temprano que pueda en la vida, (…) nunca es demasiado tarde para empezar. Las personas mayores de 70 u 80 años, solo tienen que hacer poco para lograr grandes resultados”, dijo a la BBC Christopher Hurst, investigador asociado de la Universidad de Newcastle.